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Juan 6,1-15

por Pbro. Luis A. Zazano
Juan-6-1-15

Evangelio según San Juan 6,1-15.

Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: «¿Dónde compraremos pan para darles de comer?».
El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
«Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?».
Jesús le respondió: «Háganlos sentar». Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.
Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada».
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: «Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo».
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.

 

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Jesús llena tu necesidad.

1) Sube al monte: Jesús busca ese lugar de conexión con el Padre Dios. El evangelio comienza contando que va a la montaña, y termina diciendo que sube nuevamente a la montaña. Ese es el lugar de intimidad e interioridad.
Hoy vos también tenés que buscar esa montaña; ese lugar y ese tiempo, donde hablas con Dios de una manera directa.
Baja la aceleración, baja un cambio, y deja de andar a las chapas siempre con millones de cosas; deja de dispersarte y empezá a interiorizarte.
Que hoy tu día comience con esos minutos en tu montaña, y termine en tu montaña; ese tiempo y espacio de vos con Dios.

2) Denles de comer: en la gente hay necesidad, hay hambre. Siempre las necesidades superan a las soluciones; pero es la fe la que sacia y resuelve, junto con el obrar tuyo y mío.
Un pequeño aporte sirve para un gran milagro. Claro que siempre estarán esos profetas de calamidades que querrán tirarte abajo tus planteos y proyectos.
Confiá en Dios; vos sabes que haces grandes cosas, con tu pequeño aporte.

3) Lo querían hacer rey: la clave es la humildad. Jesús no cae en el exhibicionismo, no vive para agradar, no hace las cosas para quedar bien, y no vive por la demanda que hacen los demás de él. Tiene claro quién es, y para qué está.
Por favor tené cuidado, no seas un populista que vive para agradar; y hace las cosas para ser aplaudido. No caigas en eso de ser esclavo del otro «para no quedar mal».
Si vos sabes quién sos y cuál es tu misión en este mundo, a no aflojarle; porque así saciarás a muchos.


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