Alabar a Dios, orar, conversar con el Padre, siempre recordando nuestra condición de hijos amados por Él. Estos son algunos de los objetivos de este proyecto de Misioneros Digitales Católicos, que culminará cuando publiquemos el 150.
SALMO 44 (versículos 1-27)
1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Poema.
2 Oh Dios, nuestros padres nos contaron,
y por eso llegó a nuestros oídos,
la obra que hiciste antiguamente,
3 con tu propia mano, cuando ellos vivían.
Tú expulsaste a las naciones
para plantarlos a ellos;
y para hacerlos crecer,
destruiste a los pueblos.
4 No ocuparon la tierra con su espada
ni su brazo les obtuvo la victoria:
fue tu mano derecha y tu brazo,
fue la luz de tu rostro, porque los amabas.
5 Eras tú, mi Rey y mi Dios,
el que decidía las victorias de Jacob:
6 con tu auxilio embestimos al enemigo
y en tu Nombre aplastamos al agresor.
7 Porque yo no confiaba en mi arco
ni mi espada me dio la victoria:
8 tú nos salvaste de nuestros enemigos
y confundiste a nuestros adversarios.
9 Dios ha sido siempre nuestro orgullo:
damos gracias a tu Nombre eternamente.
10 Pero ahora nos rechazaste y humillaste:
dejaste de salir con nuestro ejército,
11 nos hiciste retroceder ante el enemigo
y nuestros adversarios nos saquearon.
12 Nos entregaste como ovejas al matadero
y nos dispersaste entre las naciones;
13 vendiste a tu pueblo por nada,
no sacaste gran provecho de su venta.
14 Nos expusiste a la burla de nuestros vecinos,
a la risa y al escarnio de los que nos rodean;
15 hiciste proverbial nuestra desgracia
y los pueblos nos hacen gestos de sarcasmo.
16 Mi oprobio está siempre ante mí
y mi rostro se cubre de vergüenza,
17 por los gritos de desprecio y los insultos,
por el enemigo sediento de venganza.
18 ¡Y todo esto nos ha sobrevenido
sin que nos hayamos olvidado de ti,
sin que hayamos traicionado tu alianza!
19 Nuestro corazón no se volvió atrás
ni nuestros pasos se desviaron de tu senda,
20 como para que nos aplastaras en un lugar desierto
y nos cubrieras de tinieblas.
21 Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y recurrido a un dios extraño,
22 Dios lo habría advertido,
porque él conoce los secretos más profundos.
23 Por tu causa nos dan muerte sin cesar
y nos tratan como a ovejas que van al matadero.
24 ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
25 ¿Por qué ocultas tu rostro
y te olvidas de nuestra desgracia y opresión?
26 Estamos hundidos en el polvo,
nuestro cuerpo está pegado a la tierra.
27 ¡Levántate, ven a socorrernos;
líbranos por tu misericordia!
Fuente: El Libro del Pueblo de Dios.
Voz: Fátima Solaeche/Marcelo Ripari /Música: Juanjo Cabrera (Spotify) / Juanjo Cabrera (canal de Youtube)
Comentario del Salmo 44
En un momento de grave crisis nacional -consecuencia de una derrota- Israel se dirige al Señor para implorar su ayuda. El recuerdo de las antiguas victorias (vs. 2-9), y su contraposición con la calamidad presente (vs. 10-17), confiere mayor dramatismo a la súplica. La alternancia entre el singular y el plural (vs. 5-6, 7-8) indica que el salmista, en alguna medida, encarna el destino de toda la nación. Esta es una de las características propias del rey, y por eso se puede pensar que es él quien pronuncia la súplica, como representante de todo el pueblo.5Las audaces afirmaciones de los vs. 18-22 proporcionan un valioso indicio para fijar la fecha de composición del Salmo: el Señor permitió la derrota de su Pueblo en un momento en que este se mantenía fiel a la Alianza. El momento histórico que mejor responde a esta circunstancia es el largo reinado de Ezequías (2 Rey. 18 – 20), época de reforma religiosa y de tenaz oposición a la idolatría.
Fuente:El Libro del Pueblo de Dios /Editorial San Pablo