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Dos corazones en el Corazón de Cristo (7ª y última parte)

por Elena Fernández Andrés
Tumba de Santa Margarita en el convento de la Visitacion de Paray-le-Monial

Foto: Tumba de Santa Margarita en el convento de la Visitación de Paray-le-Monial

 

Reencuentro en Paray-le-Monial

Expulsado de Inglaterra, y después de pasar por distintos lugares, el padre Claudio llega a Paray de paso camino a Lyon. En el convento, el padre habló largo y tendido con Margarita María… y se reprodujeron las consabidas murmuraciones. Pasó diez días, donde notó una extraordinaria mejoría.

El 11 de marzo de 1679 llegó a Lyon y esta mejoría duró poco. «Nunca me he sentido peor desde mi vuelta de Inglaterra», escribe. Pero eso no le va a impedir realizar durante dos años un apostolado intenso sobre todo con la dirección espiritual. Recomienda a todo el mundo la devoción al Corazón de Jesús. El día de Pascua de 1681 tiene una nueva hemotisis.

Pensando que el clima de Paray puede ser favorable para su salud allí le envían. Al principio hubo una ligera mejoría, que aprovechó para visitar a la hermana Margarita María. Ella le anima, le comunica lo que el Señor le revela:

«Hace un mes -escribe Claudio por estas fechas- fui a ver a la persona de la que le hablé; me dijo que nuestro Señor le había dicho que si yo estuviera en buena salud le glorificaría con mi actividad, pero que estando yo enfermo Él se glorifica en mí».

La mejoría fue efímera. Está realmente mal. Buscando una nueva solución, se decidió enviarle a Vienne, a casa de su hermano. Nadie lo sabía, menos Margarita María, que le escribe en un pedacito de papel: «Él me ha dicho que quiere el sacrificio de su vida en este lugar». Se lo muestra al superior y se piensa en demorar la salida. Pero el padre Claudio, fiel a su principio de que es mejor obedecer a una orden formal del superior que a una revelación del Señor, decide que hay que partir. Pero, justo la víspera del día fijado, una fiebre violenta le postra en cama y no se le puede trasladar. Durante más de una semana la fiebre le devora. Llegó así hasta el Domingo 15 de febrero, cuando una nueva hemorragia acabó con su vida.

El padre Claudio La Colombière murió a los 41 años sin haber podido hacer gran cosa para dar a conocer al Corazón de Jesús. Pero, providencialmente, es después de su muerte cuando va a poder cumplir su misión. Sus superiores recogieron sus papeles y un editor los publicó. Esas notas íntimas, no destinadas al público, tuvieron mucho más éxito que sus sermones también publicados por esas fechas. Y contribuyeron a dar a conocer la gran revelación del Corazón de Jesús, de la que habla en su retiro de Londres.

El libro llegó también al monasterio de la Visitación. La superiora pensó que ese libro del antiguo confesor de la comunidad podía ser una excelente lectura para el comedor. Pero no lo había leído previamente. La hermana Margarita María era entonces maestra de novicias. Nos lo cuenta una de sus novicias de entonces:

«Un día que se leía el `Retiro espiritual´del padre La Colombière, en el que se habla de las cosas que le habían sido predichas por un alma santa, de lo que le iba a suceder en Inglaterra y de todo lo referente a la devoción al Sagrado Corazón, noté que la hermana bajaba los ojos y que se sentía como anonadada…».

Le faltó tiempo a la buena novicia, al acabar la comida, para interpelar a su maestra: «¡Vaya, hermana! ¡Lo que hoy he tenido que oír! El padre La Colombière no la podía haber señalado más claro».

Durante los ochos años que le sobrevivió, Margarita María vivió muy unida al hermano que el Señor le había dado. Tenía un retrato suyo, un grabado sobre pergamino. En el reverso, escritas de su propia mano, estas palabras:

«Con permiso de la santa obediencia, conservo esta imagen del bienaventurado padre La Colombière, mi buen protector, que me asistirá, si así lo quiere, con su santa y poderosa intercesión ante el Sagrado y adorable Corazón de Jesucristo.

 

Tumba de San Claudio en la iglesia de su mismo nombre en Paray-le-Monial

Tumba de San Claudio en la iglesia de su mismo nombre en Paray-le-Monial

 

Oh bienaventurado padre Claudio, os tomo como mi intercesor ante el Sagrado Corazón de Jesucristo. Obtenedme de su bondad la Gracia de nunca resistir a los designios que tenga sobre mi alma y que me haga imitadora perfecta de las virtudes de su divino Corazón. Mi buen protector, espero esa ayuda caritativa de vuestras santas intercesiones, y que me asistiréis, no solo en esta vida mortal, sino sobre todo a la hora de mi muerte, contra los ataques de los demonios. Obtenedme, gran santo, os lo conjuro, morir de la muerte mística, para que así la muerte natural venga más pronto. Amén. Bendito sea Dios».

Como puede verse, Margarita ya había canonizado en su corazón a su amigo y hermano. Además, le dijo a la superiora: «Querida madre, no necesita que recemos por él; puede interceder a Dios por nosotros pues está bien situado en el cielo por la bondad y misericordia del Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo. Tan solo, para satisfacer por alguna negligencia en el ejercicio del divino amor, su alma ha quedado privada de ver a Dios desde la salida de su cuerpo hasta el momento de ser depositado en la sepultura».

El 21 de junio de 1689 fue un día de gozo para la hermana Margarita María: por primera vez, la comunidad celebró la fiesta del Sagrado Corazón. Catorce años antes, en esa misma fecha, Claudio y Margarita María se habían consagrado al Corazón de Cristo. En 1688 se había hecho en el convento una capillita en honor del Corazón de Jesús. Ya podía irse tranquila: lo que había sembrado por orden del mismo Cristo estaba germinando por doquier.

El 17 de octubre de 1690, después de una breve enfermedad, a los 44 años, Margarita María pasó a gozar del amor del Corazón de su amado Jesús y de la compañía eterna del «fiel servidor y amigo perfecto».

Margarita María se adelantó a su amigo. Fue beatificada en 1864 y Benedicto XV la declaró santa el 13 de mayo de 1920. Claudio fue beatificado por Pío XI en 1929 y el papa Juan Pablo II lo declaró santo el 13 de mayo de 1992. Su fiesta se celebra el 15 de febrero y el de Margarita el 16 de octubre.

Mira a este Corazón, ¡míralo! ¡Y ámalo! Él te ama con locura… no sabe hacer otra cosa…

 

Hasta aquí nuestra maravillosa historia. Espero que os haya llevado a amar más al Corazón de Jesús y a sus santos instrumentos Margarita María y Claudio.

Mira a este Corazón, ¡míralo! ¡Y ámalo! Él te ama con locura… no sabe hacer otra cosa…

Canción: Mira este Corazón
Autor: Jésed
https://youtu.be/CbiRGF7aGys

Canción: Yo confío en ti
Autor: Jésed

https://youtu.be/ZK-9Ue4rzD0

Fuente: Nómadas del Espíritu 

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