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Torino: I Becchi, hoy Colle Don Bosco

por Horacio Espinosa
Exterior de la Basicila

El lugar en donde el fundador de los salesianos dio sus primeros pasos y el abrazo celestial de María Auxiliadora.

La visita a Turín me llevó a averiguar con antelación dónde quedaba I Becchi, la tierra natal de San Juan Bosco. El resultado: no había en ninguna parte una localidad con ese nombre.

Me contacté entonces con un periodista que solía postear en Facebook fotos sobre el lugar y él me dijo que éste se llama ahora Colle Don Bosco, en honor al santo salesiano.

Llegar hasta Colle Don Bosco desde Torino lleva aproximadamente 40 minutos en auto y alrededor de 2 horas en transporte público.

Poco antes de subir a la colina en donde está la Basílica, se pasa por el pueblo donde nació Santo Domingo Savio, un alumno de Don Bosco que es uno de los santos no mártires más jóvenes de la Iglesia católica.

A medida que íbamos subiendo, mi corazón comenzó a acelerarse sin saber bien el motivo. Estacionamos nuestro auto en un costado de la Basílica. Era día de semana y había muy poca gente. Fuimos temprano en la mañana y disfrutamos toda la jornada.

Ingresamos por primera vez al templo por una puerta lateral. La iglesia es moderna, grande e impactante. Sobre el altar se eleva una imagen de Jesús que parece estar flotando en el aire y se aprecia una imagen de María Auxiliadora en el costado izquierdo. Esta imagen es la que me quebró, me hizo caer de rodillas a rogar a nuestra Madre por todas mis faltas, por todo eso que debí hacer y no hice, por esa palabra o abrazo que alguna vez negué, en resumen, por mis miserias humanas.

No sé decir cuánto tiempo estuve en ese lugar. Parecía un niño bajo la protección de su mamá; estaba, efectivamente, bajo el cuidado de mi madre celestial: María Auxiliadora. Allí, de rodillas, me di cuenta de muchas cosas, pero principalmente entendí que la Virgen definitivamente estaba dentro de mi corazón. Advertí que los salesianos que había conocido de pequeño realmente habían plantado en mí la semilla de María Auxiliadora y ahora esa semilla estaba dando frutos. Fue uno de los momentos más emocionantes de todas mis peregrinaciones.

Luego nos dirigimos hacia la casa del nacimiento de San Juan Bosco, que está a escasos metros de la Basílica. De camino, pasamos por el lugar a donde Juanito tuvo a sus 9 años el sueño que cambiaría su vida…

“En el sueño me pareció estar junto a mi casa, en un paraje bastante espacioso, donde había reunida una muchedumbre de chiquillos en pleno juego. Unos reían, otros jugaban, muchos blasfemaban. Al oír aquellas blasfemias, me metí, en medio de ellos para hacerlos callar a puñetazos e insultos. En aquel momento apareció un hombre muy respetable, de varonil aspecto, notablemente vestido. Un blanco manto le cubría de arriba abajo; pero su rostro era luminoso, tanto que no se podía fijar en él la mirada. Me llamó por mi nombre y me mandó ponerme al frente de aquellos muchachos, añadiendo estas palabras: ‘No con golpes, sino con mansedumbre y caridad deberás ganarte a éstos tus amigos. Ponte, pues, ahora mismo a enseñarles la fealdad del pecado y la hermosura de la virtud”

Recordemos que San Juan Bosco tuvo más de 100 sueños que fueron guiando toda su santa vida, además de estar acompañado por Mamá Margarita, quien fue pilar, sostén y guía del santo.

Antes de llegar a la Casa Natal, hay una capilla de Adoración Permanente, chica, acogedora, un lugar sumamente especial, donde uno siente arder el corazón por la presencia del Señor. Nos quedamos un buen rato en silencio, recibiendo la gracia que ese sitio nos regalaba.

Antes de llegar a la Casa, hay una imagen de Mamá Margarita, la venerable que fue madre de tantos chicos huérfanos en los primeros tiempos del oratorio en Valdocco. Viuda a los 26 años, tuvo que hacerse cargo de su casa, sus tres hijos y su suegra, quien padecía hemiplejia. Pese a tal situación, fue una mujer educadora, sabia y santa. Los consejos que dio a Juan y a los demás niños que cuidaba están vivos hoy en muchos ex alumnos salesianos.

Uno de los pensamientos más conocidos de Mamá Margarita es el que le confió a Juan el día de su consagración religiosa:

“Acabas de vestir la sotana, querido Juan. Puedes imaginar la alegría de mi corazón. Pero no olvides que no es el hábito el que honra tu estado, sino la práctica de las virtudes. Si no vas a ser santo, ¡quítate esa sotana enseguida! Prefiero ser madre de un pobre campesino antes que de un sacerdote descuidado de sus deberes. Al nacer, te consagré a la Santísima Virgen. Cuando empezaste los estudios te encomendé la devoción a nuestra Madre. Ahora te suplico que seas del todo suyo. Ama a sus devotos y, si llegas a ser sacerdote, propaga sin descanso la devoción a tan buena Madre»

También cerca de la entrada, hay banderas de algunos países en los que casas salesianas han formado a numerosos jóvenes en la Fe.

La Casa de Don Bosco es pequeña y sencilla. A modo de museo, se pueden ver la habitación, la cocina y un pequeño espacio que funcionaba como comedor familiar.

Más tarde, regresamos a la Basílica. Ingresamos por la puerta principal y descubrimos que en ese espacio hay mensajes de Mamá Margarita a Juanito Bosco.

Un altar lateral está dedicado a Santo Domingo Savio, el joven patrono de las embarazadas. Tal título lo obtuvo a partir de una anécdota que cuenta que en una oportunidad se encontraba en el Oratorio y le pidió permiso a Don Bosco para ir a ver a su madre enferma. Nadie sabía de esa enfermedad, pero ante la insistencia de Domingo, Don Bosco lo dejó ir.

La mamá estaba luchando por dar a luz a un nuevo hijo y corría peligro su vida. Domingo entró, la abrazó, la besó y dejó sobre el pecho de la mujer un escapulario con una imagen de la Virgen María.

Santo Domingo Savio regresó después al oratorio y le agradeció a Don Bosco el permiso. Le contó que su madre está bien, dado que ésta pudo dar a luz al bebé sin ningún problema.

Todos vieron el milagro y ella misma prestaba el escapulario a otras mujeres que tenían dificultades con el embarazo. Fueron muchas las gracias concedidas a través de ese objeto bendito y por intercesión del santo, por lo que muchas familias se acercan aún hoy a entregar algún regalo en agradecimiento de favores recibidos.

Debajo del altar principal hay un cuadro en el que San Juan Bosco aparece rodeado de sus muchachos, con Mamá Margarita y una imagen de la Consolata. Detrás de ese sitio, hay un espacio para rezar frente a una reliquia del santo educador.

Tuvimos la gracia de participar de la Santa Misa junto a sacerdotes, hermanas consagradas a María Auxiliadora y algunos pocos feligreses.

Al finalizar la visita, nos acercamos a un puesto de venta de productos religiosos. Allí compramos una réplica de la imagen de Jesús que parece flotar en la iglesia principal y el artículo fue bendecido por un padre salesiano de la Basílica.

Sin dudas, fue una visita que tocó lo más profundo de mi corazón. No puedo más que agradecer al Señor la posibilidad de haber conocido este sitio que me llenó el alma.

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