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¿Cuáles pueden ser las tentaciones más frecuentes?

por Card. Rubén Salazar Gómez
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El Miércoles pasado empezamos la Cuaresma, es este tiempo especial que el Señor nos brinda cada año para que nosotros nos miremos a nosotros mismos en nuestra relación con Dios y con los demás, y podamos por lo tanto cambiar transformar nuestra vida, para que pasemos de ser constructores de guerra y de destrucción, a constructores auténticos de paz. 

Escuchemos con mucha atensión el Evangelio de este primer domingo de Cuaresma.

Del santo Evangelio según SAN LUCAS 4,1-13

Una vez bautizado, Jesús volvió del Jordán lleno del Espíritu 
Santo, y el Espíritu lo llevó por el desierto. Allí permaneció cuarenta 
días, y fue tentado por el diablo. Todo ese tiempo estuvo sin comer, 
y al final sintió hambre. 

Entonces el diablo le dijo: «Si de veras eres el Hijo de Dios, manda 
que esta piedra se convierta en pan.» 

Jesús le respondió: «La Escritura dice: ‘No solamente de pan vive 
el hombre’» 

Entonces el diablo lo arrebató hacia lo alto y en un instante le 
mostró todos los reinos de la tierra. Luego le dijo: «Yo te voy a dar el 
poder sobre todos estos reinos y toda su gloria, porque a mí me 
pertenecen y se los doy a quien quiero. Si te arrodillas y me adoras, 
todo eso será tuyo.» 

Jesús le respondió: «La Escritura dice: ‘Al Señor tu Dios adorarás 
y sólo a él lo servirás’» 

Finalmente lo llevó a Jerusalén, lo colocó en el lugar más alto 
del templo y le dijo: «Si de veras eres el Hijo de Dios, tírate de aquí. 
Porque la Escritura dice: ‘A sus ángeles dará órdenes para que te 
guarden’ y también ‘Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no 
tropiece en la piedra’» 

Jesús le respondió: «Está mandado: ‘No exigirás pruebas al Señor 
tu Dios’» 

y después que el diablo propuso a Jesús toda clase de tentaciones, lo dejó hasta que llegara el momento propicio. 

Palabra del Señor. 

Transcripción de La Voz del Pastor del 10 de marzo de 2019

El Evangelio nos narra que el Señor Jesús después de haber ayunado durante 40 días, fue tentado por Satanás, San Agustín tiene una frase muy hermosa, dice: Cristo sufrió la tentación para darnos la victoria sobre la tentación y esto es lo fundamental de este primer domingo de Cuaresma, tenemos que considerar que este tiempo es un tiempo en el cual nosotros vamos a luchar para alcanzar la victoria, y esa victoria es la que el Señor nos va a dar el domingo de pascua, con su Resurrección, pero tenemos que preparar esa victoria y esa victoria significa que nosotros tenemos que empezar por tomar conciencia de cuáles son las tentaciones en nuestra vida, para ver cómo podemos vencerlas para ver cómo podemos verdaderamente no quedar atrapados en la tentación, sino ser capaces de hacer siempre las opciones más convenientes para nuestra vida de relación con Dios y con los demás.

¿Cuáles pueden ser las tentaciones más frecuentes? durante estos días hemos venido hablando de el dinero es la fuente misma de la corrupción que destruye la sociedad y destruye las vidas personales, hemos venido hablando de la tentación de juzgar, de rechazar a los demás y por lo tanto de considerar los enemigos a quienes hay que suprimir, hemos venido hablando también de muchas otras situaciones que se presentan en la vida personal, yo quiero invitarlos hoy a cada uno de ustedes a que hagan un examen de conciencia.

Hagan un momento de silencio, paguen un poco la bulla permanente en la cual nosotros vivimos la bulla de la televisión, de los periódicos, de las revistas de las redes sociales, la bulla, ese bullicio impresionante en que vive el mundo de hoy, la calle en un poquito es decir ese ese ruido y hagan también un poquito de silencio en su interior a calle en el ruido interior, y empiecen a descubrir qué es lo que verdaderamente en su vida se convierte como en aquello que te atrae que los guía, que los hace tomar las decisiones y no siempre las mejores sino que son como trampas que en las cuales caemos y por lo tanto nos vamos de bruces y nos rompemos las narices, porque no somos capaces de detectar a tiempo la trampa que está allí, y entonces caemos en cualquier cantidad de tentaciones.

 La tentación se presenta siempre bajo la apariencia del bien, el hombre es atraído espontáneamente hacia el bien, no hacia el mal, por eso la tentación camufla camufla la realidad la que la cubre de bondad la hace apetecible, pensemos por ejemplo en lo que se presenta cuando pongamos un ejemplo concreto de la vida de familia, en la vida de los esposos, empieza la tentación de enamorarse de otra persona y de abandonar al esposo  la esposa, eso es una tentación pero como aparece después a la otra persona más bonita más amable, más agradable, más atractiva, y por lo tanto empieza la tentación empieza la tentación de cambiar a la persona con la cual se ha unido en el vínculo matrimonial, nacen las infidelidades, nacen los adulterios, nace la destrucción de la familia, todo aparentemente bajo el bien, pero en realidad ahí hay una trampa terrible entonces qué es lo que el Señor nos pide a nosotros que seamos siempre atentos, vigilantes, que no nos dejemos llevar por las cosas por las sensaciones por los sentimientos que no nos dejemos arrastrar por tantas cosas que inciden sobre nosotros, sino que seamos verdaderamente capaces de estar siempre atentos, lúcidos acerca de lo que está pasando en nuestro corazón lúcidos y para eso necesitamos la luz que el Señor nos da esa luz que nos da especialmente a través de su palabra, esa luz que él nos da en la oración, cuando nosotros nos acercamos a él lo escuchamos entramos en un diálogo amable, filial, humilde con el Señor, que nos ama ahí recibimos la luz que necesitamos para poder de verdad saber qué está pasando en nuestro corazón saber qué está pasando en nuestra vida y no dejarnos arrastrar no dejarlos tentar muchas tentaciones pero cada uno tiene que individual las que son las más peligrosas para cada uno.

El Señor nos concederá esta gracia que este tiempo de cuaresma sea un tiempo de discernimiento es decir de análisis de nuestra vida de análisis de lo que está sucediendo en nuestra existencia para que seamos capaces de vencer el mal con la fuerza del bien del auténtico bien.

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre, Amén.

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