“Mi ángel guardián ha sido mi amigo desde la infancia”
Por la señal de la Santa Cruz+
de nuestros enemigos +
líbranos, Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Oración inicial
Padre de bondad y misericordia, fuente inagotable de vida y felicidad, te pido, por intercesión de san Pío de Pietrelcina, me concedas ser semejante a él: sencillo y humilde, libre y alegre, pobre y laborioso.
Porque confío en tu amor y en tu gracia, hoy te ofrezco libremente cuanto soy y cuanto tengo, deposito mi pasado en tu misericordia, encomiendo mi fututo a tu providencia y me quedo tranquilo tratando de vivir un día a la vez.
Te entrego mi memoria, mi inteligencia y mi voluntad. Te consagro mis fuerzas y mis límites, tómame como soy y haz de mí, como hiciste del padre Pío, un buen cristiano y un honrado ciudadano que te alabe sirviendo a mis hermanos. Amén
Lectura bíblica del cuarto día:
“El Señor mandará sus ángeles a ti, para que te cuiden en todos tus caminos” Salmo 91, 11
El ángel de la guarda comenzó temprano su obra en la vida de padre Pío, cuando era un niño y llamará a su ángel “compañero de mi infancia”. Tal definición revela la estrecha relación entre el pequeño Francesco (futuro padre Pío) y su angelito. Ese ángel estuvo junto a él cuando debió dejar a su familia para dedicarse a Dios; lo ayudará durante el noviciado; en sus estudios para convertirse en sacerdote y se preocupará de que padre Pío llegue a ser un digno ministro de Cristo. Lo guiará por el sendero de su excelentísima santidad y estará a su lado cuando tenga que soportar los asaltos del maligno. Su ángel no lo abandonará jamás en esta pugna, que en ciertos momentos se volverá atroz y que durará toda su vida.
Padre Pío tenía, por su ángel de la guarda, una profunda, tierna, confidente devoción, que rompía toda barrera y reducía cualquier diferencia entre ellos, haciendo a padre Pío un ángel y de su ángel una criatura humana.
El compañero de su infancia también ha sido su amigo durante su juventud, su compañero durante la madurez y su apoyo en la vejez. Y, además, era quien le servía de ayuda en su “caminar” lejos del convento, a lo largo del mundo para socorrer a las personas que lo necesitaban, que pedían su intervención.
- Pedir la gracia que se desea alcanzar de san Pío de Pietrelcina en esta novena.
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final
Haz, Señor, que la memoria del padre Pío y su enseñanza, estén presentes en nuestras mentes y nos inspiren pensamientos y propósitos de santidad. Y a ti, padre Pío, nos dirigimos con filial confianza. Bendice, padre Pío, a nuestras personas, nuestras familias, nuestros seres queridos. Tú, el “santo de los estigmas”, que has conocido el dolor y la soledad del corazón, reconforta al que sufre, al que está solo, al que tiene el corazón en pena. (Ativan) Tú, guía y maestro de tantas almas en el camino de la salvación, enséñanos la vía de la santidad y ayúdanos a cumplir siempre la voluntad del Señor. Amén
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. +