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10 Minutos con Jesús. Hoy: Las mujeres.

por 10 Minutos con Jesús

A tres días del Miércoles de Ceniza, inició de la Cuaresma,  compartimos una de las meditaciones que difunde el equipo de 10 Minutos con Jesús. El equipo de 10 Minutos con Jesús está conformado por sacerdotes y laicos de EE.UU., México, Inglaterra, España, Colombia, Kenya, Filipinas, que hacen posible que miles de personas de todo el mundo pasen 10 minutos diarios de conversación con Jesús a través de WhatsApp, Spotify, Telegram, Instagram, YouTube, Ivoox, Podcast de Apple, Google Podcast.

Señor mío y Dios mío. Creo firmemente que estás aquí; que me ves; que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracias para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda, interceded por mí. 

De charla con unos amigos

El domingo pasado estuve charlando con los amigos que tienen una hija monja muy joven, misionera en África, en un sitio muy pobre y de muy difícil acceso. Acababan de volver de estar con ella. Ayudaron a esa comunidad religiosa en un colegio que tienen para niñas de la zona que son niñas musulmanas en su inmensa mayoría. En un momento de charla con las religiosas, le preguntaron a cada una cuál era el motivo de seguir esa vocación. La hija cuando hablo, con mucha naturalidad, dijo que decidió dejar de lado el temor y optar por el amor. Me han ayudado mucho esas palabras: “decidí dejar de Dios en sus vidas y han optado por el amor, Dios ilumina el mundo, lo hace habitable con ese calor de su amor divino. En el evangelio se cuenta como el Señor iba preparando a los discípulos para la misión que les confiaba y el anuncio de la buena nueva. Nos dice que designó a otros 72 y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir él. Y les decía que la mies es abundante y los obreros pocos. Se refería a la mies del mundo, a tanta gente necesitada de escuchar la voz de Dios, que no la oyen pues nadie se la transmite.

Más mujeres que hombres

Los primeros cristianos, hombres y mujeres, normales y corrientes, llenos de fe, se lanzaron a esa misión encontrándose con bastantes dificultades. Incluso para algunos, como bien sabemos, les supuso el martirio. Luego, generación tras generación, se ha ido evangelizando el mundo. Entre las personas que han tomado el relevo de sus primeros cristianos comprometidos llama la atención que ha habido y hay más mujeres que hombres. Por hacernos una idea de un aspecto concreto de la vida de la Iglesia católica actualmente hay 1.200.000 personas  que viven un compromiso de plena entrega al evangelio, en celibato apostólico. El número de mujeres es el doble que el de los hombres: 800.000 mujeres respecto a 400.000 hombres. Obviamente la mujer ha tenido, tiene Iglesia, en la evangelización, como acabo de decir,  es importantísimo su misión. Ya desde el comienzo, como demostró María, la madre de Jesús, y también otras muchas santas mujeres a lo largo de los siglos, han acercado el amor divino con todos esos rasgos de humanidad y ternura a cada persona. Es significativo que los apóstoles tras el drama de la cruz y de esa huida aquí que hicieron temiendo ser apresados, luego reaparecen unidos rezando con la Virgen María, que no ha tenido miedo de estar a los pies de la cruz en la pasión del Señor. Iba a recoger a los apóstoles tras esa traición, entre comillas, sin rencor, con comprensión hacia su debilidad. Con esa dulzura y  humildad de quien ha optado por el amor y ha dejado de lado el rencor.  Ella le facilitó la vuelta al Señor.

Jesús y las mujeres

Se entiende que tu Señor, como explicaba San Juan Pablo II,  superando las normas de la época tuviste en tu relación  con las mujeres una actitud de apertura, de respeto, de acogida y de ternura. De este modo honrabas en la mujer la dignidad que le diste  desde siempre en tu proyecto de amor divino. En concreto, tu Señor la persona con las que además has estado unido, diciéndolo impropiamente, pero lo entendemos, pues es tu madre María, una mujer que ha sido la que más sincronizado ha tenido su corazón contigo. Ella nos ha permitido contar en el mundo con Dios y ahí no hubo participación alguna de varón. Ella una mujer, adelanto los tiempos de Cristo, cosa que no hizo a nadie, con ese milagro de transformar el agua en vino en Canaá para esos novios. Y  es significativo que de los numerosos discípulos del Señor sólo unas mujeres hicieron lo que no fueron capaces los apóstoles: permanecer junto a ti en la cruz. Y  llama la atención que la primera persona a quien te apareces Señor una vez resucitado es María Magdalena. En la historia de la Iglesia hay muchísimos ejemplos de esa fuerza evangelizadora de las mujeres.

Ellas, ellas

Recordamos la vida de Agustín de Hipona, muy desfasado y la oración de su madre Mónica, Santa Mónica, pidiendo su conversión de modo insistente. No dudó jamás Agustín de que su conversión la mereció su madre con su oración tan poderosa. Cuando vio la luz de Dios para emprender ese nuevo camino como cristiano, rápidamente fue a comunicárselo, lo cuenta él: “Entramos a ver a mi madre indicándoselo y se llenó de gozo. Le contamos el modo como había sucedido y saltaba de alegría y cantaba victoria por lo cual te bendecía a ti, que eres poderoso para darnos más de lo que pedimos o entendemos. Porque veía que le habían concedido respecto de mí mucho más de lo que constantemente te pedía con sollozos y lágrimas piadosas. Además de facilitar tantos encuentros con Dos, a lo largo de los siglos, las abuelas y las madres habéis transmitido el sentido más profundo de la práctica religiosa a los hijos ya los nietos en las primeras oraciones y los primeros gestos de devoción que aprendemos de niños. Ahí se inscribe el valor de la fe en la vida de los seres humanos. En las catequesis de tantas profesoras y catequistas habéis explicado con profundidad y con hondura y con cariño el catecismo. Las que os habéis dedicado también a cuidar ancianos, desamparados, enfermos terminales o recoger y formar a niños abandonados. De tantas cosas se han ocupado. Habéis conseguido generar también en el mundo esa paz del hogar. Habéis convertido el mundo en un hogar. Es fácil ver también tanta madre de familia que intenta y procurar lograr cosas que aparentemente son imposibles. De atender a la familia, desempeñar bien su trabajo, actualizar su formación, desarrollar su vida personal y social. Cosas muy ambiciosas todas que son difíciles de cuadrar. Nos decía el Papa Francisco que las madres son el antídoto más fuerte ante la difusión del individualismo egoísta. Individuo quiere decir que no se puede dividir. Las madres en cambio se dividen a partir del momento en el que acogen a un hijo para darlo al mundo y criarlo. La iglesia y el mundo deben mucho a las mujeres que saben entregarse por los demás. Como señala el prelado del Opus Dei- al hablar de los 90 años del inicio de la labor con mujeres- da mucha alegría contemplar como las maravillas de Dios se cumplen y realizan a través de tantos frutos de santidad femenina al servicio de las demás personas.

Mujeres maravilla

Quizá a ti como a mí es fácil contar maravillas que guardan relación con una mujer de tu entorno. En definitiva, son numerosísimas las mujeres que de la mano de Dios han generado con su servicio en la Iglesia verdaderas revoluciones de la ternura. Según esa expresión del Papa Francisco. Gracias a su capacidad de testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la entrega, la fuerza moral, la humanidad cuenta con fuerzas para afrontar problemas y dificultades. De  otro modo en un entorno de frialdad, cuando se experimenta falta de amor, el clima se enfría y se hiela y la vida se hace muy dura. El Papa Francisco lo ilustraba con una idea de gran literato italiano Dante Alighieri, que en su descripción del infierno se imagina al diablo sentado en un trono de hielo. Su morada es el hielo del amor extinguido. Qué fácil que se enfríe el amor. Basta pensar lo que nos pasa cuando nos dejamos arrastrar por el egoísmo, por la soberbia, por la ira, por los odios y los rencores. Sólo a presencia de una corriente de amor de alguien que nos transmite ese cariño desinteresado, verdadero que comunica el amor de Dios nos despierta y nos revive. El señor con su mirada de amor y comprensión revivió además al buen ladrón crucificado a su lado con una vida a sus espaldas llenas de delitos y de problemas. Y  más se abrió se amor y revivió. Cuántas mujeres habéis devuelto su dignidad a quienes se morían en el frío de sí mismos. Se entiende Señor que de la santidad de la mujer depende en gran parte la santidad de las personas que la rodean. Hoy podemos dar gracias a Dios por la mediación de la mujer en nuestro camino a Dios. La Iglesia, escribía San Juan Pablo II, desea dar gracias a la Santísima Trinidad por el misterio de la mujer y por cada mujer. Por las maravillas de Dios que en la historia de la humanidad se han realizado en ella y por ella. Reconozcamos la fuerza de santidad que trae en la mujer a la Iglesia y pidamos a Dios que no se apague nunca la luz de su fe, de su esperanza y de su amor. Se lo pedimos a la Virgen Santa María.

Final, final

Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi Guarda, interceded por mí.

 

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