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«Permanezcan en mí, para que puedan dar fruto abundante»

por Mons. Luis José Rueda Aparicio
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«Yo soy la vid y mi Padre es el viñador»

Evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí, lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Ustedes ya están limpios por la palabra que les he hablado; permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no pueden hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que desean, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que den fruto abundante; así serán discípulos míos».

Palabra del Señor

Transcripción de La Voz del Pastor del 28 de abril de 2024

Estamos en el quinto domingo de este camino de la Pascua, caminando con Jesús, el viviente, el resucitado, el torrente de vida para su familia, y para todos nosotros.

Este es el último domingo del mes de abril. y desde ya nos preparamos para recibir el mes de mayo, mes de la Santísima Virgen María. “Aleluya. Cumpliré mi voto delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan. ¡Viva su corazón por siempre! Aleluya.

En el capítulo 15 de san Juan que acabamos de escuchar, hay una maravillosa escena donde Jesús dice: “Yo soy la vid y mi Padre es el viñador, ustedes son los sarmientos y deben dar fruto”. Qué interesante esta figura, que bella y qué desafiante. Jesús es el tronco, es la vid, pero, el Padre es el viñador, es el que cuida la viña, es el que la abona, es el que le da vida abundante, y nosotros como ramas podremos dar fruto si estamos injertos, si estamos totalmente pegados al tronco. El tronco es Jesús, por eso la vida suya como familia y la vida de cada uno de nosotros, tendrá fruto asegurado si está pegado todos los días a Jesús, que es el tronco, que es la viña, y que está cuidado por el amor del Padre.

Alguien puede preguntar: ¿yo quiero dar frutos, pero los frutos son mis obras? Sí, pero obras de amor. Si usted realiza cualquier obra que realice en su vida o en su familia, en su comunidad y es manifestación del amor, amor que se hace servicio, amor que se hace cercano a los pobres, amor que se hace fidelidad en la familia, amor que se hace capacidad de trabajo. Entonces, esos frutos del amor son obra del Espíritu Santo.

El Padre es el viñador y Cristo es el tronco, Jesús dice: “Permanezcan en mí, para que puedan dar fruto abundante”.

Que la Pascua sea un tiempo para que fructifiquen obras de amor.

Que el Señor nos bendiga y acompañe. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


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