Fiesta Litúrgica, 14 de mayo
San Matías fue el elegido para ocupar el lugar que el traidor Judas Iscariote había dejado entre los Apóstoles. Podemos encontrar en los Hechos de los Apóstoles señales inequívocas de cuánto aprecio le tenía la Iglesia primigenia, así como la narración del episodio que da cuenta de su elección.
Después de la Ascensión del Señor, los Apóstoles, junto con María y varios discípulos, se encontraban en oración, a la espera del Espíritu Santo. En esos días, Pedro invitó a la comunidad a que se pronuncie sobre quién debía reemplazar a Judas. El propósito de un apóstol se afirmó en la ocasión de la elección de Matías por Pedro: “Es necesario que uno de los que han estado en nuestra compañía durante todo el tiempo que el Señor Jesús permaneció con nosotros, desde el bautismo de Juan hasta el día de la ascensión, sea constituido junto con nosotros testigo de su resurrección” (Hechos 1, 21-22). Matías había acompañado, al parecer, a los Doce Apóstoles en numerosas ocasiones y muy posiblemente pudo haber sido un discípulo de Juan el Bautista, al igual que San Juan y San Andrés.
“Se propusieron dos nombres: José, llamado Barsabás, de sobrenombre “el justo”, y Matías. Y oraron así: ‘Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de los dos elegiste para desempeñar el ministerio del apostolado, dejado por Judas al irse al lugar que le correspondía’. Echaron suertes, y la elección cayó sobre Matías, que fue agregado a los once Apóstoles” (Hechos 1, 23-26). Así Matías pasó a formar parte del grupo de los Doce. El Espíritu Santo descendió sobre él en Pentecostés y Matías se entregó a su misión.
No se sabe mucho más sobre San Matías, pero consta que se mantuvo fiel al Señor hasta el final de sus días. Predicó primero en Judea y luego en otros países. Los griegos sostienen que evangelizó la Capadocia y las costas del Mar Caspio. Asimismo, Matías es uno de los cinco apóstoles acreditados por la tradición armenia como evangelizador de Armenia. Estos cinco eran Tadeo, Bartolomé, Simón el Cananeo Andrés y Matías. Como judío que fue, naturalmente, habría salido de Jerusalén para predicar a la parte de Israel, de la diáspora lejana. En vista de que había colonias de Judíos que se encontraban en prácticamente todos los centros de población en todo el Medio Oriente, no resulta difícil aceptar que su apostolado haya cubierto las regiones de Armenia, y de ciudades como Cólquida, Sebastopol y otros lugares.
Según la tradición antigua de la Iglesia, Matías sufrió el martirio a manos de los Judíos, primero apedreado y luego, ya sea por la lanza o el hacha. La tradición católica sobre la muerte y el entierro de Matías indica que él predicó y sufrió el martirio en Judea, pero refieren también que algunos escritores tempranos indicaron que Matías fue martirizado en la Cólquida sobre el Mar Negro. El cuerpo de Matías fue conservado en Jerusalén y más tarde llevado a Roma por Santa Elena y algunas de sus reliquias se trasladaron después a Tréveris en Alemania.
El Papa Emérito Benedicto XVI, en el año 2006, compartió una hermosa reflexión a partir de la figura de este Santo: “De aquí sacamos una última lección: aunque en la Iglesia no faltan cristianos indignos y traidores, a cada uno de nosotros nos corresponde contrarrestar el mal que ellos realizan con nuestro testimonio fiel a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador».
Fuentes: ACI Prensa
Los Apóstoles de Cristo Rey