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Mateo 17, 14-20

por Pbro. Luis A. Zazano
Mateo-17,14-20

Evangelio según San Mateo 17, 14-20

Cuando se reunieron con la multitud, se le acercó un hombre y, cayendo de rodillas,
le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua.
Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar».
Jesús respondió: «¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí».
Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado.
Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?».
«Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: ‘Trasládate de aquí a allá’, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes».

 

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La epilepsia espiritual.

1) Atenta a sí: Una de las primeras características de este muchacho que nos presenta el evangelio, es que se daña a sí mismo. Hoy fíjate si vos no estás con esta enfermedad espiritual. Dañándote a vos mismo con los recuerdos y añoranzas, esa actitud masoquista en la cual volvés al tema que te hace mal y te lastima, o volvés a buscar a esa persona o situación que lo único que hace es intoxicarte. Cuando uno se lastima a sí mismo es tremendo, porque nadie te frena ni pone límite. Sos vos el que tenés que saber controlarte, y si no podés, tené la humildad de pedir ayuda.

2) No es fácil de curar: La persona que sufre esta enfermedad espiritual se cierra tanto que le es difícil recibir una ayuda, no se deja ayudar y no quiere que lo ayuden. Se termina haciendo cabeza dura y no acepta ayuda de ningún tipo, lo toma la soberbia por completo. Lo que lo hace difícil son dos cosas: no acepta nada porque cree poder sólo, o no acepta nada por miedo a que lo lastimen y sea peor la cura que la enfermedad. Es por ello que para la ayuda, se necesita la ayuda de una persona que goce de una espiritualidad, de una centralidad en sí. Un orante de la vida, lo puede hacer volver a la vida.

3) Hiere a los demás: Uno de los grandes puntos es este, lastima a las personas que lo rodean o quieren ayudar, incluso provoca a que le lleguen a temer. Cuando una persona sufre esta situación, puede caer en esta característica dura, lastimar con palabras o actitudes a las personas que lo quieren ayudar; incluso provoca miedo, temor y distancia. Cuántos hermanos hoy están distanciados de sus familias por esta característica.

Hoy vos y yo debemos luchar contra esta situación, y si ya saliste de esta situación ayuda a tu hermano a liberarlo de este espíritu, hoy comienza a liberarlo rezando por él. Hoy ¿por quién orarás?


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1 comentario

Ana agosto 11, 2018 - 12:23 pm

Graacias, Padre Luis! Que la familiaa sea uniida.
Rezo por mis hermanos.

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