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«La confianza en Dios y el buen humor de Tomás Moro»

por Pbro. Tomás Trigo
Dios te quiere

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Si confiamos totalmente en Dios, seremos capaces de razonar como santo Tomás Moro (1478-1535) en la famosa carta que escribió a su hija Margarita, mientras estaba encerrado en la Torre de Londres: 

«Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor. 

Aunque estoy convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de mi vida pasada es tal que merecería que Dios me abandonase del todo, ni por un momento dejaré de confiar en su inmensa bondad. Hasta ahora, su gracia santísima me ha dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las ganancias y la misma vida, antes de prestar juramento en contra de mi conciencia». 

Tomás fue acusado de alta traición por no prestar el juramento antipapista que haría nacer la Iglesia anglicana, por oponerse al divorcio de Enrique VIII, su gran amigo, con Catalina de Aragón, y por no aceptar el Acta de Supremacía, que declaraba al rey como cabeza de la nueva Iglesia. 

Era tal su confianza en Dios, que no perdió el buen humor ni en el momento del martirio. El verdugo le pide perdón de rodillas –como era costumbre–, y Moro le dice: «¡Ánimo, hombre!, no tengas miedo a cumplir con tu oficio. Mi cuello es muy corto. Ándate, pues, con tiento y no des de lado, para que quede a salvo tu honradez».

El ejecutor quiere vendarle los ojos, pero Moro se los cubre él mismo, tapándose la cara con un pañuelo que trae. Se reclina despacio, colocando la cabeza sobre el tajo. Al quedarse prendida la barba entre el cuello y el madero, advierte al verdugo: «Por favor, déjame que pase la barba por encima del tajo, no sea que la cortes».

«Éstas fueron las últimas palabras de Tomás Moro. Supo burlarse de sí mismo y colocar sus asuntos, su propia muerte, bajo la lente de lo relativo. Y es que ante Dios, única realidad para la que merece la pena vivir, nuestra muerte tampoco es importante. Hay que tener el alma de un niño y tomar con fuerza la mano del Padre, para poder hacer bromas ante la propia muerte» (Tadeusz Daiczer).

A Tomás Moro se atribuye una oración que manifiesta no solo sentido del humor y sentido común, sino también sentido sobrenatural y confianza en Dios:

«Concédeme, Señor, una buena digestión,
y también algo que digerir.
Concédeme la salud del cuerpo,
con el buen humor necesario
para mantenerla.
Dame, Señor, un alma santa
que sepa aprovechar
lo que es bueno y puro,
para que no se asuste ante el pecado,
sino que encuentre el modo
de poner las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca
el aburrimiento, las murmuraciones,
los suspiros y los lamentos,
y no permitas que sufra excesivamente
por ese ser tan dominante
que se llama: YO.
Dame, Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia
de comprender las bromas,
para que conozca en la vida un poco de alegría
y pueda comunicársela a los demás. Amén».

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2 comentarios

jorge octubre 12, 2020 - 9:33 pm

como puedo conseguir el libro Dios te quiere y Tu no lo sabes en Argentina? gracias

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Pbro. Tomás Trigo octubre 13, 2020 - 4:28 am

Jorge: Se está preparando una edición del libro en Argentina desde hace unas semanas. Las cosas van lentas. De todas formas, si me escribes un mail te puedo enviar a vuelta de correo un ejemplar en pdf. Mi mail es: ttrigo@unav.es. Saludos cordiales.

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