Santo Tomás Apóstol era judío, pescador de oficio. Tuvo la bendición de seguir a Cristo, quien lo hizo apóstol el año 31.
El apóstol Tomás aparece en las cuatro listas del Nuevo Testamento; en los tres primeros Evangelios está junto a Mateo, mientras que, en los Hechos de los Apóstoles de Lucas, aparece junto a Felipe. El nombre de Tomás deriva de una raíz hebrea, «ta’am», que significa «mellizo». El Evangelio de san Juan lo llama a veces con el apodo de «Dídimo» que en griego quiere decir precisamente «mellizo». No se conoce el motivo de este apelativo.
El Evangelio de Juan es el que más información presenta sobre él y ofrece varios aspectos de su personalidad. El primero es que Tomás era un hombre valiente. En el Evangelio tiene una determinación ejemplar para seguir a Jesús, que se manifiesta cuando el apóstol retó a sus compañeros a acompañar a Jesús, en un momento crítico de su vida, cuando Cristo decidió ir a Betania (cerca de Jerusalén) para resucitar a Lázaro, lo que ponía en riesgo su vida ya que los Fariseos planeaban su muerte. Tomás dijo a los otros discípulos: «Vamos también nosotros para morir con él» (Juan 11, 16). Así de ardiente era el amor de este discípulo por su maestro, aún antes del descenso del Espíritu Santo.
Otro hecho importante de Tomás es el que se registró cuando Jesús, prediciendo su muerte inminente, anuncia que irá a preparar un lugar para los discípulos a fin de que también ellos estén donde él se encuentre, y aclara: “Ya conocen el camino del lugar adonde voy” (Juan 14, 4). Entonces Tomás intervino diciendo: “Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?” (Juan 14, 5). Esta actitud de Tomás reflejaba la confianza con la que el apóstol le pide aclarar su enseñanza. Sus palabras permitieron a Jesús contestar con su famosa autodefinición: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mi” (Juan 14, 5). Esta sinceridad, nos enseña una actitud fundamental para hablar con Jesús, con la confianza de quien espera la luz y la fuerza en quien puede hacerlo.
Tomás es conocido entre los demás apóstoles por su incredulidad, que se desvaneció en presencia de Cristo resucitado; él proclamó la fe pascual de la Iglesia con estas palabras: “¡Señor mío y Dios mío!”
Siendo uno de los doce Apóstoles escogidos por Jesús (cf. Mt 3,10) es recordado por muchos porque no aceptó el testimonio de sus compañeros sobre la visita que recibieron de Jesús resucitado.
«Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré». Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto! » (Juan 20, 24-29)
La respuesta de Juan es una poderosa profesión de fe en la divinidad, la cual repetimos antes de comulgar: “Señor mío y Dios mío”. (Juan 20,28)
Debemos reconocer que, como Santo Tomás, todos hemos pecado. Nos cuesta aceptar que Jesús es Dios que ha venido a la tierra. Pero Tomás se humilló y reconoció al Señor. Más tarde dio su vida muriendo mártir por El. Por eso es tan buen ejemplo para nosotros.
Santo Tomás fue el gran apóstol de Oriente, como San Pablo lo fue del Occidente. Varias fuentes de la tradición señalan que Tomás evangelizó primero Siria y Persia y que luego se dirigió hasta la India.
La mayoría de las tradiciones apuntan a que Tomás había evangelizado en la India después de Pentecostés. Hoy en día, hay una comunidad devota de católicos en la costa de Malabar en este país que se llaman a sí mismos «los cristianos de Santo Tomás». Afirman que su comunidad comenzó a través de las enseñanzas del apóstol.
Se cree que fue martirizado en la ciudad de Coromandel, en la India, muriendo atravesado por una lanza, uno de sus atributos iconográficos. La tradición refiere que sus restos fueron trasladados a Edesa en el año 394 y más tarde hacia Orrona, en Italia, donde están resguardadas hoy en día.
Millones de cristianos llegaron a creer en Cristo por Tomás y muchas de las Iglesias que Santo Tomás fundó han mantenido el Cristianismo y sobreviven en su fe hasta nuestros días.
En su iconografía aparece su dedo en la llaga de la mano de Jesucristo Resucitado, una lanza y a veces, el cinto de la Virgen. Este último atributo se debe a una leyenda que relata que como Santo Tomás se negaba a creer en la Asunción, hace abrir la tumba de la Virgen María y la encuentra llena de flores. Entonces la Virgen desde el cielo desata su cinturón y lo deja caer en las manos del Apóstol.
Santo Tomás es patrono de los arquitectos, constructores, jueces y teólogos. Y su fiesta se celebra el 3 de julio.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, concédenos celebrar con alegría
la fiesta de tu apóstol santo Tomás;
que él nos ayude con su protección,
para que tengamos en nosotros vida abundante
por la fe en Jesucristo, tu Hijo, a quien tu apóstol
reconoció como su Señor y su Dios, exclamando:
«¡Señor mío y Dios mío!»
Que vive y reina contigo,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Fuentes: ACI Prensa
Los Apóstoles de Cristo Rey