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Marcos 9,2-10

por Pbro. Luis A. Zazano
Marcos-9-2-10

Evangelio según San Marcos 9,2-10.

Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos.
Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas.
Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: «Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo».
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría «resucitar de entre los muertos».

 

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Hoy es el día de la transfiguración. Metámonos en el contexto del evangelio.

 

1.Los discípulos vienen golpeados: Por el anuncio del camino doloroso que vivirá el Mesías. Entre los muchachos hay desánimo y desilusión, suben a la montaña un poco golpeados en su ideal del Mesías. Eso que muchas veces te puede pasar a vos que en el grupo familiar o en el grupo de amigos hay un clima de tristeza y se hace un clima pesado por los golpes de la vida.

2.El Señor los lleva a la montaña: Para mostrarles la identidad de todo. El fin del cuento no es la cruz ni el dolor, sino la resurrección. Hoy el Señor te quiere llevar a vos a la montaña, a lo alto, para recordarte que tu vida apunta a una felicidad eterna, al cielo; y no tenés por qué tirarlo todo al vacío, sino más bien, recordá siempre que Dios tiene algo preparado para vos y que te va a gustar.

3.Lo que te mostrará el Señor: Te hará sentir bien, como Pedro. El Señor te muestra una pisquita, pero no te engolosines, porque te muestra pequeños cielos para que luego lleves ese ánimo para enfrentar lo que te queda aquí.

A repechugar y a meterse de nuevo en la batalla porque ya sabes, el premio al final de todo esto: ¡¡¡EL CIELO!!!

 


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