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Te Alabamos Señor. Hoy: Salmo 6

por Editor mdc
Los Salmos

Alabar a Dios, orar, conversar con el Padre siempre recordando nuestra condición de hijos amados por Él. Estos son algunos de los objetivos de este proyecto de Misioneros Digitales Católicos, que culminará cuando publiquemos el Salmo 150.

Hoy compartimos con ustedes el Salmo 6

 

SALMO 6 (versículos 1-11)

Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. En octava. Salmo de David.

2 Señor, no me reprendas por tu enojo

ni me castigues por tu indignación.

3 Ten piedad de mí, porque me faltan las fuerzas;

sáname, porque mis huesos se estremecen.

4 Mi alma está atormentada,

y tú, Señor, ¿hasta cuándo…?

5 Vuélvete, Señor, rescata mi vida,

sálvame por tu misericordia,

6 porque en la Muerte nadie se acuerda de ti,

¿y quién podrá alabarte en el Abismo?

7 Estoy agotado de tanto gemir:

cada noche empapo mi lecho con llanto,

inundo de lágrimas mi cama.

8 Mis ojos están extenuados por el pesar

y envejecidos a causa de la opresión.

9 Apártense de mí todos los malvados,

porque el Señor ha oído mis sollozos.

10 El Señor ha escuchado mi súplica,

el Señor ha aceptado mi plegaria.

11 ¡Que caiga sobre mis enemigos la confusión y el terror,

y en un instante retrocedan avergonzados!

Fuente: El Libro del Pueblo de Dios. 

Voz: Cristian López/Música: Juanjo Cabrera (Spotify)/ Juanjo Cabrera (canal de Youtube)

Comentario del Salmo 6

Salmo de súplica individual con intervención divina. En su estructura se distinguen tres partes. súplica en la angustia (2-6), sufrimientos del salmista (7-8), testimonio de la intervención divina (9-11). El salmista aparece en una situación límite: una enfermedad, enviada por Dios como castigo por sus pecados, y un peligro de muerte inminente. El salmista presenta a Dios la magnitud de sus sufrimientos y suplica la recuperación de su salud. Para ello apela a la misericordia de Dios y a un lugar común de la fe del Antiguo Testamento: el abismo (lugar de los muertos) ya no es posible el conocimiento y la alabanza a Dios. El salmo concluye proclamando la salvación ya recibida. En la liturgia de la Iglesia éste es el primero de los siete salmos sapienciales (6, 32, 38, 51, 102, 130 y 143) , en los que predominan la conciencia del propio pecado y el arrepentimiento, alternando con llamadas al perdón y a la misericordia divina.

Fuente: La Biblia, La Casa de La Biblia, edición aprobada por la Conferencia Episcopal Española.

 

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