¡Glorioso Patriarca San José!, animado de una gran confianza en tu gran amparo, a ti acudo para que seas mi protector durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas. Tu altísima dignidad de Padre adoptivo de mi amado Jesús hace que nada se te niegue de cuanto pidas en el cielo. Sé mi abogado, especialmente en la hora de mi muerte, y alcánzame la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor.
Amén.
Bondadoso San José, Esposo de María, protégenos; defiende a la Iglesia y al Sumo Pontífice y ampara a mis parientes, amigos y bienhechores.