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Iglesia San Antonio de Padua – S.A. de Areco – Argentina

por Horacio Espinosa

San Antonio de Areco es el lugar donde nace la tradición gaucha. Fundada como “Pagos de Areco” en 1730, es una de las ciudades más antiguas de la provincia de Buenos Aires. 

Historia

Entre los años 1710 y 1714 hubo varias invasiones de indios que mataban, destruían, quemaban y hacían grandes estragos sobre las poblaciones de la zona. A consecuencia de ello, los pobladores de Areco hicieron la promesa a san Antonio de Padua de construir una capilla en su honor si se veían libres de los malones que los azotaban. 

Como eso sucedió durante varios años, don José Ruiz de Arellano fundó el primer oratorio en el casco de su estancia.

El oratorio funcionaba en una de las habitaciones donde los feligreses veneraban la imagen de san Antonio de Padua. En otro de los cuartos vivía el capellán don Roque Ximenes. Tanto él como el oratorio eran sustentados económicamente por el dueño de la estancia. La fundación de este oratorio fue la piedra fundamental de la creación de San Antonio de Areco.

Así fue como en los años 1720 y 1728 se construyó la primera capilla. Estaba emplazada en el mismo lugar que la actual, con igual frente, pero ubicada más a la derecha mirándola desde la Plaza.

Sus paredes estaban construidas con adobe crudo; su techo era de tejas, con tres puertas de dos batientes y una ventana. 

El 23 de octubre de 1730 se crearon los seis primeros poblados de campaña, entre los que se encontraba el del Pago de Areco. Así, la capilla pasa a ser parroquia. Esa fecha es tomada como el día de la fundación del pueblo.

La torre de este primer templo fue construida hacia 1759.

En 1782 se edificó la segunda iglesia, que se levantó inmediatamente a la derecha de la actual. Ese era el lugar antiguo que mencionan los documentos. En esta iglesia se celebró misa hasta 1779, fecha en que se mandó demoler por orden del obispo de Buenos Aires fray Sebastián Malbrán Pinto, para construir una nueva.

El nuevo edificio fue habilitado en 1792. Los festejos de inauguración duraron tres días. El nuevo templo tenía el doble del tamaño del anterior, con techo de ripia a dos aguas y cabriada de madera del Paraguay. El piso era de gruesas baldosas fabricadas en el pueblo y su frente no tenía campanario. 

Funcionó hasta 1868, año en que fue demolida por la misma causa que la anterior, dejándose la sacristía para oficiar misa mientras se construía la tercera y actual iglesia.

El tercer templo se inauguró el 9 de julio de 1870. La edificación primitiva tuvo varias modificaciones, siendo la más importante la efectuada en 1940, mientras era párroco Juan C. Duque. 

La piedra fundamental de la actual iglesia fue colocada el 7 de febrero de 1869 y quedó sepultada debajo de la puerta central de entrada. Dentro de ella se colocó una caja de plomo que contiene el acta original escrita en pergamino, periódicos del día, medallas y monedas de la época.

Descripción

El templo actual fue diseñado por los arquitectos Henry Hunt y Hans Schroeder, autores del edificio del Banco Central Argentino, aunque, como siempre pasa en estos casos, a lo largo de los años el templo primitivo tuvo varias modificaciones.

En su exterior presenta una torre campanario equilibrada y un amplio atrio enrejado. El frontis está triplemente escalonado y mantiene una relación ecuánime con los edificios circundantes. La estructura se completa con grupos escultóricos en las balaustradas superiores. En la hornacina central, sobre el pórtico de acceso está la imagen de san Antonio de Padua.

Las líneas del frente muestran influencias de la arquitectura italiana. El atrio está cerrado al exterior con una verja de hierro forjado.

Entrando en la parroquia, uno se encuentra una planta de nave única con un techo de armadura plana de chapa estampada. La iluminación es por ventanales vidriados de arcos de medio punto. Entre abertura y abertura destacan unos hermosos frescos, donde el mural representa una ventana y, dentro de ella, la imagen de un santo.

Los pasillos laterales poseen pequeños retablos en el mismo estilo que el Mayor, dándole una armónica belleza.

Las paredes interiores están revocadas con materiales imitación piedra, los zócalos y columnas son de mármoles africanos.

Hay cuatro confesionarios que llaman la atención, con las siguientes inscripciones: P. Cura, P. Forastero, P. Teniente y P. Irlandés. Esto sin duda tiene que ver con la fuerte afluencia inmigratoria en toda la provincia de Buenos Aires, que en el caso de San Antonio de Areco fue mayormente de origen irlandés.  Sin lugar a dudas, un monumento histórico y arquitectónico de la época dorada del campo argentino y de la cercanía entre la iglesia y la política. Una capilla que no deja de sorprender en su interior por la calidad de sus obras artísticas, tanto en los vitraux, muebles, representaciones y altar. También es una iglesia llena de símbolos masones, que muestra su influencia en aquellos tiempos en que se construyó el país.

La visita

En época de pandemia por Covid-19 en mi país el recorrido por las rutas estaba restringido, pero en el momento de esta visita uno se podía mover dentro de la ciudad. Así fue que nos dirigimos a realizar una diligencia personal a la zona norte del Gran Buenos Aires y, una vez finalizada la misma, pensamos ir hasta el Santuario de San Nicolás de los Arroyos, ya que desde donde estábamos nos quedaba a unos 200 km aproximadamente, 100 km menos que desde mi casa.

Y así fue que nos pusimos en camino a San Nicolás de los Arroyos. Pero, al tiempo de estar en la ruta, nos dimos cuenta que era posible que no nos dejen entrar en la ciudad. Esto ocurría en algunas ciudades durante la pandemia. Entonces decidimos regresar, pero en el camino decidimos ir a San Antonio de Areco.

Si bien existía la posibilidad de que en esta ciudad tampoco nos dejaran entrar, quedaba de paso prácticamente en el camino de regreso a casa.

Llegamos a la ciudad y, si bien había control, pudimos acceder sin mayores problemas.

Una vez dentro de la ciudad, la recorrimos. Si bien ya la conocíamos antes, es una ciudad muy linda para recorrer. 

Pasamos por la plaza central y vimos que la iglesia parroquial estaba cerrada; entonces fuimos hasta el famoso puente viejo y comimos algo cerca del río.

Por la tarde, ya con intenciones de regresar a casa, volvimos a pasar por la iglesia. Esta vez estaba abierta y sin dudar estacionamos para entrar a la misma, sin saber bien con qué nos encontraríamos.

En esta época de la pandemia no todos los templos estaban abiertos y las celebraciones no estaban permitidas.

Accedimos al atrio y ya comenzamos a sentir algo especial. Un silencio profundo en el pueblo se replicaba contra las paredes del templo generando una atmosfera distinta, especial.

Cruzamos la puerta de entrada, que estaba abierta; pero casi no se veía hacia adentro, porque estaba casi en penumbras, y nos encontramos con que estaba el Señor expuesto y un grupo de 4 o 5 personas en adoración. Fue un regalo inesperado ya que, repito, no sabíamos con qué nos encontraríamos al cruzar la puerta de ingreso al templo. Hasta se nos cruzó por la mente que solo estarían limpiando y no nos dejarían entrar.

Nos postramos a charlar con el Señor, en silencio, solo en mi caso, dándole al Señor gracias por estar aún en salud y gracias por permitirnos saludarlo en esta circunstancia.

Después de unos minutos, se acercó un sacerdote y nos dimos cuenta que el tiempo de adoración había finalizado. 

Con el corazón pleno tras haber podido conversar íntimamente con nuestro Señor, nos dirigimos a ver el templo en sí. Es muy bonito y me trajo recuerdos de otros templos que conocía. Más adelante me daría cuenta de que este pueblo tuvo mucha influencia de padres irlandeses, como otros templos en esta región que había podido visitar.

Tips de Viajero

  • Dirección: Mitre 366 – San Antonio de Areco – Pcia. Buenos Aires
  • Horario de misa
    • Lunes a viernes: 8 hrs.
    • Sábado: 19 hrs.
    • Domingo y días de precepto: 10 y 19 hrs.
  • Si llegaron hasta el pueblo pueden recorrer también:
    • Centro Cultural y Museo «Usina Vieja».
    • Cruz Misional.
    • Don Segundo Sombra – Ricardo Güiraldes.
    • El Puente Viejo.
    • La Matera del Parque Criollo.

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