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Una llamada a la Conversión

por Egberto Bermúdez
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En el libro, Soñemos juntos [1], del Papa Francisco, en colaboración con el periodista Austen Ivereigh, el Papa le está mostrando al mundo el discernimiento ignaciano de los espíritus, para encontrar a Dios en todo.

En los Ejercicios espirituales, san Ignacio de Loyola nos recomienda 14 reglas para ayudarnos en el proceso de discernimiento. Aunque el Papa no está ni enumerando, ni explicando estas reglas, es evidente que las ha interiorizado.

                Austen Ivereigh explica que el libro está dividido en tres partes que corresponden a tres etapas del proceso de discernimiento como dinámica de conversión. “Primero, se examina la realidad, por incómoda que sea, sobre todo la verdad del sufrimiento en las periferias de la sociedad. Segundo, se disciernen las diferentes fuerzas en juego, distinguiendo lo que construye de lo que destruye, lo que humaniza de lo que deshumaniza, y de este modo eligiendo lo que es de Dios y resistiendo lo contrario. Por último, se proponen una mirada nueva y pasos concretos que surjan del diagnóstico sobre el mal que nos aqueja, y cómo podemos actuar de otra manera. Esta es la estructura básica de Soñemos juntos, dividido en tres “tiempos”: para ver, elegir y actuar”.

                Tenemos que convertirnos en verdaderos hermanos y hermanas de todos, tenemos que “descentrarnos y trascender”, tenemos que ponernos una vacuna contra la pandemia de la indiferencia (tal vez meditando la parábola del rico y Lázaro, LC 16, 19-31; aquí el problema no es la riqueza del rico, sino su indiferencia), y convertirnos en buenos samaritanos (Lc 10, 25-37) para todos. Tenemos que reconocer que nuestro prójimo no es sólo aquél con el que tenemos alguna afinidad (de familia, de raza, de religión, etc.) sino todo aquel que necesita de nuestra ayuda porque todos somos hijos del mismo Padre celestial. En definitiva, “necesitamos dejarnos tocar por el dolor de los demás.”

                La crisis del COVID nos ha enseñado que este: “Es el momento de restaurar la ética de la fraternidad y de la solidaridad, regenerando vínculos de confianza y pertenencia. Porque lo que nos salva no es una idea sino el encuentro. La fraternidad hoy, es nuestra nueva frontera”.

                La Revolución Francesa, la que trajo la democracia a Francia, pero también persecuciones contra la Iglesia, la guillotina y el Régimen del Terror, engendrado por Maximiliano Robespierre el que también terminó guillotinado, tenía como lema: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”. El Papa piensa que estamos en el tiempo de la fraternidad porque ésta le dará a la libertad y a la igualdad su justa sinfonía. ¿Nos está dando el Papa Francisco los principios de la Revolución Francesa en vez de los de Jesús? Ciertamente, no, porque la libertad, la igualdad y la fraternidad son ideas cristianas que fueron arrancadas de sus raíces. Leamos las palabras de san Juan Pablo II en su homilía en el aeropuerto de París, el 1ro de junio de 1980: “Es conocido el lugar que las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, ocupan en vuestra cultura y en vuestra historia. En el fondo se trata de ideas cristianas. Lo digo consciente de que aquellos que formularon por primera vez este ideal no se referían a la alianza del hombre con la sabiduría eterna. Sin embargo, ellos querían trabajar a favor del hombre” [2]. No nos podemos olvidar que fuimos creados con la libertad para amar o rechazar a Dios (libertad), a “imagen y semejanza de Dios” (igualdad), que somos hijos e hijas de Dios Padre y hermanos y hermanas de Jesucristo (fraternidad). Es decir, la libertad, la igualdad y la fraternidad sólo adquieren su auténtico sentido a la luz de la encarnación de Dios en Jesucristo.

                En conclusión, como nuestra conversión es obra del Espíritu Santo, por implicación, el Papa Francisco nos invita a emprender, nuestro propio proceso de discernimiento de espíritus, y en docilidad al Espíritu Santo, practicar, desde nuestras circunstancias personales, una verdadera fraternidad al convertirnos en buenos samaritanos de nuestros hermanos.

El poema “Esperanza” que aparece al final del libro del Papa Francisco, recitado por su propio autor, Alexis Valdés

[1] Todas las citas del Papa Francisco provienen de Soñemos juntos:El camino a un futuro mejor. New York: Simon & Shuster, 2020.

[2] http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/homilies/1980/documents/hf_jp-ii_hom_19800601_parigi-francia.html


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