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“Tus palabras Señor son Espíritu y Vida”

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“Tus palabras Señor son Espíritu y Vida” 

Evangelio según san Juan, (2, 13-25)

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.

Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

“Quiten esto de aquí: no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”.

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: “El celo de tu casa me devora”.

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: “¿Qué signos nos muestras para obrar así?”.

Jesús contestó:

“Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré”.

Los judíos replicaron:

“Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”.

Pero él hablaba del templo de su cuerpo.

Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de lo que había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Mientras estaban en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Palabra del Señor

Transcripción de La Voz del Pastor del 7 de marzo del 2021

Hoy Jesús está en el templo de Jerusalén y nosotros queremos entrar con él, lo observa todo, se da cuenta de los cambistas, de los animales que venden allí y usted se preguntará: ¿por qué en un templo?, ¿por qué en el templo de Jerusalén venden animales? Porque en el culto antiguo, se ofrecía el sacrificio de animales, pequeños y grandes; pero eso fue distanciando totalmente al pueblo de Israel del verdadero sentido del culto. El pueblo de Israel se le olvidó realizar un culto, celebrar un culto, vivir la profundidad del culto en Espíritu y en Verdad. Y eso nos puede pasar también a nosotros.

Por eso, estando con Jesús allí en el templo de Jerusalén, lo vemos con autoridad, con la voz alta diciendo“Quiten esto, no conviertan la casa de mi Padre en un negocio, en una venta”“El celo por tu casa me devora”. Está en el fondo de la actitud de Jesús. 

Jesús está purificando el templo, está volviendo los ojos al verdadero templo que es cada uno de nosotros; por eso él dice cuando le piden un signo: “Destruyan este Templo y en tres días lo reconstruiré”. Está hablando de algo maravilloso, no del templo de Jerusalén hecho de piedras y de ladrillos, sino del templo vivo de su cuerpo; está diciendo que en tres días va a resucitar y lo va a reconstruir. Porque él nos está enseñando que Jesús es el verdadero templo, que lo adoramos a él, que adoramos al Padre en Espíritu y en Verdad, en la persona de Jesús.  Por eso, toda la liturgia de la iglesia está dirigida al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo, y eso brota desde dentro de la iglesia que es templo vivo de hombres y mujeres; y dentro del templo de su familia y de su conciencia.

Limpie el templo de su corazón, para que desde allí pueda elevar una plegaria, una oración, y una ofrenda agradable al Señor.

Que el Señor bendiga el templo de su familia.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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