Misterios del Santo Rosario: Misterios de Cristo, Misterios de La Madre
El Rosario es una de las modalidades tradicionales de la oración cristiana orientada a la contemplación del rostro de Cristo. Así lo describía el Papa Pablo VI: « Oración evangélica centrada en el misterio de la Encarnación redentora, el Rosario es, pues, oración de orientación profundamente cristológica. En efecto, su elemento más característico –la repetición litánica del «Dios te salve, María»– se convierte también en alabanza constante a Cristo, término último del anuncio del Ángel y del saludo de la Madre del Bautista: «Bendito el fruto de tu seno» (Lc 1,42). Diremos más: la repetición del Ave Maria constituye el tejido sobre el cual se desarrolla la contemplación de los misterios: el Jesús que toda Ave María recuerda es el mismo que la sucesión de los misterios nos propone una y otra vez como Hijo de Dios y de la Virgen».
Misterios de gozo
Meditar los misterios «gozosos» significa adentrarse en los motivos últimos de la alegría cristiana y en su sentido más profundo. María nos ayuda a aprender el secreto de la alegría cristiana, recordándonos que el cristianismo es ante todo evangelion, «buena noticia», que tiene su centro o, mejor dicho, su contenido mismo, en la persona de Cristo, el Verbo hecho carne, único Salvador del mundo.
Misterios de luz
Meditar los ‘misterios de luz»’, nos hace conscientes de que, en realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es “la luz del mundo” (Jn 8,12). Esta dimensión se manifiesta sobre todo en los años de la vida pública, cuando anuncia el evangelio del Reino.
Misterios de dolor
El Rosario escoge algunos momentos de la Pasión, invitando al orante a fijar en ellos la mirada de su corazón y a revivirlos. Contemplamos a Dios que se humilla por amor «hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2,8). Los misterios de dolor llevan al creyente a revivir la muerte de Jesús poniéndose al pie de la cruz junto a María, para penetrar con ella en la inmensidad del amor de Dios al hombre y sentir toda su fuerza regeneradora.
Misterios de gloria
“La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado!” El Rosario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitando al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para fijarse en la gloria de Cristo en su Resurrección y en su Ascensión. Meditar los misterios gloriosos impulsará a los creyentes a dar un testimonio valiente de aquel «gozoso anuncio» que da sentido a toda su vida.
c.f. Carta Apostólica “Rosarium Virginis Mariae” sobre el Santo Rosario de San Juan Pablo II. 16 octubre del año 2002 – Números 18 a 23
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