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“El Señor pasa por nuestra vida, pasa por nuestra historia, sanándonos»

por Mons. Luis José Rueda Aparicio
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Hoy el Señor nos dice en el Salmo: Que Él abre los ojos al ciego, que endereza a los que ya se doblan, que ama y sustenta a los pobres y a los peregrinos”.

Evangelio según san Marcos 7,31 -37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.

Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.

Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:

«Effetá», esto es: «Ábrete».

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían:

«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

Palabra del Señor

Transcripción de La Voz del Pastor del 5 de septiembre de 2021

Nos encontramos con Jesús, el caminante, el itinerante de nuestra vida, el que va por todos los lugares, que llega a su casa también y a su familia, hoy lo vemos en el capítulo 7 de san Marcos caminando más allá de las fronteras de Israel, que está por las regiones de Tiro y Sidón, está por las 10 ciudades, por la Decápolis, está caminando. ¿Qué hace Jesús, qué hace el Hijo de Dios con sus discípulos en estas regiones de paganos? Él ha venido a salvar a la humanidad perdida, a buscar a la oveja perdida, a usted, a mí, a la familia, a la humanidad y nos da el mensaje que el papa Francisco nos comunica permanentemente: “Una Iglesia en salida, una Iglesia que busca, una Iglesia que abre las puertas, una Iglesia que se pone en camino para buscar al que lo necesita”.

Y estando en estas regiones de Tiro y de Sidón, que son tierras paganas, es decir, tierras que no profesan la fe en el Dios vivo y verdadero, le presentan a Jesús, hombre limitado no puede oír, pero además, se comunica y habla con dificultad y es que eso lo prueban los médicos, alguien que no puede oír, difícilmente puede hablar, difícilmente se puede comunicar. 

Que mensaje tan bello el que nos da Jesús hoy y se aplica para su familia, se aplica para la sociedad entera, se aplica para nuestra relación entre nosotros y con Dios, “escuchar y poder decir la palabra prudente, sabia, oportuna”, eso es lo que Dios quiere; que entremos en la espiritualidad del diálogo. “El Señor pasa por nuestra vida, pasa por nuestra historia, sanándonos”, primero para que aprendamos a escuchar, para que escuchemos la voz de Dios en el silencio y en los acontecimientos de la vida, para que escuchemos a los demás, para que no nos enfrentemos de antemano, sino que escuchemos la postura del otro, incluso del que piensa distinto, del que se equivoca y cuando somos capaces de vivir la espiritualidad de la escucha, somos capaces de comunicar una palabra prudente, una palabra sabia, una palabra oportuna.

Hoy necesitamos que el Señor nos ponga saliva en la lengua, la saliva de Jesús, de la Palabra eterna, de la Palabra salvadora; que toque nuestros oídos y así empezaremos este mes y esta semana, con una actitud misionera, la actitud del diálogo que empieza por el silencio y por la escucha.

Que el Señor sane nuestra sordera y nos quite las limitaciones de nuestra comunicación, de nuestro mutismo, para que podamos ser hermanos y relacionarnos unos a otros, como hombres y mujeres que somos de la familia de Dios, del único padre que nos quiere unidos y en paz.

Que el Señor bendiga este mes que comienza y que bendiga los trabajos de su familia. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.  Amén

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