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El tiempo pasa muy rápido hoy estamos cumpliendo 50 días del domingo de la resurrección del Señor, en lo que en griego se dice Pentecostés, esa es la fiesta que celebramos, y según la cronología que nos presenta el Evangelio de Lucas, este día 50 después de la resurrección del Señor, el Señor derramó su Espíritu sobre los apóstoles  escuchemos con atención la palabra.

Evangelio según San Juan 20, 19-23

El día de la resurrección, primer día de la semana, por la tarde, estaban en casa los discípulos con las puertas trancadas por miedo a los judíos, cuando se presentó Jesús, se colocó en medio de ellos y les dijo: 

«[Les traigo la paz!»
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús repitió: 
«¡Les traigo la paz! 
Así como el Padre me envió, los envío yo a ustedes.» 
En seguida sopló sobre ellos y les dijo: 
«Reciban el Espíritu Santo. 
A quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados, 
y a quienes se los retengan, les quedan retenidos.» 
Palabra del Señor. 

Transcripción de La Voz del Pastor de 09 de junio de 2019

El texto que acabamos de escuchar, sitúa la infusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles el mismo día de la resurrección del Señor, es que el tiempo, el tiempo de cómo está presentado en los Evangelios, no hay que tomarlo necesariamente en el sentido estricto de nuestra cronología humana, no son 40 días, no son 50 días, no, es que la resurrección misma de Cristo es todo, es porque en ese momento cuando él pensé definitivamente el pecado y la muerte, y por lo tanto resucita glorioso de la muerte es en ese momento recibimos nosotros todos la fuerza misma de Dios, que es precisamente el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, nosotros confesamos un Dios que en su misterio infinito no es soledad sino es familia, como nos decía el papa san Juan Pablo II padre, hijo y Espíritu Santo, no son tres dioses es un solo Dios pero en tres personas cosa difícil de entender, pero más fácil de vivir, porque vivimos con Dios la relación de un hijo con el padre, vivimos con Dios la relación con aquel que nos ha salvado, que se ha hecho uno de nosotros asumiendo nuestra naturaleza humana para redimirnos del pecado y de la muerte y nos relacionamos con un Dios que viene a nuestro corazón para santificarnos y vivificar nos y ese es el Espíritu Santo.

 Que bueno que en nuestra vida permanente como cristianos nosotros mantuviéramos siempre esa relación con las tres divinas personas con el padre como hijos, con Cristo como salvados y redimidos por nuestro hermano, con el espíritu como aquel que nos y no santifica, de esa manera la vida se vuelve una vida muy dinámica desde el punto de vista de la relación con Dios, no es una relación estática, plana, no es una relación como sin sentido, no todo lo contrario es una relación que va adquiriendo matices cada vez más hermosos, cada vez más profundos, porque cada vez más experimentamos la realidad de un Dios padre, que nos ama, que nos cuida, decir cada vez más experimentamos la realidad de un Dios que nos libera que nos arranca de la muerte que nos da con la resurrección de cristo el Señor la posibilidad de vivir como seres nuevos por la fuerza del espíritu, es un dinamismo, permanente en la vida cristiana un dinamismo que precisamente nosotros logramos en la medida que por la escucha de la palabra de Dios por la participación en los sacramentos y por la vivencia al interior de la comunidad logramos crecer en nuestra fe en nuestra esperanza, el Pentecostés sea para nosotros una verdadera revelación de ese amor de Dios padre hijo y Espíritu Santo.

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

Amén.

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