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Una vida en clave misionera (capítulo tres)

por Carlos L. Rodriguez Zía

En esta Cuaresma, la mano de Dios ha llevado a la misionera María Luz a Panamá, poniendo delante de ella desafíos personales y un valioso aprendizaje. Es la riqueza que transmite este audio que nos ha enviado –que compartimos-  y que nos sigue mostrando cómo es una vida en clave misionera.

Hola. Les comparto este audio desde Panamá. Estoy al norte de  este país centroamericano, en una ciudad llamada San Félix, a dos horas de la frontera con Costa Rica. Una zona bastante húmeda, porque tiene el mar bastante cerca pero también muy calurosa. Durante el día tenemos una temperatura de unos 34 grados  y durante la noche, con suerte, la temperatura baja a unos 27 grados. Esa ha sido la dificultad que he tenido en este tiempo desde que llegué aquí el pasado 27 de enero, a estas tierras panameñas, encarando  una experiencia nueva. De incursionar en un país nuevo para mi comunidad, Verbum Dei, pues aquí no tenemos una fundación. Pero en esta Diócesis de David se nos ha proporcionado una experiencia para un grupo de misioneros que estarán aquí entre dos y tres años. Vamos a compartir con esta bella comunidad esta experiencia misionera. Que para nosotros es muy nueva. Yo, particularmente, no había trabajado nunca con indígenas. Hay comarcas indígenas bastante cerca. Yo estaré aquí unos tres meses, mientras arranca este proyecto. Y luego regresaré a Colombia, mi país natal,  abierta a un nuevo destino. De momento, estoy estos tres meses acá con una experiencia hermosa, con una naturaleza muy parecida a la de Colombia, pero el lugar donde estoy es un lugar increíble, que da la impresión de estar en medio de la selva. Es una gozada orar con el trasfondo del canto de los pájaros, de las ranas, de los grillos. Es un lugar muy cerca del conurbano, pero nosotros estamos a las afuera. Yo le había pedido a Dios un tiempo de estar en contacto con la naturaleza, y Dios, con este lugar tan especial, ha superado mis expectativas. La gente de aquí es muy acogedora. Estamos apenas conociendo los lugares, a la gente. Pero está siendo una experiencia hermosa. Aquí convivimos con una fundación que se llama Nuestra Señora del Camino que trabaja con bastantes proyectos de las poblaciones indígenas que viven aquí cerca. Hay un lugar como de paso donde están las madres que están a punto de dar a luz, para que no les llegue el momento del parto en la montaña y así evitar que se puede complicar el parto. Esta fundación les proporciona un tiempo mientras llega el día de dar a luz. Es una experiencia muy bonita, donde ellas tienen la posibilidad de ir construyendo  el ajuar para su bebé. La fundación tiene espacio para atender a unas diez madres. También hay unos proyectos para ayudarles a construir letrinas en sus zonas o para que aprendan a sembrar. Es muy interesante el trabajo que hace  esta fundación. También desde la parroquia estamos conociendo a nivel pastoral todo lo que se hace en los distintos pueblos de la zona. Un sábado estuvimos en una de las comarcas, que se llama Alto Flores –las fotos que comparto son de aquel lugar-; un lugar muy hermoso. Pero la gente católica es poca. Hay muchísima presencia evangélica en la zona, en la montaña. Es ahí donde uno despierta y yo quiero aprovechar este audio para decirle a la gente, a los católicos, que salgamos a misionar. A que, como dice el Papa, realmente seamos una Iglesia en salida. Al menos es lo que nuestros hermanos evangélicos están haciendo. Están allá con la gente. Están allá visitando a la gente, compartiendo con ellos. Y uno se siente como pobre. Nosotros estamos buscando posibilidades para hacer un proyecto de misión. Para Semana Santa va a venir un equipó de Costa Rica de nuestra comunidad para ir a misionar; pero sabemos que desde la oración se apoyan estos proyectos misioneros. Es una realidad difícil también porque dicen que allá en la comarca hay unas personas enfermas de sida. Yo todavía no he tenido la posibilidad de contactarlas pero realmente es difícil la situación. Veo un pueblo muy sediento de la Palabra, muy sediento de Dios. Y con mucho amor a la Virgen. Al menos en la zona más poblada, me he encontrado con mucho amor a la Virgen. Es una experiencia muy hermosa. Ya les iré contando y me encomiendo a su oración pues por el clima y el cáncer que he tenido es un clima agresivo para mí  y hay noches que no descanso bien. Y a la mañana, cuando me levantó bien tempranito  no puedo más con mi alma; pero ya durante el día uno se va reponiendo. Pero también les pido oración por esta gente y para que el documento que el Papa Francisco ha sacado sobre la Amazonía lo podamos ir internalizando. Y podamos entender la riqueza que tenemos para compartir y la riqueza que tenemos para recibir. Aquí son personas con una calidad de vida muy fraterna. Vamos a poner en manos de Dios todos estos proyectos y confió en vuestras oraciones. Un abrazo grande a todos.

 

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1 comentario

Martín marzo 6, 2020 - 12:49 am

Hermana María Luz, nuestras oraciones desde la bendita ciudad de Monterrey, Nuevo León. México
Su tarea es muy importante y me sirve además de inspiración para continuar con la labor de evangelización. Bendiciones

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