Portada » Cuando se hacía música para Dios

Cuando se hacía música para Dios

por William Orbaugh
perotin-notre-dame

En el mes de junio hay varias celebraciones eclesiásticas, para las que históricamente se han escrito importantes obras musicales. Pero en esta oportunidad, más que hablar de alguna celebración en particular, quisiera aprovechar en general para preguntarnos:

 ¿Cómo sería una música para Dios? 

Dirigida a Dios, creada sobre códigos y elementos que quizás el hombre no alcance a apreciar y entender, pero que Dios sí entendería, porque se basan en parámetros universales y cósmicos. Una música que resuene en el universo y que supere los límites estéticos de lo meramente humano. 

Uno puede asumir que al final de cuentas, cualquier canto aunque sea entonado sin muy buena voz y se trate de una melodía sencilla, pero cantada con devoción, sería del agrado de Dios. Valga.

Pero, a ver si explico con un ejemplo lo que intento decir:

– Supongamos que usted conoce y quiere agradar a alguien a quien sabe que le encanta el color violeta: va y le compra algo lindo de color violeta y si tiene la ocasión de visitarla, se pone algo violeta, como para que se alegre y note que usted hace su mejor esfuerzo por agradarla. Además, digamos que sabe que su número favorito es el 3 y el suyo es el 4, así que juega con cosas que sean 3 y 4, así mismo 7 (la suma de 3 + 4) ó 12 (la multiplicación de 3 x 4), como diciendo: estoy contigo y es maravilloso lo que puedo hacer si estás conmigo. Ya entiende por dónde voy.

Ahora asumamos que ese alguien es Dios, a quien usted ama y respeta como a un padre, le teme como a un juez que todo lo sabe, le confía su vida como a un amigo y salvador y desea agradarlo, comunicarse con él, hacerle ruegos y alabanzas de la manera más correcta y elocuente posible. 

Desde los inicios del Cristianismo – por todo ese amor, respeto y devoción – al dirigirse a Dios, se lo hacía en latín (y no en idiomas vulgares) por ser considerado ése el idioma más “culto” de todos. Además, no simplemente se le hablaba como a un igual, sino que se “entonaba”, por considerar que el canto – con intervalos y modos rítmicos rigurosamente seleccionados – era la manera respetuosa, ceremoniosa y armoniosa de dirigirse a Dios. Una especie de “hablar cantado” basado en intervalos, ritmos, principios y cánones cósmicos, “divinos”.

Deseo compartirles una obra compuesta bajo esos criterios, por el monje y compositor conocido como “Perotín”, que vivió en Paris entre el año 1160 y el 1230. Es el compositor más importante del llamado período/escuela de Notre Dame. La obra que conoceremos se llama “Viderunt Omnes”(Viderunt omnes fines terrae salutare Dei nostri = Todos los confines de la Tierra han visto la salvación de nuestro Dios)

Les adelanto que – salvo que sean músicos o se interesen por la música de la Edad Media – probablemente, nunca hayan escuchado nada similar: parece de otro mundo. Gracias a la maravilla de poder grabar y reproducir música, podrán ser testigos (¡como si estuvieran allí!) del momento en que, en el año 1198 (en que se la cantó por vez primera) y desde la Catedral de Notre Dame, los hombres le hablaron a Dios en términos cósmicos, para darle un simple pero colosal mensaje de alabanza: “Todos los confines de la Tierra han visto la salvación de nuestro Dios”

En la obra, Perotin hace referencia al número 3 (que representa la Divina Trinidad y todo lo relacionado con Dios) y al 4 (que representa a la Tierra y lo terrenal: los 4 elementos, los 4 puntos cardinales, las 4 estaciones, etc.) y los amalgama en el “Modo Rítmico” que eligió para la obra: El “Modo Torqueo” que consiste en un compás de 4 tiempos, subdivididos cada uno en tres partes (subdivisión ternaria). Así en cada momento del canto, cada uno de los 4 tiempos de cada compás conlleva una subdivisión de 3. He ahí, representado en música, el eje central de la Fe cristiana: el concepto de la trinidad en la unidad.

Expresado en notas musicales, sería algo así:

4-tiempos-divididos

La obra es un canto a 4 voces, en la que la voz del bajo (la que suena más grave) utiliza un ancestral canto gregoriano del mismo nombre (Viderunt Omnes) como melodía base o “Cantus Firmus”. Se utilizaban estos cantos gregorianos (considerados sacros) como base para una pieza nueva, cual si fuera una reliquia religiosa que a su vez haría sacra a la nueva obra. 

En el canto gregoriano usado como base, originalmente cada nota habría durado lo normal, digamos un segundo, así que se habrían cantado unas 4 notas en 4 segundos. Pero ya en la obra de Perotin, a cada nota de esa melodía original, la hace durar hasta un minuto y más; así, cantar y sostener las mismas 4 notas puede tomar hasta 5 minutos (en lugar de 4 segundos). “Lo que para el humano podría parecer una eternidad, para Dios será un instante” y los cantantes se deben turnar para respirar y que no se interrumpa la nota. El autor compone así una música de dimensiones cósmicas, sobrehumanas. 

Mientras esa nota de bajo resuena, las demás voces realizan una letanía con los 4 tiempos subdivididos en 3 (de acuerdo al modo rítmico del que hablé antes) sobre las sílabas Vi – de – runt, etc. . Así, el texto casi no se entiende, pues igualmente la articulación de una sola palabra se prolonga por varios minutos. Pero qué importa, si no es para que la entiendan los humanos, sino para que la aprecie y comprenda ese ser “supra-terrenal”, universal: Dios.

Escucharla es verdaderamente sorprendente, casi inquietante, como si escuchara algo de otro mundo y como para dejarse llevar hacia un trance espiritual. 


Descubre más desde Misioneros Digitales Católicos MDC

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Artículos relacionados

Deja un comentario

Descubre más desde Misioneros Digitales Católicos MDC

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo