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Jesús se acerca

por Mons. Luis José Rueda Aparicio
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“Alaben al Señor que sana los corazones destrozados”

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (1,29-39)

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés.  La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella.

Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó.  Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados.

La población entera se agolpaba a la puerta.

Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios, y como los demonios no lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar.

Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:

“Todo el mundo te busca”.

Él le responde:

“Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido”.

Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor.

Transcripción de La Voz del Pastor del 7 de febrero del 2021

El domingo pasado, usted y yo, contemplamos con toda la Iglesia Universal a Jesús en la sinagoga de Nazaret, liberando a un endemoniado, realizando un exorcismo con poder, con la enseñanza nueva, con el poder del Evangelio. Ahora, el Evangelista Marcos, en este domingo, nos lleva a hacer un recorrido con Jesús. 

Dice que Jesús salió de la sinagoga y fue a una casa. ¿A cuál casa va? Va a la casa de sus discípulos, allí en Cafarnaúm, es decir, va a su casa, va a la casa de cada uno de nosotros, los discípulos, va a su casa; en tiempo de cuarentena, el Señor va a su casa como fue a la casa de Simón Pedro y va acompañado con los discípulos. Es decir, va acompañado por la comunidad eclesial, por aquellos seguidores del Señor Jesús, y va y encuentra allí una situación en familia como puede pasar en su familia, como puede pasar en mi familia, en tantas familias de la humanidad.

Una mujer enferma, y ¿Quién es esa mujer? Es la suegra de Simón Pedro, ¿Que tiene? está con fiebre y la fiebre en todo tiempo ha significado un síntoma de que algo físicamente, interiormente, está mal.  Esta mujer va a recibir el segundo signo que Jesús realiza, así como realizó un signo en la sinagoga, ahora lo realiza allí dentro de una casa, en su casa. ¡Miren lo que hace Jesús!, se acercó, la cogió de la mano, la levantó. Tres cosas hace Él, se acerca, y Él se está acercando a los enfermos en todo tiempo y se acerca a través de los sacramentos y se acerca a través de la oración y se acerca a través de la ciencia médica, se acerca a través de una enfermera, de una auxiliar de enfermería, de un médico general, de un especialista, de un internista, de un neumólogo, de alguien que tiene ciencia, que tiene sabiduría.

Jesús se acerca, se está acercando a nosotros, se acerca a través de su palabra, se acerca a través de su parroquia, a través de la iglesia, se acerca a Jesús, a esta mujer que está enferma y esa cercanía de Dios nos da fortaleza, fue lo que celebramos en Navidad,  que Dios viene a vivir con nosotros, que “Él es el Emmanuel”, que es: “el Dios con nosotros”, y no solo en Navidad, no sólo el niño pequeñito que nació en Belén, sino el “Dios con nosotros”, en todos los acontecimientos de la vida, incluso en la enfermedad, en esa enfermedad de su familia, de cada uno de nosotros, de la sociedad, de la humanidad entera.  Y se acerca y toca a esa mujer, la toma de la mano, ese tomar de la mano, ese transmitirnos la fuerza del Hijo de Dios”ese transmitirnos su misericordia, su poder, su amor, sanador, transformador, ¡es bellísimo!.  

Él, nos sigue tomando de la mano, recuerden que tomó de la mano a Pedro cuando se estaba hundiendo en el mar, en la noche de la tormenta cuando él quiso caminar hacia Jesús, que Jesús le dijo“VEN” y sin embargo, dudó por el camino y se estaba hundiendo y su mano tendida, es para levantar, para no permitir que Pedro se hunda, que la iglesia se hunda, le está dando la mano a la iglesia

Jesús le da la mano a la humanidad entera, a su familia, a esta mujer, la toma de la mano y además la levanta.  Ese no es solamente un levantar físico, cualquiera puede levantar físicamente a otra persona que está tirada en el camino, pero cuando dice: ¡la levantó!, es que la levantó como mujer en la dignidad que ella tiene.

Las mujeres de pronto en el tiempo de Jesús, en la cultura israelita no significaban mucho, pero Jesús entra, está con ella, la toca, la levanta, qué bueno que Jesús siga levantando el rostro femenino de la iglesia y de la humanidad, que siga levantando a las mujeres de su familia, que ellas sean levantadas también a través suyo, a través de la actitud suya, de hombres y mujeres que le dan la mano a otra mujer, que son capaces de sacarla de las enfermedades, de las fiebres, de aquello que les limita su vida, su trabajo, su relación, su diálogo, su oración, su encuentro con los demás. 

Jesús la levantó y ella se puso a servir. La respuesta ante algo que Dios nos da, es el servicio.  Qué bonita actitud de esta mujer, significa que no solamente la sanó en el cuerpo, sino en el alma, ella había podido decir me voy a mi convalecencia, pensando en ella, pero ella pasa del YO al NOSOTROS, empieza a servirle a todos, incluso al Señor Jesús.  Cuando alguien es capaz de servir y a través del servicio responde a los beneficios que el Señor le ha regalado, le ha otorgado a su vida y a su familia, es porque ha entendido el camino de Jesús, que es el servidor, que es el que lava los pies, ella se puso a servirles.

Y, dice la palabra de Dios que, esa noche allí en el pueblo hubo una especie de conmoción, trajeron toda clase de enfermos y el Evangelista Marcos insiste que Jesús sana a muchos, no dice que los sanó a todos, pero sano a muchos,  seguramente lo que está queriendo decir es sanó a aquellos que tenían el corazón dispuesto por la fe para recibir el milagro y entonces sanó a muchos e incluso expulsó a muchos demonios, expulsó a los demonios, liberó interiormente, sanó integralmente al ser humano, curó a la humanidad.

El Papa Francisco, el año pasado, a final de año nos regaló una serie de catequesis bellísimas, sobre curar a la humanidad, pues Jesús está curando a la humanidad en esta mujer, y muchos lo buscan pero Él se va a un lugar solitario; miren como Jesús combina, el encuentro en la sinagoga, el encuentro con el sufrimiento de los enfermos, con el encuentro íntimo, profundo, espiritual, con el Padre Dios en un lugar solitario a través de la oración.  

Esa clave es muy importante: usted y yo necesitamos orar para que la misión que Dios le confió a usted como papá, como mamá, como religiosa y a mí como sacerdote, la podamos cumplir, es la oración la que nos lleva a ser instrumentos para curar la humanidad, para curar la familia.

Y lo buscan los discípulos y Él escucha a sus discípulos diciendo: “todo el mundo te busca”,  seguramente se lo dijo Pedro o Andrés o Santiago o Juan y nosotros también estamos buscando al Señor todos los días, y cada vez que vamos a la Eucaristía, y cada vez que tomamos la Palabra de Dios, y cada vez que buscamos un sacramento como la confesión, estamos buscando al Señor y el Señor dice:  y vamos a las demás aldeas para que ellos también conozcan la riqueza del reino”.

Busquemos al Señor esta semana y busquémoslo en medio de nuestros sufrimientos, pero también a través de nuestra oración.

Que el Señor nos bendiga y acompañe.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

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