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Mons. Charles Chaput «El futuro pertenece a las personas con hijos, no con cosas»

por Editor mdc
Mons. Charles J. Chaput

Un día estaremos de pie al otro lado. Y ese día, veremos la belleza que Dios nos ha permitido añadir a la gran historia de su creación

«El futuro pertenece a las personas con hijos, no con cosas»: análisis profético del obispo Chaput
Charles J. Chaput es uno de los obispos más activos y con mayor carisma de Estados Unidos. El arzobispo de Filadelfia, de ascendencia de la tribu de los piel roja, es un destacado promotor de la nueva evangelización y de la implicación de los católicos en la vida pública.

En una conferencia pronunciada el pasado 27 de julio en el Napa Institute, que forma a líderes católicos, el arzobispo Chaput hizo una interesante disertación sobre la situación actual del mundo actual y de la respuesta que los católicos deben dar ante esta situación histórica.

«Nuestras decisiones son importantes»

“Mi objetivo hoy es hablar de lo que viene para ofrecer algunas reflexiones sobre cómo vivir como católicos en un mundo que puede parecer radicalmente nuevo. Hay buenas noticias y no tan buenas”, comenzaba.

El arzobispo estadounidense afirmaba que “la no tan buena noticia” es que un mundo “nuevo” no significa que “sea bueno o incluso un poco mejor”. La buena noticia, según Chaput, es que “hacemos el mundo. San Agustín dijo que no sirve de nada quejarse de los tiempos, porque somos los tiempos. Nuestras acciones son importantes. Nuestras decisiones importan. Nuestras vidas son importantes. Es a través de nosotros que Dios actúa en la sociedad y el Evangelio de Jesucristo es llevado adelante”.

¿Cambiará algo para mejor si hacemos esto? El arzobispo, perteneciente a la orden franciscana, considera que “nuestra historia –a pesar de todos sus desafíos- es realmente un momento privilegiado para los cristianos”.

«Este no es tiempo para retirarse del mundo»

Y en este punto hace un llamamiento importante a los católicos. “Este no es un tiempo para retirarse del mundo. Necesitamos involucrar al mundo y convertirlo”. A su juicio, la única manera de crear un nuevo mundo en la cultura actual es “vivir nuestras vidas alegre y fructíferamente, como individuos gobernados por convicciones mayores que nosotros mismos y compartido con personas que conocemos y amamos. Es un camino que es muy simple y muy difícil al mismo tiempo. Pero es la única manera de hacer una revolución que importa”.

Mons. Charles J. Chaput

Mons. Charles J. Chaput

«Amaos, casaos y tened muchos hijos»

De este modo, Chaput proseguía su conferencia afirmando que “cuando los jóvenes me preguntan cómo cambiar el mundo, les digo que se amen, se casen, se mantengan fieles los unos a los otros, tengan muchos hijos y eduquen a esos niños para que sean hombres y mujeres de carácter cristiano. La fe es una semilla. No florece durante la noche. Se necesita tiempo, amor y esfuerzo”.

“El dinero es importante, pero nunca es lo más importante. El futuro pertenece a las personas con hijos, no a las cosas. Las cosas se oxidan y se rompen. Pero cada niño es un universo de posibilidades que llega a la eternidad, conectando nuestros recuerdos y nuestras esperanzas en un signo del amor de Dios a través de las generaciones. Eso es lo que importa. El alma de un niño es para siempre”, sentenciaba el prelado estadounidense.

«La cara de Europa en 100 años»

En su radiografía de la sociedad actual, agregaba que “si quieres ver la cara de Europa en 100 años, salvo un milagro, mira a los rostros de los jóvenes inmigrantes musulmanes. El Islam tiene un futuro porque el Islam cree en los niños. Sin una fe trascendente que haga que la vida valga la pena vivir, no hay razón para tener hijos. Y donde no hay niños, no hay imaginación, no hay razón para sacrificar, y no hay futuro. Al menos seis de los líderes nacionales más antiguos de Europa no tienen hijos. Su mundo termina con ellos. Es difícil evitar la sensación de que gran parte de Europa ya está muerta o moribunda sin saberlo”.
 
El arzobispo de Filadelfia considera que todavía hay tiempo y que lo hagamos o dejemos de hacer tiene consecuencias. Así, explicó que “el infierno ha sido descrito de muchas maneras, desde una burocracia sin alma, hasta un horno de fuego, hasta un lago de hielo. Pero creo que CS Lewis lo describió mejor en una de sus novelas cuando dice que el infierno es ruido. Si eso es verdad, y creo que sí, entonces gran parte de la vida moderna que compartimos, también la hacemos infernal, llenándola de discordia, confusión y ruido. Cada día, cada una de nuestras elecciones es un ladrillo en la estructura del cielo o el infierno que estamos construyendo para nosotros mismos en la próxima vida. Y nunca lo entenderemos a menos que apaguemos el ruido que nos rodea en ansiedades y apetitos del consumidor”.

Estar presentes en el mundo actual, también en la política

Por ello, los católicos deben avanzar con fuerza en sus “ministerios sociales”, que son “expresiones vitales de la caridad cristiana. También significa estar y permanecer involucrados políticamente. Nunca podremos construir el cielo en la tierra. Pero podemos hacer de este mundo, al menos, un poco más amoroso, libre, misericordioso y justo debido a nuestras acciones en la plaza pública”.

Por último, Chaput quiso acabar su intervención contando esta historia con un importante trasfondo:

“Un amigo mío fue estudiante en Francia en 1967-68 en la Universidad Católica del Oeste. Y un día su clase visitó un castillo en el Valle del Loira. El profesor los llevó a una habitación con un enorme tramo de tela colgante. Y en la tela había cientos de nudos feos y enredos de hilos sueltos en un caos de formas confusas que tenían muy poco sentido. Y el docente dijo: ‘Esto es lo que vio el artista mientras trabajaba’.

El día que veremos el bien que hayamos hecho

»Entonces el profesor llevó a mi amigo al otro lado para ver la parte delantera de la tela. Y lo que vieron era el gran Tapiz del Apocalipsis de San Juan, la historia del Libro del Apocalipsis en 90 paneles inmensos. Creado entre 1377 y 1382, es una de las expresiones más impresionantes y hermosas de la civilización medieval, y entre los mayores logros artísticos de la herencia europea.

»Aquí está el punto. No vemos los efectos completos del bien que hacemos en esta vida. Tanto de lo que hacemos parece un enredo de frustraciones y fracasos. No vemos – en este lado del tapiz – el patrón de significado que nuestra fe teje. Pero un día estaremos de pie al otro lado. Y ese día, veremos la belleza que Dios nos ha permitido añadir a la gran historia de su creación, la revelación de su amor que va de edad en edad, no importa cuán buenos o malos sean los tiempos. Y por eso nuestras vidas son importantes”.

Fuente: Religión en Libertad

 

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