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Recuperar mi vida

por Pbro. Leandro Bonnin

Quedé impactado al leer la frase del director técnico de Boca Juniors,  Gustavo Alfaro,  luego del superclásico disputado el martes 22,  en el que River Plate obtuvo la clasificación a la final de la Copa Libertadores, al derrotar en semifinales a su histórico rival. Atento a la tristeza que por estas horas tienen muchos de los que vayan a leer estas líneas, aclaro que no es una cargada –una broma-, sino una reflexión de verdad.

Ser técnico de Boca Juniors debe ser uno de las cuatro o cinco metas más altas que puede tener en su mente un técnico argentino. Más allá del éxito o no tanto, Alfaro nos deja entrever algo más, algo grave, grande y profundo: hay vida más allá del trabajo, más allá del éxito, más allá de los medios y de las redes, más allá de la exposición continua.

Sus palabras -dichas, para mí, casi con alivio, como una suerte de «acto fallido» y a la vez liberadoras- pueden ser importantes en estos tiempos en que vivimos, donde también nosotros -que no dirigimos a Boca ni somos famosos- corremos el tiempo de «perder la vida».

La podemos perder por trabajar en exceso olvidando las cosas esenciales. La podemos perder por cultivar la imagen y quedarnos huecos por dentro. La podemos perder poniéndonos metas que terminan destruyéndonos. La podemos perder olvidándonos que no vinimos a este mundo a ser exitosos, sino a amar, a cumplir una misión, y alcanzar el Cielo.

Todo y nada

Podemos perder la vida también queriendo ocuparnos de todo y acabando sin ocuparnos de nada; atendiendo las múltiples situaciones políticas y eclesiales -a lo largo y a lo ancho del continente y del mundo- y distrayéndonos de nuestra propia casa o parroquia.

Podemos perder la vida, queridos amigos –especialmente los argentinos-, embarcándonos en una manera de fanatizarnos de tal modo por la política, que nos situemos en un mundo paralelo e irreal. Un mundo de amigos y enemigos. Un mundo donde nos puede tocar ganar o perder -de acuerdo al año- pero donde casi seguro perderemos tiempo, alegría, amistades, familia, paz interior.

Queda claro que yo no digo que debamos «encerrarnos en una burbuja» y desentendernos de todo, y menos si se es una persona laica.  

Soñá; trabajá; proyectá; ponete metas; luchá por tus sueños; intentá llegar alto. Dejate conmover por todo lo que ocurre lejos y cerca. Viví plenamente tu pertenencia a este país y a este planeta. Claro que sí.

Pero tené cuidado de que no te pase lo que le pasó a Alfaro, y que te des cuenta -de pronto- que estás perdiendo lo más importante, o lo único importante.

Afortunadamente, los que creemos en Jesús tenemos la posibilidad de «recuperar nuestra vida» y nuestra «Vida», siempre que lo necesitemos. Porque Él «hace nuevas todas las cosas».

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