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Las tentaciones

por Card. Rubén Salazar Gómez
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Estamos desde el Miércoles pasado en tiempo de Cuaresma, este es un tiempo privilegiado, de gracia, que tenemos que aprovechar porque es también como una especie de paradigma fundamental de lo que tiene que ser toda nuestra vida, por eso escuchemos con suma atención la palabra del Señor: 

Del santo Evangelio según SAN MATEO 4, 1-11

EN aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el 
Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después 
de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo: 
«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». 
Pero él le contestó: 
«Está escrito: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»». Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: «Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»». 
Jesús le dijo: 
«También está escrito: «No tentarás al Señor, tu Dios»». 
De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: «
Todo esto te daré, si te postras y me adoras». 
Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto»». 
Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían. 

Palabra del Señor.

Transcripción de La Voz del Pastor del 01 de marzo de 2020

En este primer Domingo de Cuaresma, se nos habla de las tentaciones, que Cristo nuestro Señor sufrió en el desierto, después de haber ayunado 40 días y 40 noches.

 La tentación, yo pienso que esa es una de las experiencias más frecuentes podríamos decir así más humanas ser tentados, es decir que el mal se nos presente a nosotros bajo la mirada bajo la caparazón del bien, y que por lo tanto nosotros tengamos y nos sintamos verdaderamente tentados, de seguir el mal, bajo la apariencia de bien, indudablemente que nadie va a buscar el mal por el mal, yo creo que no hay ningún corazón lo suficientemente pervertido, como para que quiera el mal como tal, siempre en el mal se descubre o se imagina que hay algo de bien que lo hace atractivo, por ejemplo la violencia, la violencia es un mal espantoso, ¿pero por que la gente es violenta? porque cree que siendo violento está reivindicando sus derechos, porque cree que siendo violento pone en orden las cosas en su vida y en la vida de los demás, y así podríamos encontrar siempre justificaciones a las cosas.

 Por eso la tentación es insidiosa, la tentación nunca se va a presentar abiertamente como un mal que hay que perseguir, no, la tentación se insinúa se insinúa, siempre pensando en que aquello que se nos presenta, como posibilidad de ser, tiene un atractivo especial, que debe ser nuestra conducta, por eso hay una virtud fundamental en nuestra vida que es la del discernimiento, es decir ser capaces de analizar siempre los deseos que brotan en nuestro corazón, para saber hasta donde verdaderamente ahí hay, una invitación al bien, si es como noticia san Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales, una moción de Dios, o si por el contrario es una tentación del mal, en nuestro corazón, desafortunadamente la mayoría de nosotros vivimos un poquito a la topa tolondra, no nos tomamos ese trabajo de discernir en nuestra vida, cuál es el bien que tenemos que luchar por alcanzar y cuál es el mal que tenemos que evitar, y nos dejamos envolver un poco por el ambiente en el cual vivimos, y el ambiente en el que vivimos es un ambiente que nos presenta muchas veces el mal con apariencias de bien, por ejemplo el libertinaje sexual, por ejemplo la violencia como venganza, por ejemplo la corrupción como posibilidad de enriquecimiento, hay miles de tentaciones permanentemente, y entonces vamos perdiendo la capacidad de discernir, de saber verdaderamente qué es lo que está bien y qué es lo que es mal, y por lo tanto vamos perdiendo la capacidad de orientar verdaderamente nuestra vida.

 El Señor en el Evangelio nos presenta la ley fundamentalmente reducida a un precepto, el amor, el verdadero amor a Dios y el verdadero amor a los demás, el amor tiene que ser entonces la línea que nos permite discernir, si estamos amando de verdad, si el amor es verdaderamente el auténtico amor, ¿es lo que perseguimos?, entonces será fácil hacer siempre opciones por el bien en cambio si somos egoístas si vivimos totalmente encerrados dentro de nosotros mismos, si permitimos que nuestras pasiones nos atenace, nos alienten, nos esclavizan indudablemente, que veremos siempre el mal con apariencias de bien y cometeremos el error, tras error, tras error, tras error, yéndonos por caminos del mar y yendo fundamentalmente a arruinar nuestra vida, hace de a veces me da una inmensa tristeza cuando veo vidas arruinadas por decisiones mal tomadas y por más decisiones mal tomadas precisamente por falta de discernimiento por falta de un momentico de atención a ver a ver esto, ¿esto que es que significa? cuáles son las consecuencias les hay un adagio muy claro y es el siguiente y se no se puede levantar una vara, de un extremo sin levantar toda la vara, y eso es lo que pasa con nuestras acciones no podemos pretender que nuestras acciones no tengan consecuencias, esas consecuencias son las que hay que mirar con detenimiento, para discernir si verdaderamente la decisión que vamos a tomar, es una decisión correcta por el bien, o si por el contrario hemos caído en la tentación que destruye y que me destruye no solamente a mí personalmente, sino que destruye a las personas que me rodean y destruye la sociedad en la cual vivimos.

 Que este tiempo de Cuaresma sea un tiempo en el cual aprendamos aprendamos discernir, aprendamos a estar atento a nuestra vida a ver qué es lo que hay en nuestro corazón cuáles son los deseos que surgen en nuestro corazón, qué es lo que buscamos qué es lo que perseguimos cuál es lo que da qué es lo que da sentido a nuestra existencia, porque ahí entonces vamos a poder darnos cuenta hasta donde estamos verdaderamente construyendo adecuadamente nuestra vida, o la estamos arruinando, el Señor nos considera la gracia como él lo hizo de vencer la tentación en nuestra vida de ser siempre capaces de optar por el bien.

 La bendición de Dios todopoderoso, Padre Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. Amén.

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