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10 Minutos con Jesús. Hoy: la paella y la santidad

por 10 Minutos con Jesús
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A partir de hoy, semanalmente, Misioneros Digitales Católicos compartirá con sus lectores una de las meditaciones que diariamente difunden el equipo de 10 Minutos con Jesús. El equipo de 10 minutos con Jesús está conformado por Sacerdotes y laicos de EE.UU, México, Inglaterra, España, Colombia, Kenya, Filipinas ellos forman el equipo que hace posible que miles de personas de todo el mundo pasen 10 minutos diarios de conversación con Jesús a través de WhatsApp, Spotify, Telegram, Instagram, YouTube, Ivoox, Podcast de Apple, Google Podcast… 

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves,  que me oyes.  Te  adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer tu voluntad. Madre mía inmaculada, San José y mi padre y señor, Ángel de mi guarda, intercede por mí.

Un examen particular

Antes de ordenarme sacerdote estaba un día corrigiendo un examen de anatomía en la facultad de medicina. En el examen había una pregunta sencillita: un  dibujo de una pierna por delante y por detrás. Allí había que poner los nombres de los músculos, los ligamentos y los tendones. Pan comido. Pero de pronto me topé con un alumno que  me había escrito todos los músculos del brazo en lugar de los de la pierna. El dibujo era perfecto,  no se podía confundir el pie con una mano. Así que le puse un rosco como la órbita de Plutón. Para mi estupor, el sujeto apareció a la revisión de los exámenes a intentar rascar una decimilla. Entonces le enseñé el examen y le expliqué que no había  acertado ni en la fecha, que todos los nombres estaban mal. Y  me dice: “sí ya veo;  pero quizás me puede poner algo porque le he puesto bien todos los músculos del brazo”. Le dije que lo haría encantado si el dibujo fuera el dibujo de un brazo. Entonces el sujeto me vino con el siguiente razonamiento: “mire, oiga. No es justo- me dice- si me pone un cero quiere decir que no he estudiado nada. Pero como veis sí que he estudiado. El brazo me lo sé perfectamente”. Obviamente el individuo se marchó a casa con el mismo cero con el que vino. Esta es una experiencia común de muchos profesores. Es una regla sencilla: cuando uno no tiene ni idea de la respuesta, mejor escribir algo que dejarla en blanco. Igual hay suerte y suena la flauta y me dan unas décimas. Sólo por probar. Lo importante es poner algo,  lo que sea.

Al respecto, pienso que en la vida espiritual a algunos les pasa un poco lo mismo. Hay quien piensa que para ir al cielo hay que hacer cosas buenas. Hacer algo, como si todas las respuestas son correctas. Por eso nos dice Jesús que “no todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos sino el que hace la voluntad de mi padre”. Que no se trata de rezar cosas,  hacer cosas,  sino de  hacer lo que tú, Dios mío, quieres que haga. Y lo dejas muy claro Señor cuando nos explicas que muchos me dirán en aquel día, “Señor, Señor, ¿pues no hemos profetizado en tu nombre y arrojado demonios en tu nombre y hecho prodigios en tu nombre? Entonces yo les diré públicamente que jamás os he conocido. Apartaos de mí”.

Fuente: Youtube.

La santidad no es un videojuego

La vida espiritual no es como un videojuego: Como si sólo se tratara de acumular puntos. Como si cada Ave María me da puntos, cada viva Jesús me da puntos, o la misa me da muchos puntos: No, no cuenta. Lo que de verdad cuenta  es  hacer tu voluntad Señor en cada momento. Jesús, en este rato de oración te pido que nos hagas entender que no se trata de hacer cosas sino la cosa que tú, Dios mío, quieres que haga en cada momento. La santidad consiste en hacer lo que toca,  ni más ni menos. Porque si una madre le pide a su hijo que se haga la cama pero al niño no le gusta;  y el niño le dice: “mira mamá,  la cama no la ha hecho porque no me gusta, pero te he hecho un dibujo”. Pues no niño. No es lo que te había pedido la mamá. Nos pasa igual con Dios: Si un chaval que debería estar en clase de matemáticas,  se salta la clase de matemáticas para ir a rezar el rosario; ese rosario no es lo que Dios estaba esperando de él en ese momento. Lo que Dios quiere ahora es que vayas a clase de mates y la santifiques. Y si un policía que tiene que estar dirigiendo el tráfico se va a hacer una romería en el coche patrulla, pues no cuenta la romería. Ese  policía si quiere agradar a  Dios,  que se olvide de la romería de momento y haga su trabajo lo mejor que pueda.

Si el conductor de mi autobús se desvía de la ruta para ir a hacer la visita al Santísimo  y luego todos llegamos tarde por su culpa, esa visita no puede agradar a Dios. Que no se trata de hacer cosas buenas. No todo el que dice Señor, Señor,  entrará en el reino de los cielos. Sino el que hace lo que Dos está esperando de él en ese momento. ¿Jesús,  soy obediente a la voluntad del Padre? ¿Hago lo que estás esperando de mí o hago cosas? 

La paella valenciana es sagrada

Esto es como la paella. Los que tenemos sangre valenciana somos muy sensibles a este tema. El arroz con cosas no es paella. En la paella no todo vale. Se puede hacer paella de marisco o de pollo y conejo. O se puede hacer paella mixta. Le puedes echar caracoles, pero no todo. Deberían aprobar un proyecto de ley para penalizar con multas de hasta mil euros a quienes añada un huevo a la paella. Y el que utilice arroz largo,  el de los granos estirados;  a ese que se le decomise  paellero y todo utensilio para cocinar parellas. Y pena de prisión a todos aquellos que atenten contra la paella valenciana añadiendo chorizo, chistorra, morcilla o albóndigas. Que de todo he visto ya.  Echarle  cosas a un arroz amarillo no te hace una paella. Y hacer cosas buenas en general durante el día no te hace santo. La paella sale siguiendo la receta y la santidad siguiendo la voluntad de Dios.

La regla: Hacer la voluntad de Dios

Esta es la regla. Fíjate en cada instante que hay una sola cosa que Dios quiere que hagas y un millón de cosas que no. Que son una distracción. Sólo una respuesta es correcta aquí y ahora. ¿Señor, qué esperas de mí? Así lo decía San Josemaría. ¿Quieres de verdad ser santo? Cumple el pequeño deber de cada momento: Haz lo que debes y está en lo que haces.  Yo, Señor,  sé lo que me apetece hacer en cada momento: Pero lo que importa es lo que tú quieres que haga. Esa es la oración que hemos aprendido de ti Jesús: “No se haga mi voluntad sino la tuya “. No lo que quiero yo sino lo que quieres tú.

Porque tú y yo no vamos a ser mártires, ni santos famosos o populares. Lo nuestro es hacernos santos siguiendo un método muy poco sofisticado. Cumpliendo con nuestro deber. Ayuda mucho preguntarse durante el día si estoy haciendo lo que debería hacer. Si ahora en este instante lo que toca hacer es rezar y estoy rezando pongo todos mis sentidos. Preguntarse si lo hago en estos 10 minutos que paso contigo Jesús y después, cuando acabe esto, saber que lo que  esperas de mí es que haga bien mi trabajo o  que prepare bien un informe. Que atienda bien y con una sonrisa a ese cliente cansino. Que estoy tratando de ser santo y  no sólo de ser buen profesional. No nos quedemos a medio camino.

En fin; enséñame Jesús a hacer siempre lo que tú quieres que haga en cada momento. A santificar lo que tengo entre manos. Madre mía inmaculada, de ti aprendemos tus hijos a hacer la voluntad de Dios en todo. Que yo pueda rezar contigo todos los días de mi vida. Dios mío,  que yo no haga mi voluntad sino la tuya: Hágase en mí según tu palabra. Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para hacer tu voluntad en todo.

Madre mía inmaculada, San José   y mi padre, Señro, ángel de la guarda,  intercede por mí.

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