“Si Jesús se manifiesta, agradécelo. Si se esconde, agradécelo también. Son juegos del amor”
Por la señal de la Santa Cruz+
de nuestros enemigos +
líbranos, Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Oración inicial
Padre de bondad y misericordia, fuente inagotable de vida y felicidad, te pido, por intercesión de san Pío de Pietrelcina, me concedas ser semejante a él: sencillo y humilde, libre y alegre, pobre y laborioso.
Porque confío en tu amor y en tu gracia, hoy te ofrezco libremente cuanto soy y cuanto tengo, deposito mi pasado en tu misericordia, encomiendo mi fututo a tu providencia y me quedo tranquilo tratando de vivir un día a la vez.
Te entrego mi memoria, mi inteligencia y mi voluntad. Te consagro mis fuerzas y mis límites, tómame como soy y haz de mí, como hiciste del padre Pío, un buen cristiano y un honrado ciudadano que te alabe sirviendo a mis hermanos. Amén
Lectura bíblica del primer día:
“Que el Señor encamine el corazón de ustedes al amor de Dios y a la paciencia de Cristo”. Tesalonicenses 3, 5
Francisco Forgione, quien toma el nombre de fray Pío de Pietrelcina cuando viste el hábito de Capuchino, nació en Pietrelcina, Italia. Sus padres eran pobres, pero ciertamente ricos en su vida de fe y en el amor de Dios. Desde niño mostró un inagotable recogimiento del espíritu y el amor a la vida religiosa, le gustaba ir a la Iglesia y orar. Siendo un joven muchacho era capaz de comunicarse y ver, no solamente a su ángel de la guarda, sino también a Jesús y a la Virgen María. Cuando entró al noviciado de la orden Capuchina de los Hermanos Menores, fue admirado por sus compañeros de estudios, como por sus superiores por su comportamiento ejemplar y su profunda piedad. Había algo en él que lo distinguía, actuaba en silencio, era muy humilde y muy recogido. Padre Pío sentía al convento y a la Iglesia santa María de las Gracias de San Giovanni Rotondo como su “palacio real”. Aquel pueblito del monte Gargano lo cobijaría toda su vida, allí todo hablaba de Dios.
- Pedir la gracia que se desea alcanzar de san Pío de Pietrelcina en esta novena.
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final
Haz, Señor, que la memoria del padre Pío y su enseñanza, estén presentes en nuestras mentes y nos inspiren pensamientos y propósitos de santidad. Y a ti, padre Pío, nos dirigimos con filial confianza. Bendice, padre Pío, a nuestras personas, nuestras familias, nuestros seres queridos. Tú, el “santo de los estigmas”, que has conocido el dolor y la soledad del corazón, reconforta al que sufre, al que está solo, al que tiene el corazón en pena. Tú, guía y maestro de tantas almas en el camino de la salvación, enséñanos la vía de la santidad y ayúdanos a cumplir siempre la voluntad del Señor. Amén
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. +