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Todos estamos llamados a la santidad

por Mons. Luis José Rueda Aparicio
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¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su recinto sacro? El hombre o la mujer de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor. 

Evangelio según San Mateo 5,1-12a

Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
«Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.»

Palabra del Señor.

Transcipción de La Voz del Pastor del 01 de noviembre del 2020

Estamos comenzando el mes de noviembre. Hoy es el primer domingo del mes y es el primer día. Y el primer día de noviembre siempre la Iglesia lo dedica a pensar en todos los Santos durante el año. En el año litúrgico se van recordando las fiestas y la memoria, y las solemnidades de los Santos, pero esta recoge la vocación de la Iglesia, la santidad, todos aquellos hombres y mujeres que a través de los siglos, que a través de la historia  en su familia, en su parroquia, allá en su pueblo han vivido una santidad y la han vivido en el silencio, en la sencillez de la vida el día de todos los Santos. 

Y eso nos permite recordar que usted y yo estamos llamados a la santidad, que su familia está llamada a la santidad y algunos dicen «no, es que para la santidad se tiene que ser extraño, tiene que ser una persona rara, tiene que ser una persona con muchos conocimientos. Conozco Santos que solo saben leer y escribir, que viven la santidad en la sencillez. 

Por ejemplo, Santa Catalina de Siena, dicen que no sabía leer ni escribir, sin embargo, el doctor de la iglesia porque la santidad es un don de Dios que uno pide, que uno recibe con los sacramentos, empezando por el bautismo, con la eucaristía, con la reconciliación, con la palabra de Dios. Y usted que es casado con el matrimonio y yo que soy ordenado con el sacerdocio ministerial, estamos llamados a la santidad. 

Los sacramentos, la palabra de Dios, la vida de cada día es una oportunidad para ser santos, hombres y mujeres, pero además esta solemnidad nos pone en el sermón de la montaña, Capítulo 5 del evangelio de San Mateo. Y encontramos que Jesús se sienta y los discípulos llegan donde él. 

Nosotros buscamos en la santidad. Él es el santo de los santos, el paso por la cruz, por la tumba, pero ha resucitado y él es el que nos envía a vivir la santidad y a propiciarla para que otros en todos los ambientes donde viven puedan vivir también este camino de santidad.

Y él nos está diciendo: dichosos los limpios de corazón, dichosos los pobres, dichosos los misericordiosos. Nos está dando una propuesta para vivir la santidad y esta propuesta va en contracorriente. Algunos dirían hay que ir con el mundo y el Señor nos ha dicho: hay que estar en el mundo sin ser del mundo, hay que ser sal y luz de la tierra, y eso lo logramos nosotros, y mire como la sal se mezcla con todos los alimentos. 

No aparece, no tiene espectáculo, no tiene show, pero sin embargo le da sabor a la vida. Así es la santidad, le da sabor a su vida, a su trabajo y a su familia; y así es la luz también. La luz hace falta, pero la luz no la podemos coger, no la podemos acaparar, no la podemos guardar y no la podemos aprisiona. La luz está dispuesta para todos, pues usted es sal y luz por ser bautizado. Hombre o mujer está llamado a la santidad y me alegra mucho ver parejas de esposos que han sido cañón. A 2 por ejemplo, los papás de Santa Teresita, del niño Jesús, esta familia, estos esposos han sido canonizados como San José y la Virgen que son el modelo de santidad de los casados. 

Pero así también hay viudas que han encontrado la santidad, hay hombres solteros, hay agricultores, hay personas de toda índole académico, grandes sabios, grandes misioneros, hombres de misión en distintos lugares. Pero también hombres y mujeres de la contemplación, del silencio, del ocultamiento. Es que la santidad tiene muchas facetas, tiene muchos colores, tiene todas las razas del mundo. 

El libro del Apocalipsis no va a decir que eran de todas las razas y de todos los pueblos, que era una gran multitud. Somos el pueblo santo, estamos llamados a la santidad. La iglesia es pecadora por sus miembros, pero es santa por el Espíritu Santo que la acompaña por el fundamento que es Cristo Jesús y por la meta que es el corazón de Dios, nuestro Padre.

La santidad es lo normal de la vida, me alegra mucho ver esa beatificación de este adolescente, de este joven citó, de este niño de 15 años Carlo Acuti, en Italia, un Santo con tenis, con jeans, con camiseta. Le gusta el fútbol, le gusta el Internet, a través del internet hace misión, ama la eucaristía y dice la eucaristía es la autopista para llegar al cielo. 

Mire como este joven, siendo joven y de este tiempo y de vida ordinaria, encontró el camino de la santidad. Hoy celebrando la vida de todos los Santos, la palabra de Dios, la iglesia, nos llaman a la santidad. El Papa Francisco escribió una exhortación, una carta muy bella que se la recomiendo a ustedes, se llama gaudete exultate que significa en español, gozamos y regocija os, y él nos da allí una puntadita en el corazón, en la vida de la iglesia, en la vida de la familia y en la vida del mundo. 

Estamos llamados a vivir la alegría de ser santos, porque el santo no puede ser una persona triste, amargada, pesimista, resentida. No estamos en el mundo y en el mundo hay guerra y violencia, hay distintos desafíos, pero ahí estamos llamados usted y yo, sus familiares y todos los bautizados a vivir la santidad. 

La santidad es un don de Dios, el mundo necesita hombres y mujeres santos, así como había guerra y ha existido todavía la guerra y la violencia, han existido grandes santos como San Juan Pablo II, amando a toda la humanidad como la madre Teresa de Calcuta, inclinándose ante el dolor del enfermo y en el pasado y en el presente ha habido santos. 

La fuente de la santidad es la vida en Dios, es la vida guiada por el Espíritu Santo, es siguiendo a Cristo Jesús que da la vida por amor para salvarnos, es sintiéndonos amados por el padre celestial, es alimentándonos de la Eucaristía, de los sacramentos, de la palabra y es cumpliendo una misión cada día en el hogar y en los distintos lugares donde vivimos. 

Qué bello usted y yo tenemos una vocación, la santidad. Vivámosla con alegría, vivámosla que el mundo necesita hombres y mujeres felices y santos. 

Que el Señor nos bendiga en esta semana y que nuestras obras expresen ese camino de santidad que el señor nos permite vivir, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. 

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