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Meditación del día 4 de diciembre

por Pbro. Luis A. Zazano

Evangelio según san Mateo 3, 1-12

En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
«Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca».
A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.
Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre.
La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro,
y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: «Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca?
Produzcan el fruto de una sincera conversión,
y no se contenten con decir: ‘Tenemos por padre a Abraham’. Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham.
El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible».

Cambiar de vida

1) Juan: Es la figura de la austeridad y de la coherencia. Te invita a vos y a mí a recordar que nos llenamos de cosas innecesarias y ver que no se necesitan grandes cosas materiales para ser feliz. Solo se necesita coherencia de vida y paz interior. Cuán importante es mirar tu vida y comprender que con tus acciones ya hablas del evangelio.

2) Conversión: La palabra fuerte de este segundo domingo de Adviento es «cambiar»,  darte cuenta que no todo lo hacemos bien y que hay cosas que uno tiene que cambiar. Que cuesta, por supuesto. Tanto en su relación con Dios como así también con los demás. Tenés que reconocer que hay cosas que hiciste mal, aceptarlas y asumirlas. Pagar el precio de los errores y asumir que algo mejor de vos va a salir. 

3) Un camino: Los cambios no son de golpe, el cambiar es un proceso. Se comienza por algo simple pero también difícil: sabiendo qué es lo que tengo que cambiar. Es allí dónde irás en el día a día y en la lucha cotidiana. Pero sabiendo que no son tan fáciles las cosas y que puede haber recaídas. Lucha en Dios y sabete abandonado en sus manos y que Dios algo bueno va a poner en tu corazón. Hasta el cielo no paramos.


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