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Meditación del día 4 de octubre

por Pbro. Luis A. Zazano
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Evangelio según San Lucas 10, 25-37

Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?».
Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?».
El le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo».
«Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida».
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?».
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.
Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: ‘Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver’.
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?».
«El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera».

¿Qué le pasa a él si no lo ayudo?

1) A prueba: Hay momentos que la vida misma te pone a prueba, donde te encontrarás con tu propio examen, donde hay circunstancias que llevarán a mostrar de qué verdaderamente está formado tu corazón. Espero que puedas pasar esa prueba, porque las cosas salen tarde o temprano y con el tiempo uno se da cuenta de quién es quién. Hoy fíjate si estás pasando por una prueba en tu vida y cómo estás actuando ante la vida.

2) Como a ti mismo: La clave de nuestra vida cristiana no es cumplir y cumplir, sino que más bien es actuar como nos gustaría que actúen con nosotros. Es tan simple, pero al mismo tiempo tan difícil, porque es ser con el otro como quieres que sean con vos. Ya un punto en contra que tenemos es nuestra propia lengua. Hacé tu propio examen y fíjate si estás actuando con el hermano como te gustaría que actúen con vos.

3) El buen samaritano: La clave aquí es que los anteriores se preguntaron «¿qué me pasa a mí si yo lo ayudo?». Y claro que hay consecuencias, pues ninguno iba a poder entrar al templo y cumplir con el objetivo hacia el cual se dirigían. Pero este samaritano se pregunta «¿qué le pasa a él si yo no lo ayudo?». Es distinto porque es poner al otro por encima de mis propios objetivos. Hoy plantéate qué está primero en vos: tu hermano, tu familia, tu cercano o tus proyectos.

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