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Juan 12,44-50

por Pbro. Luis A. Zazano
Juan 12, 44-50

Evangelio según San Juan 12,44-50.

Jesús exclamó: «El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió.
Y el que me ve, ve al que me envió.
Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.
Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.
El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.
Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar;
y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó».

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Creer

1) Creer en mí: la fe es un don, es saber que tu corazón confía en alguien sobrenatural. A la fe se la alimenta y se la proteje. El que tiene fe puede tener un gran caminar en la vida. Fe y razón se complementan y son esenciales en la vida. Hoy Dios te invita a creer y fortalecer tu fe a través de tres ejes: oración personal (diálogo personal con Dios), sacramentos (misa on line y comunión espiritual) y ayuda a los demás (desde dar alimentos a la parroquia cercana, hasta un mensajecito por WhatsApp).

2) Luz: después de esta pandemia tendrás que fijarte en muchas cosas. Hay un antes y un después. Es salir de las tinieblas porque queremos la luz. Ponele luz a tu vida y también ilumina la vida de los que te rodean. Alegra tu vida y la de los que te rodean, el que tiene fe es un atleta de la vida y también ilumina.

3) Vida eterna: Jesús quiere conquistar tu corazón y esa experiencia de Dios es única y personal. No te detengas a luchar, seguí adelante, camina por lo que más amas y por lo que más quieres. Nadie te puede quitar ilusiones. Dios quiere que seas eterno. La vida nos da una oportunidad: la aprovechemos.

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2 comentarios

ana alvarellos mayo 6, 2020 - 11:54 am

Podría ser que habiéndo nacido cristianos, educados como cristianos, yendo a parroquias, participando en peregrinaciones y yendo a retiros, creamos estar haciendo lo justo. Y este también podría ser el estado de ánimo de quienes, consagrados al amor de Dios, viven una vida en un convento o en comunidad. Pero no hay ninguna seguridad de fe adquirida si no se ama y si no compartimos nuestra vida. ¿Tenés problemas y me los contás? ¿Tenés dudas y me las comunicás? ¡Bien, voy a rezar por vos! Ejercicio de palabras y …todo termina ahí. ¡Un Padre nuestro, agregando un Ave María y después dejamos que el Padre Bueno obre! Pero Él bajó del cielo y se hizo hombre, nos amó hasta el punto de regalarnos su Vida, compartió todo hasta compartir el esfuerzo y los sufrimientos de la vida cotidiana, sufrió en la cruz precisamente por nuestro tener el corazón cerrado. Sufrió las heridas de nuestra indiferencia, murió para hacernos partícipes de su vida, y yo sigo pensando que soy bueno y justo en el “dale dale” de una vida con todos mis lindas costumbres que me hacen quedar tranquilo. «…La palabra que yo he anunciado es la lo juzgará en el último día…». Pero …yo hago muchos sacrificios, rezo mucho, estoy siempre en la iglesia, pero … tu corazón piensa en sí mismo y no tenés amor para regalar a nadie. «Sean como personas que esperan que su patrón regrese de la boda para abrirle apenas llegue y golpee a la puerta», dice Jesús, pero nosotros tenemos nuestro YO en primer lugar y no nos empeñamos en regalar a todos ese Amor que nos llega gratis. Encarnar el Amor del que participamos en cada momento, cada instante, por amor a cada hermano; esto es lo que nos mostró Jesús y es el camino al Cielo.

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vivian buitrago mayo 6, 2020 - 12:45 pm

GRACIAS … Ana Alvardo tu comentario me llego al corazon.
bendiciones cuidate.

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