Este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles, en la que Jesús se hizo sacramento permanente en un pan y en un vino que convierten en alimento su Cuerpo y Sangre para todos los que quieran recordarle y esperar su venida al final de los tiempos. Jesús instituyó así dos sacramentos: La Eucaristía y el Orden Sacerdotal.
Al terminar la última cena, Jesús se fue a orar, al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.
Durante la cena, Jesús les lavó los pies dándonos un ejemplo de servicio. La Iglesia conmemora este día con una eucaristía especial. En ella, el sacerdote realiza el lavatorio de pies a doce personas quienes representan a los apóstoles. Con esta acción, Jesús nos transmite el mensaje de la caridad. Cuando dice: “Lo mismo que yo hice con ustedes, practíquenlo en favor de los demás”.
También en este día, Cristo nos dejó un mandamiento nuevo: “Ámense los unos a los otros, así como yo los he amado”. Durante el Jueves Santo debemos aprovechar la oportunidad de reconciliarnos con el prójimo y de interiorizar esta enseñanza.
Hoy hay alegría y la Iglesia rompe la austeridad cuaresmal cantando el «gloria»: es la alegría del que se sabe amado por Dios, pero al mismo tiempo es sobria y dolorida, porque conocemos el precio que le costamos a Cristo.
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