“La confesión es la limpieza del alma”
Por la señal de la Santa Cruz+
de nuestros enemigos +
líbranos, Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Oración inicial
Padre de bondad y misericordia, fuente inagotable de vida y felicidad, te pido, por intercesión de san Pío de Pietrelcina, me concedas ser semejante a él: sencillo y humilde, libre y alegre, pobre y laborioso.
Porque confío en tu amor y en tu gracia, hoy te ofrezco libremente cuanto soy y cuanto tengo, deposito mi pasado en tu misericordia, encomiendo mi fututo a tu providencia y me quedo tranquilo tratando de vivir un día a la vez.
Te entrego mi memoria, mi inteligencia y mi voluntad. Te consagro mis fuerzas y mis límites, tómame como soy y haz de mí, como hiciste del padre Pío, un buen cristiano y un honrado ciudadano que te alabe sirviendo a mis hermanos. Amén
Lectura bíblica del segundo día:
“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda maldad”. 1 Juan 1, 9
La confesión era el principal trabajo diario del padre Pío. Él hacía este trabajo mirando dentro de los penitentes. Le bastaban pocas palabras, pero muy oportunas, verdaderas, capaces de identificar inmediatamente lo que su interlocutor necesitaba. Sabía leer en el alma de la persona que tenía adelante.
El padre Pío exigía que cada confesión fuese una verdadera conversión. Nunca toleraba una falta de honestidad en la explicación de los pecados. Exigía una franqueza total de parte del penitente, una verdadera contrición de corazón y una firmeza absoluta en las futuras resoluciones de la persona. San Pío decía sobre las confesiones: “Hubo períodos en los que oía confesiones durante muchas horas sin interrupción. No tenía tiempo para mí. Pero Dios me ayudaba efectivamente en mi ministerio. Siento la fuerza de renunciar a todo, con tal de que las almas regresen a Jesús y lo amen”.
Para san Pío de Pietrelcina confesar era un esfuerzo muy grande por la gran pena que sentía por el pecado, y por la gran lucha interior que tenía, él se consideraba pecador y sentía en muchas ocasiones que no estaba en gracia de Dios. Esta gran humildad que manifestaba padre Pío, hizo que el Señor pudiera derramar muchas gracias a través de sus confesiones. Confesiones que se convertían en una lucha contra Satanás para arrebatarle almas y entregárselas al Señor, por medio de María.
El Papa Francisco expresa: “San Pío no se cansó de recibir a las personas y escucharlas. Siempre tuvo fuerzas para difundir el perfume del perdón del Señor. Podía hacerlo porque estaba unido a la fuente: se saciaba perennemente de Jesús”.
- Pedir la gracia que se desea alcanzar de san Pío de Pietrelcina en esta novena.
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final
Haz, Señor, que la memoria del padre Pío y su enseñanza, estén presentes en nuestras mentes y nos inspiren pensamientos y propósitos de santidad. Y a ti, padre Pío, nos dirigimos con filial confianza. Bendice, padre Pío, a nuestras personas, nuestras familias, nuestros seres queridos. Tú, el “santo de los estigmas”, que has conocido el dolor y la soledad del corazón, reconforta al que sufre, al que está solo, al que tiene el corazón en pena. Tú, guía y maestro de tantas almas en el camino de la salvación, enséñanos la vía de la santidad y ayúdanos a cumplir siempre la voluntad del Señor. Amén
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. +