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Meditación del día 11 de abril

por Pbro. Luis A. Zazano
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Evangelio según san Juan 3, 31-36

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo
da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio.
El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida.
El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos.
El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Los tres jinetes de la lucha

1) La ira: Es el atentado de algo externo a vos que te produce una ceguera interna. La ira es un sentimiento que afecta al intelecto pero también al corazón, porque no piensas en el proyecto de tu vida, sino cómo atracar o hacer doler a otra vida. Ante la ira es clave conocerse para controlarse. Porque para conocerse, hay que controlarse y para controlarse, hay que conocerse. Es necesario ver aquí la lucha que vos tienes y contra quién lo tienes. Esto te tiene que llevar a mirar a lo alto. Eso hace de vos una persona viva y que mira oportunidades para su vida.

2) La culpa: A diferencia de la ira, es tu lucha contra vos mismo. Es el enfrentarte en tu interior contra aquel dolor que vos mismo te provocas, porque no lo soltás o no te permitís mirar de otra manera tu historia, tu vida,  y encima traes del pasado constantemente cosas sucedidas y las trasladas al futuro con el termino “yo hubiera hecho o podría haber sido”. Esto hace de vos que caigas en la tristeza y en la ceguera, porque no miras más que tu interior pero solo para herirte. Vos mismo te seguís lastimando. Para enfrentarlo es necesario hablarlo y exteriorizarlo, porque hace que vos puedas discernir y distinguir lo que fue y lo que no fue, lo que podías y lo que no pudiste. Hablar es soltar y soltar implica un hablar.

3) El miedo: Es un tema que venimos hablando y hace que te enfrentes a vos, porque hace darte cuenta que no escuchaste el testimonio de Jesús. Porque muchos creemos en Jesús pero nos cuesta creer lo que dice Jesús. Hay una implicancia para vencer la tristeza que te lleva al miedo y ese miedo que lleva a la tristeza. Es aceptar y delimitar lo que me pasa. Es por ello que la clave es orar y también hablar.  Hoy pedile a Dios la fuerza para seguir pero también para mirar a lo alto y comprender que tenés en tu vida que hacer un proceso, el proceso de ir a Dios y no girar en vos.  Algo bueno está por venir.


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