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Meditación del día 18 de diciembre

por Pbro. Luis A. Zazano
Mateo 1,18-24

Evangelio según san Mateo 1,18-24

Este fue el origen de Jesucristo:
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros».
Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

La figura de María y José

1) María: Podríamos decir que ya en su vida estaba todo cocinado y marcado. Hay veces que creemos que nuestra vida ya está marcada y como que solo hay que cumplir. Pero la vida es sorpresa. Tu vida es dinámica, porque hoy mismo puede haber una noticia que cambie tu día y también tu vida. Acentúa tu base de vivir en la fe y no en las personas. Nosotros estamos de paso por tu vida, yo también, pero Dios permanecerá con vos para siempre. Acepta tu realidad de vida y desde tu realidad mira las cosas lindas que podés hacer.

2) José: Tuvo valentía, pero también templanza. No se victimiza ni mucho menos hace que mira para otro lado. Esto nos enseña a vos y a mí que es necesario cuidar la interioridad antes de tomar una decisión. Es necesario saber escuchar antes de decidir y, sobre todo, dejar de lado el orgullo cuando tenés que construir tu vida y tu familia. Si el orgullo pesa en tus decisiones te destruirás por tu propia amargura.

3) Salvará: Tu aporte y el mío es que hagamos el bien en la tierra. Nunca dejes de hacer el bien y que tu decisión en tu caminar diario sea ese «hacer el bien sin mirar a quién». Ánimo que Cristo quiere nacer en vos.

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