Como fuiste primer Vicario del Eterno Padre en la Casa de Jesús, glorioso José, y representante en ella de su poder y autoridad. Al Papa, nuestro jefe supremo en la tierra, acechan de continuo, y oprimen y tiranizan, cuantos rehúsan a su sujetarse a su saludable dominación y yugo amorosísimo. Vela por él contra los nuevos Herodes que maquinan su ruina, fortalécelo en su ministerio, da espíritu y vigor a sus palabras, ríndele las inteligencias altivas y los corazones indóciles. Infunde en todos sus hijos a favor del santo Padre, sentimientos de amor, obediencia y generosa desinterés.
Padre nuestro, Ave María y Gloria