La República Dominicana está bajo la protección de la Virgen bajo dos advocaciones: Nuestra Señora de la Merced, proclamada en 1616, durante la época de la colonia, y la Virgen de la Altagracia.
Nuestra Señora de las Mercedes es Patrona de la República Dominicana y su fiesta central se celebra el 24 de septiembre
Entre las imágenes de gran devoción en Santo Domingo, la más antigua es la de Nuestra Señora de las Mercedes.
En marzo de 1495 Cristóbal Colón, acompañado de unos cuantos españoles, tuvo que enfrentar a un crecido número de indios acaudillados por un cacique. Levantaron una trinchera y junto a ella colocaron una gran cruz de madera.
Luego del ataque los indios lograron desalojar a los españoles, quienes de inmediato se replegaron a un cerro. Mientras tanto los indios prendieron fuego a la cruz y con hachas intentaban destruirla, pero no pudieron lograrlo. Viendo la agresividad de los indios, Colón y la mayoría de la tropa decidieron retirarse del lugar. Sin embargo, el mercedario Fray Juan Infante, confesor de Colón, que llevaba consigo una imagen de Nuestra Señora de las Mercedes, donativo de Isabel la Católica, exhortó a los españoles a seguir combatiendo y les prometió la victoria en nombre de la Virgen María.
Al día siguiente las fuerzas de Colón obtuvieron una increíble victoria frente a los indios, quienes se dispersaron por los montes. Luego de este suceso se construyó un santuario a la Virgen de las Mercedes en la misma cumbre del cerro donde Colón colocó la milagrosa cruz.
Más de un siglo después, siendo Gobernador de La Española Don Diego Gómez de Sandoval, el 8 de septiembre de 1615 ocurrió en la isla un fuerte terremoto (de grado IX en la escala de Mercalli), con numerosas réplicas durante por lo menos 40 días. La ciudad de Santo Domingo fue severamente afectada, muriendo alrededor de 24 personas. Entonces el Cabildo de Santo Domingo declaró a la Virgen de las Mercedes “Patrona de La Española“.
Su culto se celebraba en los aniversarios del mencionado terremoto, 8 de septiembre. En 1740, por Real Cédula, su festividad fue cambiada para el 24 de septiembre.
Con la Independencia nacional, en 1844, la Virgen de las Mercedes fue declarada Patrona de la República Dominicana. En el país, su santuario se encuentra en un pequeño cerro, el Santo Cerro, a cuyo pie se encontraba la antigua ciudad de La Concepción de La Vega (La Vega Vieja).
Además de ser la Patrona de la República Dominicana, la Virgen de las Mercedes es patrona espiritual de varias ciudades del país y que, por lo tanto, celebran sus fiestas patronales los días 24 de septiembre de cada año.
Nuestra Señora de las Mercedes o la Virgen de la Merced es la madre espiritual de miles de dominicanos que profesan la fe católica, donde cada 24 de septiembre, en el país se celebra el día de las Mercedes, quien es la santa más antigua tras poseer el titulo mariano la Merced que se remonta a la fundación de la orden religiosa de los mercedarios el 10 de agosto de 1218 en Barcelona, España.
Hoy la veneración de la Santa Virgen se ha convertido en una tradición de los dominicanos, donde sus feligreses la adoran y la veneran de diferentes maneras, siendo el Santo Cerro, primer santuario mariano de América, La Vega, el lugar más concurrido por los católicos, aquí llegan creyentes de diferentes parte del país y el Mundo a cumplir promesas y a solicitar favores, especialmente para la salud.
Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes
Santo Cerro (La Vega), República Dominicana
El significado del título «Merced» es ante todo «misericordia». La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso.
Nuestra Señora de la Merced
El título mariano la Merced se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los mercedarios el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, España.
Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos a África. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos perdían la fe pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos.
Año 1203. El laico, Pedro Nolasco inicia en Valencia la redención de cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman cofradías-para recaudar la «limosna para los cautivos». Pero llega un momento en que la ayuda se agota y Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración profunda.
Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde la Virgen que funde una congregación liberadora. Según la leyenda la noche del 1 al 2 de agosto de 1218, la Virgen se les apareció a Pedro Nolasco, a Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y le comunicó a cada uno su deseo de fundar una congregación para redimir cautivos. La Virgen María movió el corazón de Pedro Nolasco para formalizar el trabajo que él y sus compañeros estaban ya haciendo. Le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación de los cautivos de los musulmanes, expuestos a perder la fe.
Pedro Nolasco, funda la congregación, apoyado por el Rey Jaime I de Aragón, el Conquistador y aconsejado por san Raimundo de Peñafort. Su espiritualidad se fundamenta en Jesús, el liberador de la humanidad y en la Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.
En el capítulo general de 1272, los frailes toman el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, mercedarios. Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. Pedro Nolasco reconoció siempre a María Santísima como la auténtica fundadora de la congregación mercedaria.
Su misión era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos de los miembros de la orden canjeaban sus vidas por la de presos y esclavos. Fue apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort. Se calcula que fueron alrededor de trescientos mil los redimidos por los frailes mercedarios del cautiverio de los musulmanes.
Devoción
La devoción a la Virgen de la Merced se difundió muy pronto por Cataluña y por toda España, por Francia y por Italia, a partir del siglo XIII con la labor de redención de estos religiosos y sus cofrades. Con la Evangelización de América, en la que la Orden de la Merced participó desde sus mismos inicios, la devoción se extendió y arraigó profundamente en todo el territorio americano.
Iconografía
La iconografía usada para representar a la Virgen de la Merced queda definida a partir del siglo XVI, consistiendo fundamentalmente en el hábito mercedario: túnica, escapulario y capa, todo en color blanco, con en el escudo mercedario en el pecho. Otros elementos recurrentes son las cadenas y el grillete, símbolos también del cautiverio. Normalmente, además del escapulario del hábito, lleva otro pequeño en la mano que ofrece a los fieles.
Suele aparecer con corona de reina, y también con el cetro en la mano derecha. En muchas ocasiones sostiene en la izquierda al Niño Jesús, que también puede llevar un escapulario en las manos.
Misión de la Orden
Esta comunidad religiosa se ha dedicado por siglos a ayudar a los prisioneros y ha tenido mártires y santos. Sus religiosos rescataron muchísimos cautivos que estaban presos en manos de los sarracenos.
Adaptándose a los nuevos tiempos, la misión de la orden es la redención de las nuevas formas de esclavitud, como la de los presos, familias desestructuradas y marginadas, mujeres maltratadas, enfermos, niños sin recursos, personas en situación de riesgo o pobreza y exclusión social, especialmente las más vulnerables, acompañándolas en su proceso de promoción y desarrollo integral. La Orden de los Mercedarios se encuentra dedicada una dedicada a las misiones, la enseñanza y a las mencionadas tareas en el campo social.
Oración a la Virgen de las Mercedes para protección
Santísima y Gloriosa
Virgen María de las Mercedes,
soberana, Madre de Dios, Reina del Cielo,
Señora de los Desamparados,
protectora de los afligidos y de los Cautivos,
me acojo a tu protección
para que mi alma se regocije
con vuestro poder y elevación y yo,
indigno vasallo tuyo,
por haber merecido tantas veces
el reproche de Vuestro Hijo Redentor,
por mis pecados.
Recíbeme oh, Virgen Mía
bajo tu amparo y protección,
cuida de mí y de los míos,
cobíjanos bajo tu manto,
a salvo de peligros y enemigos,
y que mi corazón se rinda
en una devota contemplación
y reconocimiento de las leyes divinas
que rigen el destino de la vida eterna.
Amén.
Nuestra Señora de la Altagracia es Protectora y Reina del corazón de los dominicanos y su festividad se celebra el 21 de enero
La República Dominicana, donde se inició la evangelización del Nuevo Mundo, está bajo la protección de la Virgen bajo dos advocaciones: Nuestra Señora de la Merced, proclamada en 1616, durante la época de la colonia, y la Virgen de la Altagracia, Protectora y Reina del corazón de los dominicanos. Su nombre: «de la Altagracia» nos recuerda que por ella recibimos la mayor gracia que es tener a Jesucristo Nuestro Señor. El significado de su nombre se puede resumir en que la gracia más alta jamás otorgada a un ser humano es ser la Madre de Dios. Ella, como Madre, continua su misión de mediadora unida inseparablemente a su Hijo. Los hijos de Quisqueya la llaman cariñosamente «Tatica, la de Higüey».
La “Tatica de Higüey” tiene su historia y su leyenda.
Historia
Los historiadores escriben que el retrato la Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia fue traído desde España por dos hermanos de familia noble de Placencia, Extremadura, Alonso y Antonio de Trejo, alrededor del año 1506. Estos hermanos estuvieron entre los primeros pobladores europeos de la isla y cuando se trasladaron a la ciudad de Higüey, se llevaron consigo la imagen. Más tarde, ya que ellos habían experimentado la misericordia de la Virgen Santa muchas veces en su intercesión, la ofrecieron a la iglesia parroquial la villa de Salvaleón de Higüey, para que todos pudieran venerarla.
La leyenda
La piedad popular cuenta que la devota hija de un rico comerciante le había pedido que le trajera un retrato de Nuestra Señora de la Altagracia desde Santo Domingo. El padre intentó conseguirlo para ella, pero sin éxito. De vuelta a Higüey, el comerciante decidió pasar la noche en una posada. Después de la cena, lamentando la decepción de sus hijas al llegar con las manos vacías, describió a los presentes su infructuosa búsqueda. Aunque había encontrado las cintas y botones que le había pedido la hija mayor, no había hallado ni una estampita de la «Altagracia» que su hija menor quería tanto. Con eso, apareció un anciano con un lienzo de la Virgen: «¡Es esto lo que está buscando!» Luego el anciano desapareció. Era la Virgen de la Altagracia.
El hacendado llevó el cuadro a su casa, y lo colgó en la sala principal. Al día siguiente el lienzo no aparecía. Se lo encontró en la copa de un naranjo. En los próximos días se repitió la desaparición una y otra vez: desaparición de la casa y aparición en el naranjo.
La gente interpretó este acontecimiento como un deseo de la Virgen para que se le colocara en la ermita parroquial; y así se hizo. Al ir aumentando el número de peregrinos visitantes, se construyó un templo más grande, consagrado en 1572, el llamado Santuario Antiguo, ubicado donde se encontraba el naranjo.
En el 1572 se terminó el primer santuario y en el 1971 se consagró la actual basílica.
La imagen
La Virgen de la Altagracia es una pintura que muestra a la Virgen María, hermosa y serena, que ocupa el centro del cuadro contemplando con dulzura al Niño Jesús que descansa sobre el pesebre. La Madre de Dios aparece cubierta por un manto azul incrustado de estrellas, mientras que un escapulario de color blanco se muestra en la parte frontal. La Virgen luce una corona -añadida posteriormente a la pintura original- y doce estrellas rodean su cabeza.
Como se trata de una imagen que evoca a la Sagrada Familia y al nacimiento de Jesús, aparece también la estrella de Belén en la parte superior, mientras que la figura de San José se deja ver por detrás, a cierta distancia, contemplando a su familia.
La imagen tiene 33 centímetros de ancho por 45 centímetros de alto. La escena del nacimiento de Jesús está pintada sobre una fina tela. El marco que sostiene el cuadro es probablemente el ejemplo más refinado de la orfebrería dominicana. Esta maravilla de oro, piedras preciosas y esmalte es obra de un artista desconocido del siglo XVIII quien probablemente haya empleado algunas de las joyas que los devotos habían ofrecido a la Virgen en testimonio de gratitud.
El cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia fue pintado probablemente en Sevilla en los primeros quince años del siglo XVI (es decir entre 1500 y 1515), y es posiblemente de la escuela de Alejo Fernández. Es un lienzo español tipo «Belén», con influencia flamenca, típico de los siglos XV y XVI, con un elemento distinto y único: el rayo de luz.
El cuadro ha tenido cinco restauraciones de importancia, la última en España en 1978, y ahora se puede apreciar su belleza y color originales. El rigor del tiempo, el humo de las velas y el roce de las manos de los devotos habían alterado tanto la superficie del retrato que se había vuelto casi irreconocible.
María de Altagracia lleva los colores de la bandera dominicana; anticipando así la identidad nacional. Una corona radiante y doce estrellas enmarcan su cabeza.
El cuadro es también un ícono. No hay un elemento, un color ni una relación que no tenga su significado. Se puede meditar sobre algunos de ellos, tales como:
-La Estrella de Belén tiene ocho puntas como símbolo del cielo, con dos rayos extendiéndose hacia el pesebre: Dios Padre está bendiciendo a su Hijo.
-Por encima de la Virgen hay doce estrellas (son las tribus de Israel y, a la vez, los apóstoles de Jesús). María es el puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
-Alrededor de María hay un resplandor (cf. Apocalipsis 12, 1). Ella lleva una corona por ser la Reina del Cielo.
-Muestra la “alta gracia” de María, ser Madre de Dios, Reina de la Iglesia y del Cielo, simbolizado por las estrellas de su manto.
Coronación
La imagen de Nuestra Señora de la Altagracia tuvo el privilegio de ser coronada dos veces: el 15 de agosto de 1922 -durante el pontificado de Pío XI- y por el Papa Juan Pablo II, quien el 25 de enero de 1979, durante su visita a Santo Domingo, coronó personalmente la imagen con una tiara de plata dorada, su regalo personal a la Virgen, primera evangelizadora de las Américas. En esta ocasión, el Papa Juan Pablo II se dirigió al pueblo dominicano reunido en la Plaza de la Independencia diciéndole: “Amen a Cristo, amen a su prójimo en Cristo y vivan su devoción a Nuestra Madre Santísima del cielo, a la cual ustedes invocan con el bello nombre de Nuestra Señora de la Altagracia”.
Contemplación de la imagen
Contemplando el cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia, lo que nos llama la atención a primera vista es la figura central de María. Sin embargo, al acercarse más, es evidente que el gesto de su cabeza nos llama a prestar más atención todavía al que está en el primer plano: Jesús.
Este gesto -lleno de ternura- nos hace recordar que, a pesar del papel principal dado a María en esta obra, la Iglesia existe para evangelizar, es decir, proclamar la Buena Nueva: ¡Hay salvación en el nombre de Jesús! Al final, todos nuestros esfuerzos tienen que tender hacia Jesús, hacia el Amor.
Los que hemos sido atraídos por las dulces redes de la Madre de Dios tenemos el privilegio y el deber de llevar nuestros prójimos «a Jesús por María»: a través de la Madre hacia el Hijo.
Veneración
El 21 de enero de 1692, se celebró una misa, para dar gracias a la Altagracia por haber protegido a los voluntarios de Higüey y El Seibo quienes, un año antes, habían participado en la batalla feroz y sangrienta de «La Limonade». Todos volvieron a casa sanos y salvos sin rasguño alguno. ¡Era un milagro patente! Desde entonces se ha celebrado la fiesta de Nuestra Señora de la Altagracia en el aniversario de este milagro.
Casi no existe una parroquia que no tenga una capilla que se llama «Nuestra Señora de Altagracia»; casi no existe un pueblo que no tenga una calle que se llama «Altagracia»; y casi no existe una familia que no tenga al menos un testimonio de la intercesión de Nuestra Señora de Altagracia.
A pesar de todo lo dicho, la Altagracia es importante para el pueblo dominicano desde hace más de 500 años Nuestra Señora de la Altagracia está intercediendo ante su Hijo Jesús para que intervenga en la vida cotidiana de su pueblo. En la actualidad, casi no existe una familia dominicana en donde no se encuentre un testimonio de la intercesión de «Tatica», Nuestra Señora de la Altagracia.
Oración a Nuestra Señora de la Altagracia
Oh, Señora mía de Altagracia, con gran cariño vengo para ofrecerte en este día todo lo que soy y tengo: mis ojos para poder contemplarte, mi voz para alabarte y bendecirte, mi vida para siempre servirte, mi corazón para toda la vida amarte- Acepta, Madre, este don que te ofrenda mi gran cariño y guárdame como un pequeño niño cerca de tu bello corazón.
Jamás seré un traidor de este amor que siento por ti y que siempre desprecie aquellos halagos de otros amores. Puede que el dolor me toque el corazón y haga de mí un crucifijo, pero solo te pido ser un buen hijo para sentir que tú verdaderamente eres mi madre. En mi aflicción, en mi vida, en la dicha y en mi agonía, “mírame con toda compasión, nunca me dejes Madre mía, te lo pido por favor.”