Y aprender de las malas experiencias
Muchas veces, cuando nos vemos en situaciones complicadas, tenemos algún problema de difícil solución, algún malestar físico o un familiar o amigo enfermo, solemos recurrir al “ayúdame Dios por favor”, “ayúdame Dios mío” y sabemos que Dios, está ahí para nosotros, para lo que lo necesitemos, ya antes de pedírselo él estaba ayudándonos.
Pero luego que paso la tormenta, cuando todo se solucionó, nos olvidamos de agradecerle al Señor por su ayuda, por haber estado justo cuando lo necesite, como cuando recurrimos a un amigo para que nos de una mano con esto o aquello, después que recibimos su ayuda no lo vamos a dejar ir, así como así. Debemos agradecer a uno y a otro, para que si hay una próxima vez que lo necesitamos el vendrá a nosotros sin dudarlo. ¿Pero si no somos agradecidos, quien estará dispuesto a extendernos una mano cuando nos caigamos al pozo?
Hoy piensa en esos momentos y reflexiona si has dado las gracias por los favores, los servicios prestados, por aquella persona que detuvo su auto para dejarte cruzar la calle, o aquella otra que te ayudo con las bolsas del mercado, aquel compañero de trabajo que te facilito una lapicera o una carpeta. No es necesario que sean grandes cosas las que otros hagan por mí, debemos ser agradecidos siempre sin importar a quien le debemos agradecer.
Es momento de ser agradecido, de darle el valor a todo lo que Dios ha creado para vos. Él nos llena con su ejemplo, con sus reflexiones y sobre todo con su experiencia. Experiencia que nosotros debemos tener presente para no volver a caer en los mismos errores.
Medita cada día en los actos en os que te has equivocado, que estos te sirvan como experiencia para no volver a cometerlos. Hoy es día de agradecimiento, da las gracias a quienes hacen cosas por vos. ¿Y hoy, ya pensaste a quien le vas a agradecer?
¡¡¡Te doy una ayuda, empeza por agradecer a Dios!!!
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