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Meditación del día 10 de agosto

por Pbro. Luis A. Zazano

Evangelio según san Juan 12,24-26

Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.

El servicio

1) Morir: Implica morir a la soberbia y a ese narcisismo que uno tiene, en donde siempre uno busca relucirse o querer tener los reflectores todo el tiempo en uno mismo. Es morir a uno por amor al otro, un amor que hace fecundo lo de su alrededor. Como ese morir que tiene ese padre de familia que, en vez de quedarse en cama hasta más tarde, sale temprano para laburar y darle lo mejor a sus hijos. Hasta es capaz de buscar dos laburos con tal de que no pasen necesidad los que él ama. Ese morir de la mamá que hace sacrificios por sus hijos. Creo que son incontables los sacrificios que hace una madre por sus hijos y muchos de esos sacrificios esa madre se los lleva a la tumba y nunca lo sabremos. En fin… cuántas muertes hay en uno para el bien de todos.


2) Vida eterna: Es a esto lo que apunta tu caminar. Vos sos eterno y tenés mucho por caminar. No olvides el objetivo, la eternidad. No te olvides que Dios te tiene preparado un lugar y hay cosas maravillosas que aún te falta vivir. No te olvides que hay un cielo y un Dios que te espera y que te ama.


3) Servicio: Hoy es el día de los diáconos, los que sirven en la Iglesia y junto a la Iglesia. Nuestra vida es servicio y caridad. Somos caritativos y no asistentes sociales. Llevamos la Palabra y la Vida. No llevamos solo mercadería. Llevamos amor. Somos Iglesia misionera y servicial.

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