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Abadía Santa María de los Toldos – Argentina

por Horacio Espinosa

Muchas veces las redes sociales funcionan para saber qué hacen nuestros amigos. Este fue el caso de la siguiente bitácora: tras haber visto a una familia amiga en la Abadía Santa María, comenzamos a pensar en la idea de ir a pasar unos días en dicha abadía.

En la misma reside un sacerdote algo conocido en mi país (Mamerto Menapace) por ser un evangelizador humorista. No sé si es exactamente así la definición, pero es lo que hace realmente: acerca a la fe a través de cuentos y del humor.  

(Pre) Historia de la Abadía

La Abadía nace a partir del Monasterio de la Bienaventurada Virgen María de Einsiedeln.

La vida monástica benedictina llega a Los Toldos de la mano de los monjes que vinieron desde Suiza para implantarla en esta región. 

Estos monjes fueron el nexo de unión, entre san Benito y esta realidad actual que es el Monasterio de Los Toldos. 

Todo comenzó en el año 835, cuando un monje llamado Meinrado decidió, con permiso de su abad, irse definitivamente a vivir como ermitaño. Eligió un sitio llamado la Oscura Foresta, ubicado no muy lejos del lago de Zürich, en Suiza, a una altura de 910 metros sobre el nivel del mar. Allí habitó Meinrado por espacio de veintiséis años, sin experimentar el deseo de abandonar ese lugar tan aislado.

Dedicó su vida al servicio de su Creador en la oración, y también con caridad a los ocasionales visitantes y pobres que se acercaban a su retiro. 

Una abadesa y algunos otros ermitaños ayudaron a Meinrado a edificarse una ermita, que comprendía una capillita, un sitio para alojar a sus eventuales huéspedes y, un poco más retirada, la celda del ermitaño. 

Según algunos comentarios la capilla disponía de un altar, unos candelabros, relicarios, una biblia y un misal. Meinrado poseía asimismo una copia de la Regla de san Benito y, tal vez, algún que otro ejemplar de las obras de los Padres del desierto. 

La piedad mariana caracterizaba al monje eremita, lo cual seguramente era una herencia de su formación monástica en Reichenau (monasterio situado en una isla del lago de Constanza). El 21 de enero del año 861, dos ladrones aparecieron en los bosques solitarios. Tenían planeado asistir a la misa celebrada por el ermitaño Meinrado para luego robarle sus supuestos tesoros. Meinrado los recibió con caridad y no se le ocultaron las intenciones de sus huéspedes. Estos, tras matarlo, huyeron del sitio; pero unos cuervos «domesticados» que visitaban al ermitaño para recibir algún alimento, los siguieron tenazmente hasta Zürich señalando así su fechoría (esta es la razón de la presencia de los cuervos en el escudo de nuestro Monasterio de Los Toldos).

Tras la muerte de Meinrado, algunos otros ermitaños permanecieron en las cercanías de su ermita. Allí pasó los últimos doce años de su vida como ermitaño un antiguo canónigo de la Catedral de Estrasburgo llamado Beno, acompañado por algunos discípulos que le decían «padre», título que también recibieron los primeros abades de Einsiedeln.

Beno murió el 3 de agosto del 940; fue enterrado en ese sitio y venerado como santo. En el año 934, el 16 de septiembre, llegó al lugar donde había estado la ermita de san Meinrado, el dean de la catedral de Estrasburgo, Eberhard, junto con sus sirvientes y domésticos. Logró convencer a los ermitaños que encontró para que se reunieran y constituyeran una comunidad según la Regla de san Benito, bajo el abadiato del mismo Eberhard. De esta forma el nuevo abad conseguía llevar a la práctica su santo sueño: erigir un muy observante monasterio de ermitaños en un valle aislado. Eberhard edificó las primeras dependencias para el monasterio, y el 24 de agosto del 948 se consagró la iglesia en honor de la Bienaventurada Virgen María y san Mauricio. La elección de este santo -soldado mártir- no era insólita, pues se trataba del patrón (junto con la Virgen María) de la Catedral de Estrasburgo, a cuyo cuerpo de canónigos habían pertenecido Beno y Eberhard. La fiesta del 14 de septiembre, la Santa Cruz, se señala en las fuentes como el día en que el obispo Conrado de Constanza se hizo presente en el monasterio para dedicar la «Capilla de las Ermitas». 

Con este acto quedaba completa la fundación de la Abadía de Nuestra Señora de las Ermitas. El 14 de agosto del 958 murió Eberhard. Desde entonces y hasta nuestros días nunca faltó la vida monástica en la Abadía de Einsiedeln.

La Fundación del Monasterio de Los Toldos

En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, la Comunidad de Einsiedeln era numerosa, contando alrededor de 200 monjes. Surgió entonces el proyecto de hacer una fundación en América del Sur. Ya había sido fundado en 1854 un monasterio en Estados Unidos de Norte América, poniéndolo bajo la advocación de san Meinrado (en el actual estado de Indiana, USA). 

En 1939 se encomendó a dos monjes de Einsiedeln -los padres Leopoldo y Policarpo- viajar a la Argentina con la finalidad de buscar un lugar apropiado para fundar el nuevo monasterio. Sin embargo, hasta 1947 su empresa no se había visto coronada por el éxito.

En paralelo, en 1942 muere Cayetano Sánchez Díaz, un próspero industrial, casado con María Tomasa de la Paz Marenco, quien a la muerte de su esposo dividió la estancia en chacras de 120 hectáreas que ofreció a sus peones y también a familias que quisieran adquirirlas. Se fue formando así una colonia de 12 a 15 familias. En septiembre de 1947, el nuncio en la Argentina, monseñor José Fietta, viajó a Roma y al regresar pasó por Suiza y visitó el Santuario de Einsiedeln. El nuevo abad fue informado de la llegada de Mons. Fietta y, al saber que residía en la Argentina, le comenta que en ese país se encontraban dos monjes buscando un lugar para establecer un monasterio. Mons. Fietta le contó entonces que, en el año 1945, había ido a bendecir una capilla que posiblemente sería donada por la dueña. El abad le preguntó si no podría ser el lugar para erigir el monasterio. El nuncio envió un cable y al día siguiente recibía la respuesta afirmativa de María Tomasa.

La Sra. de Sánchez Díaz ofrecía 600 Has., seis lotes de campo, lo plantado y edificado en ellos y una suma de dinero como para iniciar las primeras construcciones necesarias. El 2 de enero de 1948 el proyecto de la fundación fue votado y el ofrecimiento de la señora María fue aceptado. El abad Benno decía, entonces, que él también quería ser generoso; que pensaba mandar doce monjes (seis padres y seis hermanos), para que desde un principio la fundación funcionara como monasterio regular. En Pascua de ese año se celebró en la abadía madre una solemne bendición y despedida de los doce monjes, asumiendo el P. Eugenio Pfiffner el cargo de prior. El grupo fundador, en su viaje de un mes, visitó Roma y recibió en una audiencia privada la bendición del Papa Pío XII. Después viajaron tres semanas en barco hacia el nuevo destino. El 28 de abril arribaron al puerto de Buenos Aires.

El 3 de mayo de 1948 los doce fundadores llegaron a Los Toldos, junto con los padres Leopoldo y Policarpo, más dos exalumnos de la Escuela Agrícola de Pfäffikon (Suiza). Besaron «la tierra prometida» y entraron cantando al «templo», iniciando así el servicio de alabanza a Dios que desde ese momento ya no se interrumpiría más.

El 3 de mayo es, según consta en los documentos legales, el día de la fundación del Monasterio Santa María de Los Toldos.

Los monjes suizos en la región

Los fundadores se dedicaron a recibir y formar vocaciones surgidas del país, se atendía la escuela y un pequeño grupo de oblatos. 

Se prestó asimismo especial atención a los trabajos pastorales en el vecindario, a través de la escuela, la hospedería y diversas ayudas a comunidades de religiosas de la zona. 

En 1955 se crea la Vicaría del monasterio; en ese mismo año el p. Carlos había iniciado la construcción de las capillas en El Tejar y San Francisco. Luego se desarrollará la irradiación pastoral.

Como el monasterio era todavía un priorato dependiente de la abadía madre de Einsiedeln, el abad Benno Gut nombró para el cargo de prior al p. José Felber.

Después del Concilio Vaticano II se hizo un gran esfuerzo por llevar a la práctica la reforma litúrgica. El primer paso fue preparar los textos y la música de los himnos y las antífonas en castellano.

Contemporáneamente se intensificó la acción pastoral, especialmente con los descendientes de los aborígenes y pobladores pobres del campo. El p. José trajo de Roma a un grupo de Hermanas de la Caridad para la mejor atención humana y espiritual de esta colonia aborigen.

Se desarrolló notablemente la actividad productiva, intensificándola con nuevos medios técnicos. La novedad más importante fue la instalación de un tambo modelo (para aquellos tiempos) con fábrica de queso anexa.

Mientras tanto el prior José pedía con insistencia la independencia del monasterio y propuso al abad de Einsiedeln que se procediera a nombrar un prior argentino.

En 1968, el abad Raimundo de Einsiedeln visitó la fundación en Los Toldos, dependiente aún de aquella Abadía. Dado el gran crecimiento de esta comunidad, decidió dar al monasterio la independencia canónica en una celebración con mucha asistencia de amigos y vecinos, el 19 de mayo de 1968.

A los dos meses se recibió la aprobación de la Santa Sede. Como es característico en la vida monástica benedictina el superior le da su impronta a la comunidad. El p. Pedro, que había sido maestro de novicios, fomentó la realización de la renovación litúrgica y orientó las actividades pastorales y educativas de la comunidad. Suprimió el internado de la escuela, manteniendo el colegio rural para el vecindario en una nueva ubicación, en el predio de las Hermanas de la Santa Cruz. 

El 24 de septiembre de 1974 la comunidad de Los Toldos pudo elegir por primera vez a su prior. La elección recayó en el joven sacerdote p. Mamerto Menapace (el padre que mencioné al inicio de la bitácora), quien había llegado al Monasterio siendo un niño de once años, para incorporarse al oblatado. La comunidad contaba en ese momento con 13 monjes de votos solemnes. El Monasterio iba a cumplir sus primeros treinta años y se mantenían los mismos ideales, propósitos y tareas de los comienzos.

Seguía siendo un centro de irradiación religiosa y cultural. El p. Mamerto con su predicación, sus cursos bíblicos, sus publicaciones y charlas colaboró para que el Monasterio fuera cada vez más conocido, especialmente entre los jóvenes. Fue asimismo muy importante su apostolado en las capillas del «Campo de la Tribu», su actividad en la Radio de Nueve de Julio y la organización de una peregrinación anual, en correspondencia con la que se hace el primer fin de semana de octubre al santuario de la Virgen de  Luján (Provincia de Buenos Aires). 

Durante el priorato del p. Mamerto se comenzaron a asociar los monasterios de la parte sur p de América Latina, que después constituirían la Congregación Benedictina de la Santa Cruz del Cono Sur (1976).

Santa María de Los Toldos – o la Virgen Negra

AVE, GRATIA PLENA

La imagen de la Virgen Negra que es venerada en el Monasterio es una representación de la Madre de nuestro Salvador, que nos evoca su presencia maternal, nos atraerá a su amor, nos inspirará confianza para que le hablemos y le manifestemos nuestros pensamientos y anhelos.

Es una talla de madera que representa a María, joven madre, sonriente y que viene a nuestro encuentro; nos ofrece al Niño Jesús, que hasta parece caer de su mano, como expresando que Ella nos lo quiere dar. El Niño en brazos de la Madre nos sonríe también y levanta la mano derecha para bendecirnos. En su izquierda lleva un pajarito. Es posible que este detalle aluda a un texto de la biblia (Eclesiástico 24) o que el artista haya pensado en las leyendas de un evangelio apócrifo donde se cuenta que el Niño Jesús, jugando con algún compañero, había modelado pequeños pajaritos de barro y golpeando las manos los habría hecho volar.

María aparece como una joven de esbelta figura. Pocos artistas han logrado expresar un rostro tan bello y puro. Su cabello redondea su delicada cabeza con una trenza que se abre luego sobre sus hombros. Sus ojos hablan de humildad y ternura. La típica línea gótica le da a la figura vida y movimiento. Su mano derecha sostiene un cetro que, como la corona que lleva, señala su dignidad de Reina, su gloria y su poder intercesor ante el trono de Dios por medio de su Hijo divino.

Es copia de la imagen original que se venera desde siglos en el Santuario y Monasterio de Einsiedeln.

En su origen no fue negra; se fue oscureciendo a través de los siglos a causa del humo de velas y lámparas que ardían constantemente en su altar. Los peregrinos las entregaban o las encendían con el deseo de que continuaran ante la Virgen su presencia, su rezo y su amor.

Además intervino otro factor: en 1798, las tropas francesas de la Revolución invadieron gran parte de Suiza saqueando por doquier, incluso en las iglesias. Llegaron también a devastar el Monasterio de Einsiedeln y hasta demolieron parte del camarín. Luego mandaron a París noticias de que sus tropas traían un gran botín de ese santo lugar y entre lo más valioso la famosa Virgen Negra con sus joyas. Pero, en realidad, se habían llevado una copia de ella; pues los monjes, al tiempo que tuvieron noticias de la invasión, habían sustituido la imagen venerada por otra similar que tenían en la capillita de la enfermería y así salvaron la sagrada imagen. 

Años más adelante se decidió sacar el hollín de la Virgen y de las partes ennegrecidas, devolviéndoles el tinte original. Pero la imagen restaurada extrañó tanto a los que habían conocido la imagen oscura en sus peregrinaciones a Einsiedeln que la comunidad monástica resolvió pedir al pintor que devolviera el color negro al Niño y a la Madre. Y así lo hizo. Todo esto está asentado en los documentos archivados en el Monasterio. Desde entonces esta imagen es llamada la Virgen Negra.

Conociendo algo sobre los Monjes

El siguiente es un resumen del libro “Tomando por guía el Evangelio” (releyendo la regla de san Benito) de Pedro Alurralde.

Tipos de monjes:

  • Cenobitas
    • Son los que viven en comunidad, observan una regla y obedecen a un abad.
  • Ermitaños
    • Son quienes, no por un fervor de principiante sino después de una larga probación en el monasterio, han aprendido a combatir al adversario. Adiestrados en la filas de sus hermanos y ayudados por ellos, ya se encuentran en condiciones de lanzarse a la difícil y solitaria lucha del desierto. Allí, sin socorro humano y confiados en la gracia de Dios, se dedican con sus propias fuerzas a combatir los vicios de la naturaleza humana.
  • Sarabaítas
    • Son quienes, sin haber sido probados en la observancia de una regla y todavía fieles al mundo, mienten a Dios con su profesión monástica. De dos en dos, de tres en tres o también solos, sin pastor, apacentándose a sí mismos, tienen por única ley satisfacer sus caprichos. Llaman santo a todo lo que piensan y realizan, y condenan en cambio lo que les disgusta.
  • Giróvagos
    • Son quienes a lo largo de su vida recorren distintos monasterios y regiones, siempre vagabundos, nunca estables, esclavos de sus intereses egoístas y peores todavía que los anteriores. De su desgraciado modo de vivir mejor callar que hablar.

El abad

  • El abad que es digno de presidir un monasterio, nunca olvide que el nombre que se le da le exige comportarse como un padre. Porque la fe nos dice que hace en el monasterio las veces de Cristo, ya que se le llama con el mismo nombre, como recuerda el apóstol: “Recibieron el espíritu de hijos adoptivos que nos hace llamar a Dios: ‘Abba’, es decir, ‘Padre’“. Por eso mismo, el abad no debe disponer o enseñar nada contrario a la ley de Cristo, sino que su doctrina y sus mandatos deberán difundirse como fermento espiritual en las almas de sus discípulos. 
  • Piense el abad que en el temible juicio de Dios se le pedirá cuenta tanto de su doctrina como de la obediencia de sus discípulos, y sepa que será responsable como pastor ante el padre de familia por las fallas de sus ovejas. Pero habiendo hecho todo lo posible para aquietar y corregir a la grey inquieta y desobediente, sin conseguirlo, será absuelto en el juicio de Dios, y el castigo de muerte recaerá en cambio sobre la grey rebelde. Entonces podrá decir con el profeta: “No escondí tu justicia dentro de mí, proclamé tu fidelidad y tu salvación, pero ellos se rebelaron contra mí”. El que recibe el nombre de abad debe presidir a sus discípulos con doble doctrina, es decir, mostrando lo bueno y lo santo más con hechos que con palabras, de manera que a los discípulos aventajados les proponga los preceptos del Señor verbalmente, mientras que a los duros de corazón y a los simples, se los predique con el ejemplo.  
  • No haga acepción de personas en el monasterio. No ame a uno más que a otro, salvo al que sobresalga por las buenas obras y en la obediencia.
  • Conserven todos sus propios puestos en la comunidad y no se anteponga el rico al pobre. 
  • Si existen causas razonables y justas, el abad podrá modificar el orden comunitario, sin olvidar que “Dios no hace acepción de personas”; porque tanto el esclavo como el hombre libre, somos todos uno en Cristo y servimos a un solo Señor, y únicamente nos distinguiremos ante Él por nuestra humildad y buenas obras.
  • El abad debe cumplir en todo momento la norma del apóstol que dice: “Argumenta, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar”; es decir, que combinando tiempos y circunstancias y el rigor con la suavidad, muestre la severidad del maestro y el bondadoso afecto del padre; o sea, que a los indisciplinados, inquietos o negligentes debe corregirlos con firmeza; en cambio, a los obedientes, pacíficos y sufridos debe exhortarlos para que aprovechen más.
  • No disimule los pecados de los viciosos, sino extírpelos inmediatamente de raíz con toda energía, acordándose de la desgracia de Helí, sacerdote de Silo.

La obediencia compromete

  • Se obedece para servir. En la fe y en esta dimensión de obediencia servicial, el monje se encuentra comprometido a obedecer la voluntad de Dios. «Si, hermano, préstame ese servicio por amor al Señor y tranquiliza mi corazón en Cristo» (Flm 20)

Un perfil de monje

  • El monje es el hombre que con humildad escucha la voz de Dios a través de distintas mediaciones. Y escuchándola con el corazón, la obedece. U obedeciéndola, la encarna sirviendo a Dios en sus hermanos. «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho» (Lc 1,38)

Un silencio poblado

  • El silencio no es meramente un vacío impregnado de ausencias. Todo lo contrario, es una tregua de Dios, en medio de la cual palpitan innumerables presencias que han recalado en el corazón del monje y laten con rumor de humanidad. 

Descripción

La construcción de los edificios necesarios para la vida monástica se realizó según un proyecto que los monjes suizos traían consigo. Para las primeras edificaciones encontraron un arquitecto de habla alemana, don Carlos Fromm, quien preparó los planos.

Como la donación incluía una edificación existente, la capilla y una casa pequeña, se comenzó construyendo dos alas con veinte habitaciones y un amplio pasillo o claustro, para ubicar allí a la comunidad.

Más tarde se agregaron: una sala de capítulo, para las reuniones de la comunidad, que servía a la vez de biblioteca. Y un comedor para los monjes y huéspedes que hicieran retiro espiritual en el monasterio. 

Se construyó después un ala para la Escuela Agrícola con internado para 30 alumnos, la cual comenzó a funcionar el 21 de marzo de 1950, bajo la dirección de los pp. Alberto y Carlos. 

La capilla también fue modificada: se le extendió el presbiterio a fin de permitir la colocación de la sillería del coro. Al mismo tiempo se iban construyendo también todas las dependencias necesarias para la explotación agrícola y ganadera del campo: talleres, tinglado, silos para almacenar cereales. Se plantaron muchos árboles, se instaló una huerta, un viñedo y un apiario.

Al frente: capilla y casa que se hallaban en el predio cuando llegaron los fundadores. A la derecha y atrás: las dos alas con las habitaciones, la sala de capítulo y biblioteca, el refectorio y dependencias anexas; a la izquierda: el ala destinada a la Escuela Agrícola. En el centro: el patio interior de la comunidad.

La visita

Era febrero de 2020, pandemia de Covid vigente, incluso antes de las variantes más duras. Estando en casa comenzamos a pensar la idea de realizar un cuasi retiro en el Monasterio de Los Toldos.

Un jueves por la mañana nos pusimos en camino hasta Los Toldos donde llegamos al mediodía, poco después del rezo de la oración del mediodía.

Nos hospedamos y caminamos un poco por el campo, para luego comenzar compartiendo por unos días la vida de los monjes (al menos en su liturgia).

Los días pasaron siguiendo la liturgia de los monjes, caminando por el campo, conversando y leyendo algunos libros.

Durante un almuerzo nos preguntaron si queríamos conversar con algún monje. Nuestra respuesta fue un sí rotundo y sinceramente nos daba lo mismo hablar con el padre Mamerto (ex prior y sacerdote bastante conocido en nuestro país) o con cualquier otro monje.

La persona que nos hizo el ofrecimiento nos sugirió hablar con el padre Mamerto y nos dijo que a la mañana siguiente él nos iba a buscar.

Durante la oración de la mañana, el padre Mamerto estaba junto a los otros monjes, y al finalizar la oración de la mañana y la misa él se retiró. Entonces nosotros pensamos que estaba muy ocupado y no lo quisimos molestar.

Por la tarde la misma chica de administración nos dice que el padre nos había estado buscando, pero como no nos había encontrado nos citaba para la próxima mañana.

Así fue que en la mañana del día siguiente esperamos al padre después de la misa, pero él no llegaba donde nosotros lo esperábamos. Entonces nuevamente pensamos que quizás estaba muy ocupado y no quisimos molestarlo, pero de regreso a nuestro lugar, el padre – de 79 años en ese momento – corrió para conversar con nosotros. 

No comentaré el tema de nuestra conversación ya que no cambiaría nada en esta bitácora, pero solamente diré que el padre Menapace es un ser mucho más extraordinario de lo que se ve en los medios. Nos escuchó, aconsejó e incluso nos dio su visión con una alegría digna de quien vive en gracia de Dios. 

Tips de Viajero

  • Horarios de Liturgia: 
    • DOMINGOS
    • 6:00 h Oración de la madrugada
    • 8:30 h Oración de la mañana
    • 10:00h Misa
    • 12:00h Oración del mediodía
    • 18:30h Oración de la tarde
    • LUNES
    • 5:30h Oración de la madrugada (solo en Cuaresma)
    • 8:00h Oración de la mañana
    • 12:15h Oración del mediodía
    • 19:00h Oración de la tarde y misa 
    • DÍAS DE SEMANA (martes a viernes)
    • 5:30h Oración de la madrugada
    • 8:00h Oración de la mañana y misa
    • 12:15h Oración del mediodía
    • 19:00h Oración de la tarde
    • SÁBADOS
    • 5:30h Oración de la madrugada
    • 8:00h Oración de la mañana y misa
    • 12:15h Oración del mediodía
    • 18:30h Oración de la tarde
    • 21:00 Oración de la noche
  • Para llegar al Monasterio desde Nueve de Julio se puede acceder por la ruta Nacional nº 5. La distancia del Monasterio a esta ciudad es de 40km. Desde Junín se puede acceder por la ruta nº 7. El Monasterio se encuentra a 60km desde Junín; solamente quien viene por este camino pasará por la ciudad de Los Toldos antes de llegar al monasterio. Desde Buenos Aires hasta nuestro monasterio la distancia es de 350km aproximadamente.

Datos históricos y arquitectónicos: abadialostoldos.org

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