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¿Por qué el Señor multiplica los panes?

por Card. Rubén Salazar Gómez
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Durante este año, en los domingos del tiempo ordinario, hemos venido leyendo el evangelio de Marcos. Pero ahora, hacemos un pequeño paréntesis. Durante algunos domingos, vamos a leer el capítulo sexto del evangelio de Juan y hoy empezamos esa lectura con la narración de la multiplicación de los panes.

Escuchemos con suma atención:

Lectura del santo Evangelio, según san Juan 6,1-15

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.

Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.

Felipe contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.»
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?»
Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo.»

Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.»
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido.

La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.»
Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra de Dios.

 

 

Transcripción La voz del pastor 29 de julio de 2018

¿Qué nos dice el texto que acabamos de escuchar? Tenemos un relato, pero es un relato en el cual hay unas lecciones muy importantes para nosotros. Quisiera subrayar algunas.

En primer lugar, ¿por qué el Señor multiplica los panes?.  Sencillamente porque se mueve de misericordia al ver la multitud que lo sigue. Una multitud que incluso renuncia a comer y a beber para seguir al Señor, para escuchar su voz. Por lo tanto, el Señor siente misericordia de la gente y quiere darles de comer. Esto es un gesto que refleja fundamentalmente el modo de ser del señor Jesucristo. Dios es un padre misericordioso y esa misericordia de Dios se ha manifestado plenamente en Cristo, nuestro Señor.

Cuando el papa Francisco, hace algún tiempo, quiso que celebráramos un año de la misericordia, un jubileo especial de la misericordia, nos mandó un mensaje muy hermoso en el cual nos dice que Jesús es el rostro de la misericordia de Dios, nuestro padre. Así tenemos que contemplar siempre al señor Jesucristo, como el rostro de la misericordia de Dios. Como dice san Juan, a Dios nadie lo ha visto nunca, pero nosotros lo hemos visto, lo vemos, lo tocamos, por medio de Jesucristo, nuestro Señor. La encarnación de Cristo es precisamente ese acto de misericordia de Dios, que quiere que nosotros conozcamos su rostro, que nosotros conozcamos su misericordia, que nosotros sepamos verdaderamente cómo es Él. Y así lo vemos. Al Señor que se compadece de la gente, el Señor que busca darle alimento a la gente.
Pero miremos un segundo aspecto y es el que el Señor recurre a los discípulos. Les dice a los discípulos que aporten ellos. El trabajo no es solamente del Señor, podríamos decir, sino que el Señor, para actuar, busca la ayuda que le podemos prestar nosotros. Por eso allí se aparece el discípulo que le muestra un muchacho que tiene unos panes y unos peces. Y esos panes y esos peces son los que el Señor va a multiplicar, va a hacer posible que lleguen a saciar el hambre de toda esa muchedumbre.

¿Esto qué nos indica? Nos indica que Dios actúa pero que Dios actúa generalmente por medio de nosotros. Dios quiere que nosotros sus discípulos, nosotros los miembros de su Iglesia, nosotros aquellos que nos llamamos cristianos (porque lo seguimos a él) y nos llamamos católicos (porque pertenecemos al pueblo de Dios extendido por toda la tierra) estemos siempre colaborando en la obra de salvación. El papá, la mamá, con respecto de sus hijos, transmitiéndoles la fe, transmitiéndoles la experiencia fundamental del amor de Dios. Los hijos, al mismo tiempo, viendo en sus padres el reflejo también de la misericordia de Dios, y por lo tanto aprendiendo a comportarse como hijos, no solamente respecto de sus papás terrenos sino también del padre celestial; aprendiendo a compartir como hermanos. El Señor necesita de nosotros para que la buena noticia, el Evangelio de salvación llegue verdaderamente a todos.
Y hay un tercer aspecto: desde el principio, desde los primeros relatos de esta multiplicación de los panes (que aparecen en todos los evangelios), hay claramente un parecido con la eucaristía. Es decir, en esa multiplicación de los panes se insinúa ya la eucaristía como el alimento fundamental que el Señor nos da a todos los que creemos en Él. Los próximos domingos vamos a desarrollar un poco más este sentido de la eucaristía como el alimento que el Señor nos da para que podamos tener fuerza y vida en nosotros.

Que el Señor nos ayude a comprender siempre cuán misericordioso es Él para con nosotros y que seamos capaces de comprender cómo Él nos necesita para que su misericordia se descubra y se reconozca en el mundo. Que con el alimento de la eucaristía seamos siempre capaces de cumplir esa tarea.

La bendición de Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
Amén

 

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