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Basílica de Nuestra Señora del Rosario en Buenos Aires

por Horacio Espinosa
Frente de la Basilica de Nuestra Señora del Rosario - Hnos Dominicos

Esta es una de las grandes iglesias de la capital argentina. Comenzó a construirse en el siglo XVII y es importante a nivel nacional porque contiene en su predio el mausoleo del Gral. Manuel Belgrano, creador de la insignia patria albiceleste.

Durante mi infancia visité el templo varias veces y debo admitir que no es uno de mis preferidos. Sin embargo, agradezco a Dios el haberme llevado hasta allí y permitirme conocer la historia de Santo Domingo de Guzmán y la congregación que fundó.

Domingo y sus sucesores

El santo de hábito blanco y negro nació en la ciudad española de Caleruega en 1171. Sus padres lo encomendaron a la protección del abad Santo Domingo de Silos y le dieron educación católica.

Altar de la Basílica dedicado a Santo Domingo
Altar de la Basílica dedicado a Santo Domingo

Cuando el joven Domingo sintió el llamado al sacerdocio, se inscribió a la Universidad de Palencia. Aunque venía de una familia de nobles castellanos y tenía recursos económicos para poseer sus propios libros de arte y teología, decidió venderlos para socorrer a las víctimas de una hambruna que azotaba a la región.

Tanto el obispo de Osma como el prior de la catedral, Diego de Acebes, advirtieron las cualidades del muchacho y lo animaron a que se hiciera canónico en su diócesis. Domingo accedió y se consagró allí a la oración y al estudio.

En 1201, el prior Diego fue nombrado obispo y Domingo fue elegido como autoridad de la catedral. Compartieron varios viajes y en el camino se conmovieron ante la sed de Dios de muchos herejes. Al pasar por la ciudad francesa de Tolosa (más conocida como Toulouse, su nombre en francés) se encontraron con los “perfectos”, también denominados albigenses o cátaros (movimiento religioso gnóstico). Asimismo, en Alemania oyeron hablar de la tribu nómada de los cumanos.

Ansiosos por evangelizar pueblos paganos, los clérigos impulsaron a otros a abandonar sus carruajes y equipajes para predicar a pie la fe católica con humildad, a estudiar y dialogar con la gente.

Diego coordinó un grupo que predicaba a los cátaros y Domingo colaboró en debates públicos. En una de asamblea, un milagro confirmó las palabras del santo: sus argumentos, escritos en pergamino y arrojados tres veces al fuego, salieron intactos.

Con todo, la misión de predicación itinerante peligró en 1208 cuando Diego murió. En soledad, Domingo oró, ayunó e hizo penitencias, lo cual dio credibilidad a sus enseñanzas. Inspiradas por su testimonio, nueve mujeres provenientes del catarismo se convirtieron, bautizaron y mostraron interés en consagrarse. El santo las animó entonces a formar una comunidad.

El monasterio de las hermanas se estableció, por iniciativa de Domingo, en la Iglesia de Nuestra Señora de Prulla en Tolosa. A la par, creció una comunidad de frailes y de laicos que se ofrecieron para la misión y nació así la predicatio de Prulla, que inauguró un nuevo tipo de vida religiosa. A pedido del Papa Inocencio III, debieron elegir una regla comunitaria aprobada por la Iglesia y optaron por la de San Agustín. El pontífice que lo sucedió, Honorio III, apoyó a la orden ampliando su misión y permitiendo que sus referentes fundaran conventos en distintos países.

centro de la basílica ntra. sra. del rosario. buenos aires

En julio de 1221, Domingo viajó al norte de Italia. Llegó a Bolonia muy cansado y se enfermó de tal manera que les dijo a sus frailes que les iba a ser más útil desde el cielo. El 6 de agosto murió y tiempo después ocurrieron milagros en su tumba. El 3 de julio de 1234 fue canonizado y hoy es uno de los grandes referentes de la Iglesia.

Los sucesores de Domingo continuaron su obra y siete años después de su fallecimiento la orden ya estaba presente en todos los países de la Europa católica. Por su parte, las naciones no cristianas, musulmanas o separadas de Roma fueron bases de acción misionera.

Historia del templo

Si bien la orden dominicana ocupó desde 1606 el predio de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario y Convento de Santo Domingo ubicados en Buenos Aires, la construcción del primer templo data de 1670. Ese edificio fue demolido y en 1751 empezó a levantarse el actual.

La iglesia fue consagrada el 17 de octubre de 1783, sin estar terminada. La obra sufrió varias demoras y recién estuvo finalizada entre 1892 y 1905.

El Convento, cuyo claustro principal fue reconstruido entre 1906 y 1912, ocupa el centro de la manzana. Las galerías de arcos rebajados delimitan celdas y salas de uso comunitario. Quizás la celda más visitada hoy sea la que alojó al Gral. Belgrano mientras planeaba su marcha hacia el Paraguay.

Por otro lado, durante las Invasiones Inglesas de 1806, los enemigos extranjeros impidieron realizar en el templo el culto al Santísimo Sacramento. Ante tal negativa, el capitán Santiago de Liniers prometió al Fray Gregorio Torres que, de recuperar la ciudad, donaría a la orden las banderas que tomara del invasor si Nuestra Señora del Rosario lo protegía. Dado que el resultado fue favorable para el bando local, el 24 de agosto el militar hizo entrega de los pabellones, que se exhiben tras el altar de la nave lateral la iglesia.

Cuando en 1807 los ingleses intentaron por segunda vez apoderarse de Buenos Aires, el convento fue teatro de un glorioso episodio. Los invasores se habían atrincherado allí y desde la única torre (hoy la del lado este) ofrecieron resistencia en lo que fue denominado luego el Combate de Santo Domingo. Muchas de las balas de cañón disparadas destruyeron parte de la estructura. Al reconstruirse, se clavaron en la torre tacos de madera que representan las esquirlas de los proyectiles.

En 1822 se suprimió el fuero eclesiástico, se eliminaron los diezmos y, entre otras medidas anticlericales, se expropió el convento. Los dominicos fueron expulsados del país y en 1826 se instaló en el predio un Museo de Historia Natural. No obstante que el 22 de octubre de 1835 un decreto permitió a la Orden retornar al país y le devolvió lo confiscado por el Estado, el museo siguió abierto hasta 1854.

En 1910 la iglesia fue elevada al rango de Basílica por el papa Pío X y el 8 de octubre de 1922 la imagen de Nuestra Señora del Rosario recibió la coronación pontificia.

El 16 de junio de 1955, en el marco de una quema masiva de iglesias, el altar mayor fue incendiado. El templo fue saqueado y bombardeado sin éxito, ya que las bombas no estalladas quedaron inmortalizadas en el frente.

La visita

En el ingreso a la Basílica, uno no puede dejar de observar el mausoleo de Belgrano, rodeado de rejas de estilo colonial español similares a las de la entrada de la iglesia. La tumba está en el atrio y tiene un monumento inaugurado en 1903. El prócer argentino era muy creyente y pertenecía a la Orden Tercera de Santo Domingo. Por tal motivo, fue sepultado con el hábito blanco y negro por voluntad testamentaria.

Mausoleo

Cerca de los restos del general fueron depositados los de sus padres, en parte como reconocimiento de las generosas contribuciones que hicieron a los dominicos durante su vida. Además, están allí los cuerpos de los militares independentistas Antonio González Balcarce y de Hilarión de la Quintana.

Es emocionante caminar entre las columnas decoradas de las tres naves de la Basílica e ir pensando en la historia de esta casa del Señor. Hay, de hecho, varias placas en recuerdo de próceres que participaron de la defensa y reconquista del territorio nacional.

Otro elemento en el que los peregrinos que llegan a este templo suelen reparar es el órgano. Se destaca por ser un instrumento moderno que contrasta con la arquitectura colonial a su alrededor. Aunque originariamente hubo uno francés, en la década de 1960 se comenzó a instalar uno hecho en Alemania que nunca fue terminado (se estima que falta ejecutar un 60% del mismo). Aun cuando se hace sonar a su mayor capacidad, la música no llega a escucharse en toda la iglesia.

Con todo, la ocasión para rezar a los pies de algún santo se presenta constantemente, puesto que las capillas tienen numerosas imágenes. Durante mi visita me tomé un tiempo para pedir la intercesión de San Martín de Porres, el seguidor de Domingo que siempre hace llegar mis intenciones a Dios.

La nave principal está revestida en mármol esculpido y el edificio tiene una cúpula sobre el crucero que está en plena etapa de restauración. Los confesionarios, también de mármol, poseen puertas de madera tallada que llaman mucho la atención. Sobre ellas se lee: «Noli amplius peccare», que traducido significa “No peques mas”.

Confesionario

Tips de Viajero

  • Este templo está ubicado en el barrio porteño de San Telmo.
  • Detrás del altar de la nave lateral este se exhiben las banderas de los batallones ingleses.
  • San Martín de Porres tiene un lugar especial dado que perteneció a esta hermandad.
  • En la Basílica se suelen dar conciertos, busquen la agenda para participar de alguno.
  • Las misas son a las 12:30 horas de lunes a viernes y a las 11:00 los domingos por la mañana.

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