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El silencio nos prepara para el encuentro con Dios

por Editor mdc
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Ser humildes y reconocerse hijos de Dios; y la segunda, aquella de «dejarnos sorprender»

¿Qué es realmente la oración? A ésta y otras preguntas respondió el Papa Francisco en el miércoles 15 de noviembre, en su segunda catequesis sobre la Eucaristía, que se centró en la jornada hodierna en la Santa Misa, y en la que remarcó la importancia de tener una actitud de recogimiento en preparación al encuentro con Dios.

«En la catequesis de hoy, reflexionamos sobre otro aspecto de la Eucaristía, que es la oración. Rezar es ante todo un diálogo, una relación personal. El hombre ha sido creado para este encuentro con Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, relación perfecta de amor y unidad», dijo primeramente en español, y resaltó la importancia del silencio, al explicar que como cada diálogo verdadero, rezar es también saber permanecer en silencio, y es el mismo Jesús quien nos enseña cómo hacerlo, cuando, tal como relatan los evangelios, se retira en lugares apartados para rezar, y los discípulos, al ver esa íntima relación con el Padre, sienten el deseo de participar y le piden que les enseñe a rezar.

«Jesús enseña a sus discípulos a rezar con la oración del «Padre nuestro» y con ella los introduce en el diálogo sincero y sencillo con Dios, animándolos a ir creando en ellos una conciencia filial, sabiendo decir «Padre». También a nosotros nos invita a permanecer con Él, siendo la Eucaristía ese momento privilegiado de unión con Dios y los hermanos».

Dejando los papeles de lado, el Santo Padre ilustró una situación que suele suceder cuando vamos a misa, recordando asimismo, lo que dijera la semana pasada en la primera catequesis sobre el tema, cuando pidió «levantar nuestros corazones al Señor», y no los teléfonos celulares: «Cuando vamos a Misa,  -dijo – tal vez llegamos cinco minutos antes y comenzamos a conversar con quien está a mi lado. Pero no es el momento de charlar, es el momento del silencio para prepararnos para el diálogo. Es el momento de recogerse en el corazón para el encuentro con Jesús. El silencio es muy importante. Recuerden lo que dije la semana pasada: no vamos a un espectáculo, vamos a encontrarnos con el Señor y el silencio nos prepara y nos acompaña».

Su Santidad mencionó, por otra parte, dos predisposiciones para aprender a rezar bien, a saber, la primera, la de ser humildes y reconocerse hijos de Dios; y la segunda, aquella de «dejarnos sorprender»,  y esto porque «el encuentro con el Señor es un encuentro vivo»: «Vivir en esa presencia – añadió en español –  supone dialogar en silencio, y para ello debemos tener la humildad de reconocernos pequeños, como el niño en brazos de su padre, confiando que todo lo recibimos de sus manos amorosas. Además, se necesita esa capacidad de asombro, como la tienen los más pequeños, para reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas, que nos llena de alegría y esperanza para comenzar de nuevo: Dios nos ama a pesar de nuestras debilidades y nos invita al banquete nupcial en el que el Esposo encuentra nuestra fragilidad y la sana, para devolvernos a la unidad originaria de lo que somos: hijos de Dios».

Jesucristo, – enseñó el Papa – víctima de expiación por nuestros pecados, se dona a nosotros a través de la Eucaristía y nos consuela, para llevarnos nuevamente a nuestra primera llamada: la de ser a imagen y semejanza de Dios.

En la conclusión de su catequesis en nuestro idioma, el Papa Francisco animó a todos a acercarnos a la Eucaristía para «estar con el Señor, para sentarse a su lado y compartir con Él nuestra vida, escuchando su Palabra que hace arder nuestro corazón».

De Griselda Mutual – SpC

(Fuente: Radio Vaticano)

 

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