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¿Es malo querer mucho a una mascota?

por Pbro. Julio de la Vega-Hazas
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El verdadero remedio a la soledad humana no es un animal: son las personas

Se podría zanjar la cuestión diciendo sencillamente que no, pero, desde el punto de vista moral, la pregunta no está muy bien formulada. No se trata tanto de cuestionarse si se quiere más de la cuenta a un animal, sino más bien si nos encontramos ante un sucedáneo, un amor que apantalla la carencia de amor por las personas. Y esta carencia puede ser o no culpable, dependiendo de muchas circunstancias.

Es muy difícil aquí dar reglas generales. En un extremo, podemos encontrar el amor de un ciego a su perro guía, que para él es una ayuda necesaria e inestimable. (Valium) En el otro extremo, una famosa actriz, todo un sex symbol de los años 60 y 70, que en la actualidad vive rodeada de perros declarando que está profundamente decepcionada de los hombres, sin que parezca darse cuenta de que esa actitud es consecuencia de una vida irresponsable y fruto de un orgullo herido.

La amistad (incluida la particular amistad entre esposos y entre padres e hijos) se da de modo propio solo entre personas. Un animal, aunque a veces tenga reacciones semejantes a las humanas, no puede corresponderla. De ahí que el Catecismo de la Iglesia Católica afirme que “se puede amar a los animales, pero no se puede desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos” (nº 2418).

Empobrece la vida humana tapar la carencia de afecto con el afecto por un animal de compañía. A veces se puede ver por la calle una señora llevando en brazos un perrito como si fuera un niño pequeño, pero en buena razón suscita más bien pena, porque es el exponente visible de una soledad que entristece el alma.

Incluso si se pudiera comparar ese afecto con el que se tiene a las personas, quedaría también distorsionado, porque es un amor posesivo, algo que no es malo para con un animal –son realmente una posesión nuestra-, pero resulta inadecuado –es egoísta- para las personas.

Se podría objetar que hay soledades no buscadas. Pongamos por caso una señora que ha enviudado, y sus hijos apenas le prestan atención. Qué cosa más lógica buscar la única compañía que puede tener a mano, en algún animal doméstico.

Cierto, pero una cosa es que no tenga nada más a mano, y otra distinta que se conforme con ello y se encierre física y afectivamente con su o sus simpáticos animalitos. Se le podría aconsejar, no que deje los animales, sino que busque amistades.

Ya lo dice el Génesis: “no es bueno que el hombre esté solo” (2, 18). Y el remedio a esa soledad no es un animal: son personas. Conformarse con el animal no es un remedio, es solo un anestésico.

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3 comentarios

Elena octubre 3, 2017 - 7:47 pm

Con todo respeto, mi comentario es en respuesta en cuanto al artículo del amor hacia los animales. Su artículo me parece completamente erróneo. Hay muchas clases de amores, amores muy importantes y cada uno de ellos debe su lugar: amor a Dios, a los padres, al marido, a los hijos, a los amigos, a los compañeros de trabajo y entre ellos, amor a los animales.

Mi madre, por ejemplo tiene 86 años. Ella vive en un condominio sola por circunstancias de la vida, enviudó hace 7 años y todos sus hijos vivimos fuera de la ciudad. Mi madre es la persona más amiguera y querida que uno puede conocer, sin embargo, le tiene un gran amor a su gatita «Maitechu», su gran compañera al llegar a casa sola, su compañera de noche y de mañana. Se podría dec ir que se tienen adoración mutua en el simple sentido de la palabra se cuidan y se quieren. Y como menciona usted en su artículo, mi madre la carga y la abraza como a un bebé. Se miran a los ojos y es enternecedor el amor que se tienen. Yo pienso que Dios por algo nos dio a las mascotas, ejemplo de ello, son unos de los santos que más quiero y admiro: San Martín de Porres y San Francisco de Asís. En casa también tenemos tres mascotas las cuales consideramos parte de la familia.

En concreto, hay que deberle el mérito correspondiente a cada tipo de amor sin desmerecer el otro.

Gracias de antemano por leer mi comentario.

Saludos.

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Pedro Rodriguez octubre 3, 2017 - 9:14 pm

El P. Julio lo que dice es que no es bueno substituir el amor humano por el amor de una mascota, es importante siempre tener amigos, compartir y no llegar al extremo de solo hablar con mascotas y solo tratar mascotas, a eso es lo que se refiere el Padre y no me parece que está errado. Yo también tengo a «Otto» mi perro querido, lo cargo, lo beso, y es Otto Rodriguez, es mi familia tanbién, pero jamás me ha pasado por la cabeza que lo prefiero a el que a mi novia o a mis padres, y como usted dice Elena, hay diferentes tipos de amores o cariño yo diría también. Hay gente enfermiza que antepone sus mascotas ante las personas y son más importante y están por encima de cualquier cosa, eso a mi tampoco me parece y creo que es eso a lo que se refiere este artículo. Saludos!

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Catalina Vela Romo octubre 15, 2017 - 5:59 pm

Buenas tardes, estoy de acuerdo contigo Elena, soy católica, y mi Santo es San Francisco de Asís, creo que el entendió perfectamente el amor de Dios por la creación, y en la cual todos estamos inmersos, todos somos hermanos, y creo también en el poder da oración y cómo hace cambios, nos hace bondadosos y respetuosos hacia la vida, yo tengo mis perritos y también amigos, y familia, no me encuentro en soledad. Bendiciones

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