Portada » «Dios permite nuestro sufrimiento porque nos quiere»

«Dios permite nuestro sufrimiento porque nos quiere»

por Pbro. Tomás Trigo
Dios te quiere

Escuchar aquí el episodio Dios permite nuestro sufrimiento porque nos quiere

Dios nos ha demostrado de mil maneras que es un Padre infinitamente bueno, que obra siempre por amor, que no sabe hacer otra cosa que amarnos.

Pero de nuevo surge la pregunta: “¿Y por qué permite que me vengan disgustos, sufrimientos y contrariedades?”. 

Y entonces, con nuestra gran capacidad intelectual, sacamos conclusiones: no puede ser tan bueno, no nos quiere, es injusto con nosotros, no nos tiene en cuenta, no tiene dominio sobre las fuerzas ciegas que nos golpean… 

Deberíamos reconocer nuestra ignorancia. Sencillamente, no entendemos los planes de Dios. Pero cuando queramos un poco más al Señor, no haremos aquella pregunta, ni se nos ocurrirá extraer aquellas conclusiones. Sucederá, por el contrario, que proclamaremos con el salmista que sus acciones son nuestra alegría:

«Porque me alegras, Señor, con tus hazañas 

y exulto con las obras de tus manos: 

¡Qué grandiosas son tus obras, Señor, 

qué profundos tus pensamientos! 

El hombre insensato no los entiende, 

el estúpido no discierne estas cosas» (Sal 92, 5-7).

¿Acaso Dios tiene un corazón más pequeño que el nuestro? ¿Quién nos dio nuestro corazón? ¿Quién les dio a todos los padres del mundo, a todas las madres del mundo, su corazón? 

¿No es más lógico, más razonable, pensar que si nos envía una contrariedad es porque nos conviene? ¿Qué padre o qué madre no corrige a su hijo aunque la corrección resulte dolorosa de momento? ¿Qué padre o qué madre no permiten que el médico cure a su hijo aunque tenga que sufrir un poco de dolor, a pesar de que el hijo, que no ve más allá, piense que su padre o su madre son crueles? Este es el razonamiento “lógico” de un hijo de Dios: 

«¡Sufres! Pues, mira: “Él” no tiene el Corazón más pequeño que el nuestro. ¿Sufres? Conviene» (S. Josemaría, Camino, n. 230). 

¿Por qué conviene? Solo Dios sabe la respuesta exacta a esta pregunta. Pero podemos pensar en varias posibilidades: puede que el Señor quiera purificarnos de nuestros pecados, enamorarnos más de Él; puede que con la medicina del sufrimiento pretenda hacernos mejores, más comprensivos con los demás, más humildes. Y puede que nos pida sufrir un poco para colaborar con Él en la salvación de todos los hombres. 

Pero, al mismo tiempo, no nos faltará el consuelo del mismo Dios en ningún momento: 

«Como alguien a quien su madre consuela, así Yo os consolaré (…). Lo veréis y se alegrará vuestro corazón y vuestros huesos florecerán como la hierba» (Is 66, 13-14).

He comprobado que las personas que aceptan, con fe y humildad, el sufrimiento que Dios permite, experimentan, en el fondo del alma, alegría y paz. Es el consuelo, la caricia de un Dios que tiene corazón de padre y de madre. 

Otras publicaciones de Tomás Trigo

Para comprar el libro: Dios te quiere y tú no lo sabes

Artículos relacionados

Deja un comentario